Confieso que me preocupa mi cita con el rodillólogo…ni modo, por atarantada e impaciente, creo que metí las de andar…
Confieso que…la situación se me complica, y me enoja, y me asusta, y me vuelve a enojar pfffff…voy a solucionarlo o morir en el intento.
Confieso que me haces tantísima falta, ayer estuve piense y piense, la verdad eras mi fuerte roca en la qué refugiarme, desearía tanto poder recostarme en tu regazo y que mientras jugaras con mi cabello, me escucharas, y me pudieras aconsejar, ¿cómo no extrañarte? Sé que me enojaba porque jugabas con mis rizos y me enredabas todo el cabello, ja ja a veces la tijera era mi única aliada… y sé que en el fondo era tu diversión, y tu manera de chinearme, lo sé…ahora, que ya no te tengo para que me escuches…pasan los años….y no hay un solo día en el que no piense en ti, y en éstos días…aún más, me duele el corazón, y no tengo mi abrazo mágico para que se me cure…te amomo Gordito.
Confieso que cada día, me identifico más con éste poema…
“Anda placidamente entre el ruido y la prisa,
y recuerda la paz que puede haber en el silencio.
…
Tampoco seas cínico sobre el amor,
porque entre los rostros de la aridez y el desencanto
el amor es perenne como la hierba…
Toma agradablemente el consejo de los años,
renunciando sin amarguras a las cosas de la juventud.
Cultiva fuerza de espíritu
para protegerte de las desgracias repentinas
…
Por lo tanto mantente en paz con Dios,
cualquiera que sea la forma en que lo concibas.
…
guarda paz en tu alma.
Con toda su maldad, dificultad y sueños rotos
el mundo es aun hermoso.
Sé alegre. Esfuérzate por ser feliz…”