A estas alturas es más que posible que alguna de las más de 30 millones de visitas que ha recibido
este vídeo en Youtube haya sido tuya. Rebecca Black acumula varias semanas como
trending topic (nacional y mundial) de Twitter y el fenómeno que protagoniza ha sido comentado en infinidad de medios de todo el mundo. En la indescriptible
Friday, que ha sido definida como la peor canción de la historia por gente con el umbral de indignación muy bajo, Rebecca trata un tema casi tan universal como el amor: la maravillosa sensación de que, al fin, sea viernes. La falta de pasión que muestra en el vídeo mientras se debate entre sentarse en el asiento de delante o, por el contrario, acoplarse en la parte de atrás del coche de los colegas que la salvan de tener que ir al
insti en autobús, reflejan una capacidad de contención de sus sentimientos que para sí quisieran
algunas.
Mostremos otra vez el vídeo en cuestión y pongamos nuestro grano de arena para que la mecha de la discordia no se apague.
La primera pregunta tras el
shock debe ser: ¿esto es en serio? Y la respuesta, en principio, es que efectivamente, lo es. Aunque quizás estemos subestimando la capacidad de
Ark Music Factory, los mentores de la niña, para combinar su olfato para los negocios con un cruel sentido del humor.
Porque Rebecca Black no está sola. Hasta ocho
mini starlettes “en exclusiva” colecciona esta compañía afincada en Los Angeles propiedad de Patrice Wilson y Clarence Jey, además de
Pato, un hombre hecho y derecho que es el responsable de incluir el elemento
urban en casi todas las canciones. Y esto sin incluir a otras artistas como
Kaya o
Britt Rutter, que aún siendo las que más maneras apuntan, por alguna razón parecen tener el derecho de ser infieles a la casa. El variado catálogo desprende un nauseabundo olor a explotación infantil, explorando la horquilla de edad que va de los 13 a los 17 años e incluyendo desde
mini Ke$has hasta autoparódicas candidatas a
pequeñas Miss Sunshine a escala global como CJ Fam.
La segunda pregunta es: ¿dónde está el negocio? ¿Realmente se puede esperar que alguna de estas chicas sobreviva al
escarnio público del que están siendo víctimas y se convierta en una estrella real? Las canciones están a la venta en iTunes para quien quiera ayudar a la causa, pero todo apunta a que Wilson y Jey arriesgan más bien poco con sus apuestas, y que
es el dinero de los orgullosos padres de estas niñas que sueñan con ser populares el que sufraga algo más que una canción genérica con producción de baratillo (aunque a la moda), toneladas de
autotune y un vídeo de bajo presupuesto. Lo que convertiría el fenómeno en una mera participación en
Lluvia de Estrellas muy cara. Unas acusaciones que no han sido confirmadas ni desmentidas por los dueños de la empresa, que mantienen el silencio (no ha sido posible conseguir que contestaran a unas preguntas por e-mail) mientras dejan la bola crecer y crecer. Quizás lo hagan en la "entrevista exclusiva" que anuncia su página web, prevista para el próximo 25 de marzo. Mientras tanto definen a sus chicas como "talento emergente por descubrir".
La
página web de Ark Music Factory, todavía en pañales, no solo pretende ser una ventana para la música de sus artistas, sino toda una comunidad en la que los potenciales fans interactúen, lo que sin duda aumenta el peligro de enganche de cualquier persona nacida después de 1996. Su próximo gran lanzamiento: Alana Lee canta al primer amor. Más de 2 millones de visitas y subiendo.
Lo más lógico sería apostar porque ninguna de estas niñas pase de icono
trash y se convierta en el próximo fenómeno
tween, aunque cosas más extrañas se han visto. De lo contrario se demostraría que, por mucho que evolucione el modelo de promoción y la industria del entretenimiento, hay cosas que no cambian. Si quieres que tu hijo sea una estrella, coge todo el dinero que tengas y múdate a Hollywood. Cuanto antes mejor.
sólo vi 1 minuto, fue lo suficiente para saber que no quería conocer el resto!
