A pesar de todo te conozco bien y estoy seguro que ese taller te hubiera encantado. El lugar, la gente, la dinámica, todo!
Pero ahora te lo tengo que contar así, impersonal, como si nunca hubiéramos reído juntos, como si nunca hubiéramos compartido sueños, como si fueras sólo producto de mi imaginación.
Todos los días sigo esperando que sean pasadas las 9 para que desayunes y saludarte empezando así una de esas conversaciones que duraban horas, donde podíamos pasar de lo más trivial a lo más profundo en segundos, donde podía adivinar tus respuestas. Todavía hay cosas que espero contarte, cosas que a nadie más le puedo decir, pero ya no estás.
Creo que me desvíe un poco del tema, como siempre me pasa.