Que se ize una bandera en acto de solidaridad llamando a la no discriminación, un simbolismo para una minoría anunciando que Costa Rica es una país tolerante, que aquí no se castiga con prisión ni muerte a las personas homosexuales; genere tanta indignación y odio es algo que verdaderamente me asusta.
Veo personas defendiendo a la familia tradicional (personas que pertenecen a una religión que tiene como dogma la poligamia) como si por arte de magia todo el mundo se convirtiera en homosexual poniendo fin a la existencia de la humanidad sobre la faz de la tierra porque no podrían procrear.
Personas divorciadas (casadas por la iglesia que juraron en el nombre de Dios amar a alguien hasta la muerte viviendo ahora en el adulterio) condenando a arder eternamente en la llamas del infierno a otros seres humanos por ser diferentes.
Personas (borrachos que le pegan a sus esposas) deseandole la muerte a otros por maricones o playos.
Hablan y comentan que Costa Rica está siguiendo el paso de otras naciones que han adoptado las mismas políticas de tolerancia y que vamos camino hacia la perdición. Me pregunto, querran vivir como en otros países donde todavía hay castigos de lapidación y horca no solo a los seres humanos que tienen preferencia sexual diferente sino también a los que tienen una religión diferente.
Llaman a los homosexuales aberraciones, para mi aberración es lo que leo todos los días en los periodicos sobre los heterosexuales: madres que abandonan a sus bebés en los caños, maridos que matan a sus esposas, padres que agreden a sus hijos al punto de llevarlos al hospital, mujeres que le niegan a sus padres ver a sus hijos por vengaza o dinero. Personas sembrando odio todos los dias.
En mi caso, me alegraría si en casa presidencial izaran la bandera de libertad de credo, la bandera de la No discriminación religiosa. Doy gracias a Dios que en Costa Rica las personas pueden creer en lo que quieran y tienen la libertad de congregarse, de no vivir como en otros países donde queman a los cristianos vivos o los mandan a la horca por reafirmar su fé.
Si quieren defender a la familia, ame a sus hijos, a su esposo, esposa, madre, padre, hermanos. Comparta su tiempo con ellos. No deje que se vaya un solo día sin dejarles saber que usted les quiere. No siembre odio. Amese a usted mismo. Ame a su prójimo. No sea un fariseo contemporáneo, no sea un juez de la moral condenando a otros al infierno. Eso no le toca usted.