Anteriormente Lukam me había sugerido algo:
La britannica que tengo es muy vieja, y no queria trancribir.. Ahora ya tengo acceso a la Britannica en linea.. entonces paso de una vez los textos sobre los socitado.
Es un poco extenso.
Teoría de la Evolución
Según las teorías de la evolución, todos los seres vivos, de la bacteria al hombre, pertenecen a una única y misma gran familia que se ha desarrollado en el transcurso de la historia de la tierra: tal es la teoría moderna de la evolución, cuyas primeras bases científicas se sentaron a partir del siglo XIX. Pero en este campo no se puede hacer ciencia pura sin que intervengan convicciones filosóficas, metafísicas o políticas, siempre ligadas a la cuestión del origen del hombre. Los grandes textos religiosos proponen, cada uno a su manera, un origen del mundo, de los seres vivos y del hombre. Su lectura literal entra directamente en conflicto con las teorías propuestas por los científicos. Para abordar estas cuestiones es preciso adoptar un punto de vista histórico y recordar las controversias a través de las cuales la ciencia occidental ha forjado sus teorías y comprobar que los debates siguen vivos y que la historia de las teorías de la evolución no se ha acabado. En el centro de la discusión está siempre una cuestión fundamental, el azar. Para unos, expresa los límites de la ciencia; los científicos, lo emplean para manifestar su ignorancia; para otros, significa la ausencia de finalidad de la naturaleza, la desaparición de toda trascendencia. Los biólogos precisan día a día la historia del mundo viviente. Desde que la tierra se solidificó, hace más de cuatro mil millones de años, se han sucedido miles de millones de especies. Muchas han desaparecido, otras se han transformado y diversificado. La manera de representar esta historia, las divisiones que deben hacerse y las que deben evitarse, las proximidades aparentes o profundas, las transformaciones lentas o rápidas, son problemas ligados, todos ellos, a los mecanismos que expliquen el origen de las especies. Cada árbol genealógico de la compleja historia de la evolución, explicado por las diversas teorías, es diferente.
Teorías de la evolución: problemas actuales
A partir de los años cincuenta, para dar validez a la teoría sintética, se intentó medir la variabilidad genética de las poblaciones naturales: la frecuencia y la diversidad de los alelos. Desde entonces, la biología molecular ha revelado la existencia de una extraordinaria diversidad: en cada especie, al menos una tercera parte de los genes tienen alelos diferentes. Este polimorfismo es uno de los problemas más importantes de la actual teoría de la evolución. Hay que intentar comprender por qué las variaciones, en lugar de ser eliminadas, se conservan (lo que se llama polimorfismo equilibrado). Se ha propuesto una multitud de mecanismos distintos: selección frecuencia-dependiente (algunos alelos serían favorables sólo si fueran escasos); la diversidad supone una gran ventaja si se tiene en cuenta que una especie experimenta condiciones de vida muy diferentes según los distintos lugares en que se encuentre diseminada (la población está interesada en conservar en su dotación genética toda una gama de respuestas posibles); se han encontrado alelos muy desfavorables cuando están duplicados en un mismo individuo (estado homocigoto), pero que presentan en cambio ventajas en estado heterocigoto; lo que está sometido a la selección son conjuntos de genes y ya no se habla de genes buenos o malos sino de combinaciones más o menos eficaces; la teoría neutralista defendida por Motoo Kimura, cuestiona la validez del modelo general y afirma que el polimorfismo sería el resultado de un equilibrio pasivo entre la tasa de mutación y la deriva genética. Los recientes progresos en el conocimiento del ADN tienden a cambiar totalmente las ideas clásicas sobre la evolución: las células de los organismos complejos (eucariotas) contienen en su ADN amplias zonas formadas por secuencias repetitivas que no pueden ser genes (hasta el 90 %); los genes suelen aparecer fragmentados, la secuencia que los forma se interrumpe para dar paso a zonas no codificadas (los intrones); existen genes capaces de desplazarse a lo largo del ADN (transposones) y que estarían en el origen de la duplicación de los genes a lo largo de una misma molécula de ADN; existe una auténtica red de genes de regulación que interactúan entre sí y con el conjunto de la actividad celular. En cuanto al desarrollo y evolución de las especies, algunas limitaciones en los mecanismos del desarrollo individual no permiten ciertas variaciones y la especie rige en parte su destino evolutivo. Todo esto reduce el papel del azar, aunque éste aparece en nuevas formas: se ha observado que, en unas condiciones muy básicas y simples en las que la reproducción sólo depende de la densidad de individuos presentes, una población podría eventualmente ponerse a fluctuar de forma totalmente caótica (es el caos determinista: el sistema es perfectamente determinista, pero sus transformaciones son del todo imprevisibles), pero la ventaja de una variación depende a menudo de los caracteres de las demás especies que forman su medio y recíprocamente, la evolución de esas especies dependerá de las variaciones de la primera (existe una coevolución); además, el medio ambiente en que viven los organismos y al que se adaptan está producido por la actividad dinámica de esos mismos organismos (si las especies se transforman según los cambios de su medio, este último sufre transformaciones debidas a esas especies). En la actualidad, existe toda una corriente de pensamiento que insiste en la lógica de esos cambios globales que sólo pueden captarse situándose a escala de todo el planeta. Si se admite que el medio ambiente de cada especie está determinado por esa misma especie, todo ser, desde el mismo momento en que existe, está perfectamente adaptado a su medio ambiente. Ya no se puede seguir hablando de limitaciones a la selección externas, absolutas, que regirían la evolución. Las especies crean nuevos problemas en la misma medida en que no proponen soluciones.
Teoría sintética de la evolución
La síntesis entre los datos de la genética y la teoría de la selección natural dio origen a la genética de poblaciones, que constituyó la base de la teoría moderna de la evolución. Del enfrentamiento entre mendelianos (defensores de las leyes de la herencia) y darwinistas (defensores de la selección natural), nació la genética de poblaciones, que distingue dos niveles: la población de los individuos en la naturaleza (los fenotipos) y el conjunto de todos los genes con sus distintos alelos presentes en esa población (dotación de genes). Desde el punto de vista de la evolución, sólo cuenta lo que es hereditario, es decir, la mutación de un gen que origine un nuevo alelo en esa dotación de genes de la población (la tasa de mutaciones para un gen determinado es de un alelo por cada 100 000 individuos en cada generación, dependiendo su frecuencia de la duración del ciclo reproductivo de la especie considerada) y la selección natural tiene su efecto en la aceptación o el rechazo de esos nuevos alelos. En este sentido, la evolución se contempla como un cambio progresivo en las frecuencias de los distintos alelos, en el sentido de que los más ventajosos tienden a generalizarse y los demás desaparecen. No obstante, el fenotipo no es el reflejo exclusivamente del genotipo, también las múltiples circunstancias concretas de su medio participan en la determinación de sus caracteres. Si el razonamiento se hace a escala de una población, cada alelo tiene un valor selectivo: si es positivo, ese alelo determina fenotipos que por término medio facilitan la reproducción de los individuos en los cuales está presente y si es negativo, la selección natural tenderá a eliminarlo (esto es la selección normalizadora). Otro aspecto importante es que la frecuencia de los alelos también puede variar de una forma puramente aleatoria: con la reproducción sexual, los distintos alelos son escogidos al azar; si la población es suficientemente grande, ese azar se desprecia porque por término medio cada alelo se transmitirá proporcionalmente a su frecuencia en la dotación genética de la población; si la población es pequeña, algunos alelos pueden ser eliminados por no haber tenido la suerte de estar presentes en las células sexuales que serán fecundadas, y así, en cada generación, la frecuencia de los alelos cambia al margen de cualquier selección natural (la población evoluciona sin dirección, es la deriva genética). Finalmente, el problema de la evolución no queda restringido a la adaptación o a los cambios de frecuencia de los alelos, es también la especiación: la separación de una población en dos o varias especies distintas. Una especie se caracteriza por su aislamiento reproductivo, por lo que tendrán dos dotaciones de genes diferentes, cada una con su propio destino evolutivo. Cada población se adaptará progresivamente a un medio ambiente distinto. El origen de la especie se basa, pues, en la formación de una barrera de esterilidad. Se distingue entre la especiación alopátrica (la especie está aislada físicamente) o simpátrica (en un mismo lugar, una población se divide en dos especies con nichos ecológicos distintos). En los años cuarenta, de la síntesis entre la genética de las poblaciones y las observaciones de los naturalistas de campo y de los paleontólogos, surgió la teoría sintética de la evolución. En la actualidad, también esta teoría está en discusión. N. Eldredge y S. J. Gould se han rebelado contra el postulado de una transformación gradual de las especies y en base a estudios de fósiles que indican largos períodos de estabilidad punteados de cambios bruscos, han propuesto la teoría de los equilibrios punteados. Según ella, la especiación se debería al aislamiento de pequeños grupos en los que tendría lugar una evolución muy rápida, sobre todo por una fuerte deriva genética; primero se instalaría la barrera de fecundidad, antes de que las nuevas especies entraran en competición entre sí; la selección natural ejercería su papel directamente a nivel de las especies y no en forma de lucha por la supervivencia entre individuos.
Teorías transformistas de la evolución
En el siglo xviii, Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, abogó por la transformación de las especies como una degeneración y por el dominio de la naturaleza por parte del hombre, que se ordena en relación a él. A finales del s. XVIII, Georges Cuvier impulsó la paleontología basada en el estudio de los fósiles. Mediante la anatomía comparada de las distintas especies, se intentaron establecer las leyes de la organización biológica. Frente al catastrofismo de Cuvier (en las diferentes épocas de la vida en la tierra, se habrían producido cataclismos que habrían destruido las especies desaparecidas, que por otra parte habrían sido creadas de una sola vez, perfectas y acabadas, sin admitir la transformación de los seres vivos), Lamarck propuso una teoría sobre el origen de los seres vivos en que aceptaba la transformación, pero no en el sentido gradual descendente desde el hombre hasta el infusorio (el organismo vivo más pequeño conocido en esa época), sino según una ley de progresión (o aumento de la complejidad), desde la organización más tosca hasta la más compleja. Lamarck explicó la diversidad de las especies añadiendo una acción de los diferentes medios de vida: las circunstancias propias del medio ambiente de un animal crean unas necesidades que comportan unas determinadas costumbres; así, los organismos desarrollan o modifican sus órganos a lo largo de su vida y estos cambios son transmitidos a la descendencia, lo que va transformando poco a poco las especies y explica su diversidad dentro de una misma clase. La idea de evolución de Lamarck fue ampliamente rechazada, pero se extendió por el mundo científico. En el s. XIX, Charles Darwin anunció su teoría de la evolución basada en la selección natural. Los individuos de una misma especie nunca son exactamente iguales. La supervivencia y la reproducción de un determinado individuo dependen en parte de sus cualidades individuales: los que posean unas características favorables tendrán más descendientes que los demás. Además, si se admite que las variaciones individuales son generalmente hereditarias, las que sean favorables tenderán a difundirse entre la población, mientras que los caracteres desfavorables serán eliminados. Esta reproducción diferencial es el proceso de la selección natural y nace de la lucha por la existencia. A lo largo de las generaciones, la acción universal y escrupulosa de la selección natural acumula las variaciones (que son continuas y a menudo ínfimas) y transforma progresivamente a los organismos: existe adaptación y diversificación de las especies. La concepción del hombre que se derivaba de esta teoría, en que pasaba a ser el producto de una historia y compartiendo un antepasado común con el mono, dio lugar a agrias críticas, tanto científicas como metafísicas. Lo más sorprendente es que las variaciones hereditarias se producían por azar antes de ser incorporadas por la selección natural. No obstante, la selección natural no siempre parece prestar atención a las diferencias individuales: muchas especies han desarrollado un modo de reproducción que favorece más el número de descendientes que su adaptación. En este caso se confirma que la evolución parece haber explorado en todas las direcciones imaginables la posibilidad de supervivencia para los seres vivos y a veces conduce al desarrollo de caracteres que no tienen ninguna utilidad para el individuo concreto.
Teoría creacionista de la evolución
Los progresos de la ciencia no han disipado la admiración al contemplar el mundo vivo: la diversidad y la complejidad que se descubren sin cesar en las estructuras íntimas de los seres vivos, parecen inagotables. Durante mucho tiempo, la única forma de concebir el origen de los seres vivos fue imaginar que un ser inteligente, el Creador, los había pensado y producido. En esta línea destacaron el reverendo William Paley, célebre por desarrollar los argumentos de la teología natural, y el naturalista sueco Linneo, que trató de poner orden en la diversidad de la creación mediante su gran obra de clasificación de las especies.
Puravida, ya que le gusta tanto...............busque en la enciclopedia britanica y nos dice que dice acerca de la evolución y del creacionismo. Busque acerca de genética y nos dice si los compañeros del foro le mintieron
La britannica que tengo es muy vieja, y no queria trancribir.. Ahora ya tengo acceso a la Britannica en linea.. entonces paso de una vez los textos sobre los socitado.
Es un poco extenso.
Teoría de la Evolución
Según las teorías de la evolución, todos los seres vivos, de la bacteria al hombre, pertenecen a una única y misma gran familia que se ha desarrollado en el transcurso de la historia de la tierra: tal es la teoría moderna de la evolución, cuyas primeras bases científicas se sentaron a partir del siglo XIX. Pero en este campo no se puede hacer ciencia pura sin que intervengan convicciones filosóficas, metafísicas o políticas, siempre ligadas a la cuestión del origen del hombre. Los grandes textos religiosos proponen, cada uno a su manera, un origen del mundo, de los seres vivos y del hombre. Su lectura literal entra directamente en conflicto con las teorías propuestas por los científicos. Para abordar estas cuestiones es preciso adoptar un punto de vista histórico y recordar las controversias a través de las cuales la ciencia occidental ha forjado sus teorías y comprobar que los debates siguen vivos y que la historia de las teorías de la evolución no se ha acabado. En el centro de la discusión está siempre una cuestión fundamental, el azar. Para unos, expresa los límites de la ciencia; los científicos, lo emplean para manifestar su ignorancia; para otros, significa la ausencia de finalidad de la naturaleza, la desaparición de toda trascendencia. Los biólogos precisan día a día la historia del mundo viviente. Desde que la tierra se solidificó, hace más de cuatro mil millones de años, se han sucedido miles de millones de especies. Muchas han desaparecido, otras se han transformado y diversificado. La manera de representar esta historia, las divisiones que deben hacerse y las que deben evitarse, las proximidades aparentes o profundas, las transformaciones lentas o rápidas, son problemas ligados, todos ellos, a los mecanismos que expliquen el origen de las especies. Cada árbol genealógico de la compleja historia de la evolución, explicado por las diversas teorías, es diferente.
Teorías de la evolución: problemas actuales
A partir de los años cincuenta, para dar validez a la teoría sintética, se intentó medir la variabilidad genética de las poblaciones naturales: la frecuencia y la diversidad de los alelos. Desde entonces, la biología molecular ha revelado la existencia de una extraordinaria diversidad: en cada especie, al menos una tercera parte de los genes tienen alelos diferentes. Este polimorfismo es uno de los problemas más importantes de la actual teoría de la evolución. Hay que intentar comprender por qué las variaciones, en lugar de ser eliminadas, se conservan (lo que se llama polimorfismo equilibrado). Se ha propuesto una multitud de mecanismos distintos: selección frecuencia-dependiente (algunos alelos serían favorables sólo si fueran escasos); la diversidad supone una gran ventaja si se tiene en cuenta que una especie experimenta condiciones de vida muy diferentes según los distintos lugares en que se encuentre diseminada (la población está interesada en conservar en su dotación genética toda una gama de respuestas posibles); se han encontrado alelos muy desfavorables cuando están duplicados en un mismo individuo (estado homocigoto), pero que presentan en cambio ventajas en estado heterocigoto; lo que está sometido a la selección son conjuntos de genes y ya no se habla de genes buenos o malos sino de combinaciones más o menos eficaces; la teoría neutralista defendida por Motoo Kimura, cuestiona la validez del modelo general y afirma que el polimorfismo sería el resultado de un equilibrio pasivo entre la tasa de mutación y la deriva genética. Los recientes progresos en el conocimiento del ADN tienden a cambiar totalmente las ideas clásicas sobre la evolución: las células de los organismos complejos (eucariotas) contienen en su ADN amplias zonas formadas por secuencias repetitivas que no pueden ser genes (hasta el 90 %); los genes suelen aparecer fragmentados, la secuencia que los forma se interrumpe para dar paso a zonas no codificadas (los intrones); existen genes capaces de desplazarse a lo largo del ADN (transposones) y que estarían en el origen de la duplicación de los genes a lo largo de una misma molécula de ADN; existe una auténtica red de genes de regulación que interactúan entre sí y con el conjunto de la actividad celular. En cuanto al desarrollo y evolución de las especies, algunas limitaciones en los mecanismos del desarrollo individual no permiten ciertas variaciones y la especie rige en parte su destino evolutivo. Todo esto reduce el papel del azar, aunque éste aparece en nuevas formas: se ha observado que, en unas condiciones muy básicas y simples en las que la reproducción sólo depende de la densidad de individuos presentes, una población podría eventualmente ponerse a fluctuar de forma totalmente caótica (es el caos determinista: el sistema es perfectamente determinista, pero sus transformaciones son del todo imprevisibles), pero la ventaja de una variación depende a menudo de los caracteres de las demás especies que forman su medio y recíprocamente, la evolución de esas especies dependerá de las variaciones de la primera (existe una coevolución); además, el medio ambiente en que viven los organismos y al que se adaptan está producido por la actividad dinámica de esos mismos organismos (si las especies se transforman según los cambios de su medio, este último sufre transformaciones debidas a esas especies). En la actualidad, existe toda una corriente de pensamiento que insiste en la lógica de esos cambios globales que sólo pueden captarse situándose a escala de todo el planeta. Si se admite que el medio ambiente de cada especie está determinado por esa misma especie, todo ser, desde el mismo momento en que existe, está perfectamente adaptado a su medio ambiente. Ya no se puede seguir hablando de limitaciones a la selección externas, absolutas, que regirían la evolución. Las especies crean nuevos problemas en la misma medida en que no proponen soluciones.
Teoría sintética de la evolución
La síntesis entre los datos de la genética y la teoría de la selección natural dio origen a la genética de poblaciones, que constituyó la base de la teoría moderna de la evolución. Del enfrentamiento entre mendelianos (defensores de las leyes de la herencia) y darwinistas (defensores de la selección natural), nació la genética de poblaciones, que distingue dos niveles: la población de los individuos en la naturaleza (los fenotipos) y el conjunto de todos los genes con sus distintos alelos presentes en esa población (dotación de genes). Desde el punto de vista de la evolución, sólo cuenta lo que es hereditario, es decir, la mutación de un gen que origine un nuevo alelo en esa dotación de genes de la población (la tasa de mutaciones para un gen determinado es de un alelo por cada 100 000 individuos en cada generación, dependiendo su frecuencia de la duración del ciclo reproductivo de la especie considerada) y la selección natural tiene su efecto en la aceptación o el rechazo de esos nuevos alelos. En este sentido, la evolución se contempla como un cambio progresivo en las frecuencias de los distintos alelos, en el sentido de que los más ventajosos tienden a generalizarse y los demás desaparecen. No obstante, el fenotipo no es el reflejo exclusivamente del genotipo, también las múltiples circunstancias concretas de su medio participan en la determinación de sus caracteres. Si el razonamiento se hace a escala de una población, cada alelo tiene un valor selectivo: si es positivo, ese alelo determina fenotipos que por término medio facilitan la reproducción de los individuos en los cuales está presente y si es negativo, la selección natural tenderá a eliminarlo (esto es la selección normalizadora). Otro aspecto importante es que la frecuencia de los alelos también puede variar de una forma puramente aleatoria: con la reproducción sexual, los distintos alelos son escogidos al azar; si la población es suficientemente grande, ese azar se desprecia porque por término medio cada alelo se transmitirá proporcionalmente a su frecuencia en la dotación genética de la población; si la población es pequeña, algunos alelos pueden ser eliminados por no haber tenido la suerte de estar presentes en las células sexuales que serán fecundadas, y así, en cada generación, la frecuencia de los alelos cambia al margen de cualquier selección natural (la población evoluciona sin dirección, es la deriva genética). Finalmente, el problema de la evolución no queda restringido a la adaptación o a los cambios de frecuencia de los alelos, es también la especiación: la separación de una población en dos o varias especies distintas. Una especie se caracteriza por su aislamiento reproductivo, por lo que tendrán dos dotaciones de genes diferentes, cada una con su propio destino evolutivo. Cada población se adaptará progresivamente a un medio ambiente distinto. El origen de la especie se basa, pues, en la formación de una barrera de esterilidad. Se distingue entre la especiación alopátrica (la especie está aislada físicamente) o simpátrica (en un mismo lugar, una población se divide en dos especies con nichos ecológicos distintos). En los años cuarenta, de la síntesis entre la genética de las poblaciones y las observaciones de los naturalistas de campo y de los paleontólogos, surgió la teoría sintética de la evolución. En la actualidad, también esta teoría está en discusión. N. Eldredge y S. J. Gould se han rebelado contra el postulado de una transformación gradual de las especies y en base a estudios de fósiles que indican largos períodos de estabilidad punteados de cambios bruscos, han propuesto la teoría de los equilibrios punteados. Según ella, la especiación se debería al aislamiento de pequeños grupos en los que tendría lugar una evolución muy rápida, sobre todo por una fuerte deriva genética; primero se instalaría la barrera de fecundidad, antes de que las nuevas especies entraran en competición entre sí; la selección natural ejercería su papel directamente a nivel de las especies y no en forma de lucha por la supervivencia entre individuos.
Teorías transformistas de la evolución
En el siglo xviii, Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, abogó por la transformación de las especies como una degeneración y por el dominio de la naturaleza por parte del hombre, que se ordena en relación a él. A finales del s. XVIII, Georges Cuvier impulsó la paleontología basada en el estudio de los fósiles. Mediante la anatomía comparada de las distintas especies, se intentaron establecer las leyes de la organización biológica. Frente al catastrofismo de Cuvier (en las diferentes épocas de la vida en la tierra, se habrían producido cataclismos que habrían destruido las especies desaparecidas, que por otra parte habrían sido creadas de una sola vez, perfectas y acabadas, sin admitir la transformación de los seres vivos), Lamarck propuso una teoría sobre el origen de los seres vivos en que aceptaba la transformación, pero no en el sentido gradual descendente desde el hombre hasta el infusorio (el organismo vivo más pequeño conocido en esa época), sino según una ley de progresión (o aumento de la complejidad), desde la organización más tosca hasta la más compleja. Lamarck explicó la diversidad de las especies añadiendo una acción de los diferentes medios de vida: las circunstancias propias del medio ambiente de un animal crean unas necesidades que comportan unas determinadas costumbres; así, los organismos desarrollan o modifican sus órganos a lo largo de su vida y estos cambios son transmitidos a la descendencia, lo que va transformando poco a poco las especies y explica su diversidad dentro de una misma clase. La idea de evolución de Lamarck fue ampliamente rechazada, pero se extendió por el mundo científico. En el s. XIX, Charles Darwin anunció su teoría de la evolución basada en la selección natural. Los individuos de una misma especie nunca son exactamente iguales. La supervivencia y la reproducción de un determinado individuo dependen en parte de sus cualidades individuales: los que posean unas características favorables tendrán más descendientes que los demás. Además, si se admite que las variaciones individuales son generalmente hereditarias, las que sean favorables tenderán a difundirse entre la población, mientras que los caracteres desfavorables serán eliminados. Esta reproducción diferencial es el proceso de la selección natural y nace de la lucha por la existencia. A lo largo de las generaciones, la acción universal y escrupulosa de la selección natural acumula las variaciones (que son continuas y a menudo ínfimas) y transforma progresivamente a los organismos: existe adaptación y diversificación de las especies. La concepción del hombre que se derivaba de esta teoría, en que pasaba a ser el producto de una historia y compartiendo un antepasado común con el mono, dio lugar a agrias críticas, tanto científicas como metafísicas. Lo más sorprendente es que las variaciones hereditarias se producían por azar antes de ser incorporadas por la selección natural. No obstante, la selección natural no siempre parece prestar atención a las diferencias individuales: muchas especies han desarrollado un modo de reproducción que favorece más el número de descendientes que su adaptación. En este caso se confirma que la evolución parece haber explorado en todas las direcciones imaginables la posibilidad de supervivencia para los seres vivos y a veces conduce al desarrollo de caracteres que no tienen ninguna utilidad para el individuo concreto.
Teoría creacionista de la evolución
Los progresos de la ciencia no han disipado la admiración al contemplar el mundo vivo: la diversidad y la complejidad que se descubren sin cesar en las estructuras íntimas de los seres vivos, parecen inagotables. Durante mucho tiempo, la única forma de concebir el origen de los seres vivos fue imaginar que un ser inteligente, el Creador, los había pensado y producido. En esta línea destacaron el reverendo William Paley, célebre por desarrollar los argumentos de la teología natural, y el naturalista sueco Linneo, que trató de poner orden en la diversidad de la creación mediante su gran obra de clasificación de las especies.