La realidad del transporte ferroviario en Costa Rica, en particular en las provincias de Cartago y Heredia, nos invita a una reflexión profunda sobre la evolución del país desde los tiempos de la Guerra de Ochomogo. Este conflicto, un enfrentamiento civil que marcó la historia costarricense en 1823, dividió al país entre republicanos y monárquicos, dejando una herencia de divisiones que, de alguna manera, aún resuenan en la Costa Rica contemporánea.
Hoy, casi dos siglos después, encontramos en el uso del tren un curioso eco de aquellos días de división. Según datos recientes, los vecinos de Cartago y Heredia son los más asiduos usuarios del servicio de tren en el país. Durante el primer trimestre del año, el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) transportó a 930 mil personas, con la ruta entre Heredia y San José y la de Cartago destacándose por su alta demanda.
Este dato no es menor. Refleja no solo una preferencia logística o una decisión práctica de los habitantes de estas provincias, sino que también puede interpretarse como un símbolo de la resilencia y la capacidad de adaptación de estas comunidades. A pesar de las cicatrices del pasado y de los desafíos del presente, como lo evidencia la baja ocupación durante la Semana Santa, que no alcanzó el 50% de la capacidad del tren, los ciudadanos de Cartago y Heredia siguen apostando por soluciones colectivas y sostenibles para su movilidad.
La persistencia en el uso del tren en estas provincias puede ser vista como un acto de resistencia, un legado de aquellos tiempos en que Costa Rica se encontraba dividida pero, al mismo tiempo, buscaba su camino hacia la unidad y el progreso. Es un recordatorio de que, aunque las batallas de ayer hayan terminado, las comunidades continúan luchando por un futuro mejor, eligiendo medios de transporte que, aunque no perfectos, representan un paso hacia la sostenibilidad y la cohesión social.
En este contexto, la situación actual del tren en Cartago y Heredia no solo nos habla del estado de la infraestructura de transporte del país, sino que también nos invita a reflexionar sobre la historia, la identidad y la resiliencia de estas comunidades. A través del tren, estas provincias no solo se desplazan físicamente, sino que también avanzan hacia la superación de viejas divisiones, hacia la construcción de un futuro más integrado y sostenible para todos los costarricenses.
Hoy, casi dos siglos después, encontramos en el uso del tren un curioso eco de aquellos días de división. Según datos recientes, los vecinos de Cartago y Heredia son los más asiduos usuarios del servicio de tren en el país. Durante el primer trimestre del año, el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) transportó a 930 mil personas, con la ruta entre Heredia y San José y la de Cartago destacándose por su alta demanda.
Este dato no es menor. Refleja no solo una preferencia logística o una decisión práctica de los habitantes de estas provincias, sino que también puede interpretarse como un símbolo de la resilencia y la capacidad de adaptación de estas comunidades. A pesar de las cicatrices del pasado y de los desafíos del presente, como lo evidencia la baja ocupación durante la Semana Santa, que no alcanzó el 50% de la capacidad del tren, los ciudadanos de Cartago y Heredia siguen apostando por soluciones colectivas y sostenibles para su movilidad.
La persistencia en el uso del tren en estas provincias puede ser vista como un acto de resistencia, un legado de aquellos tiempos en que Costa Rica se encontraba dividida pero, al mismo tiempo, buscaba su camino hacia la unidad y el progreso. Es un recordatorio de que, aunque las batallas de ayer hayan terminado, las comunidades continúan luchando por un futuro mejor, eligiendo medios de transporte que, aunque no perfectos, representan un paso hacia la sostenibilidad y la cohesión social.
En este contexto, la situación actual del tren en Cartago y Heredia no solo nos habla del estado de la infraestructura de transporte del país, sino que también nos invita a reflexionar sobre la historia, la identidad y la resiliencia de estas comunidades. A través del tren, estas provincias no solo se desplazan físicamente, sino que también avanzan hacia la superación de viejas divisiones, hacia la construcción de un futuro más integrado y sostenible para todos los costarricenses.
