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Wilas

Microrrelatos foreros

--¿Conoces la historia de don Genaro? -dijo conmovida Melania-, es una historia muy triste, me enteré hace unas semanas cuando le llegó un sobre misterioso y ese mismo día sufrió un ataque al corazón casi fulminante, los doctores dijeron que por su avanzada edad el corazón ya empieza a fallar, pero él me contó la verdad.

--Amó con tanta intensidad a una mujer que nunca supo que existía y los años de sufrimiento le dejaron totalmente vacío -continuó Melania-. Cuando decidió que era suficiente y la única forma de tener algo parecido a una vida era irse le escribió una carta:



“Pero tu no lo deseas, ni siquiera te hace falta
¿Cómo puedes extrañar algo que nunca has sentido?
Pasarás por esta vida sin saber qué es el amor
No sabrás lo que es un beso que te robe la razón
Podría amarte pero no, ya no tengo más que darte
Y me marcho aun sabiendo que yo a ti podría amarte”



--Lo peor de todo es lo que se puede leer en la carta con otra letra y otra tinta, fue lo que le escribió Valeria y lo que casi le provoca la muerte a don Genaro: “también te amé en silencio, pero te marchaste…”
 
Conoces la historia de don Genaro?, pregunto conmovida, la mujer que así hablaba estaba sentada en el suelo entre un basurero y una saliente de una pared, y su interlocutor era una curiosa acumulación de botellas de vidrio de distintas formas que se había tomado el tiempo de apilar hasta lograr aquella forma curiosa que a manera de gran final tenía en su cúspide una botella grande de color ámbarvacía cuyo contenido fue cuando nueva alguna sustancia con un nombre que la mujer desistió de pronunciar a los tres intentos. Ella que ya tenía tiempo recorriendo aquello sitios reconocía aquel como el mejor, si bien la basura daba un ambiente no muy fragante, era al menos un sitio donde el calor parecía almacenarse en aquella pared y solo ese detalle estaba por encima de cualquier inconveniente, el tal don Genaro que mencionaba no era más que un tranquilo anciano que en sus inicios en la calle le había servido de valiosa guía, le mostro donde ir, que sitios evadir, donde comer, donde dormir e hasta cuales de sus compañeros de infortunio debía evitar, incluso en aquella época se preguntóqué haría sin él, y ahora después de que el cadáver del buen don Genaro fuera recogido de una acera donde cayó fulminado de improviso se veía en la obligación de encontrar esa respuesta.
Las sinceras lagrimas por aquella perdida se habían ido, mas no la pena y el temor al sentirse desamparada, le hubiera gustado saber qué hora era pero prefería no tener que moverse de su tranquilo rincón, y es que de querer saber con exactitud la hora se vería en la necesidad de ir hasta el reloj que en lo alto de una columna anunciaba sus minutos y horas a todo el que quisiera levantar la vista para mirarlo. A ella aquel reloj le agradaba y cuando lo veía se imaginaba escuchar el sonido de su mecanismo al girar de forma constante, ajeno al desesperante sonido de la urbe; no podía saberlo pero el reloj en ese momento marcaba las 11: 13 minutos de la noche, al mismo tiempo que un hombre alto y calvo cruza cerca de ahí, mirando absorto la pantalla de su teléfono.
La verdad sea dicha para aquella mujer el tiempo era quizá la única cosa que aun la unía a la sociedad porque el tiempo era tan democrático como la muerte, algunos tienen más, algunos tienen menos pero todos eran influidos por él , escucho unos pasos e instintivamente se encogió en su sitio, los pasos sonaban apresurados y al acercarse supo que quien viniera por la calle calzaba zapatos y no tenis o tacones, apretándose contra la pared y solo mirando con un ojo vio pasar rápido un hombre de anteojos con un maletín que parecía pesado, y luego solo el sonido de los pasos alejándose. No paso mucho tiempo hasta que varios sonidos alarmantes le llegaran desde la calle, eran gritos y risas, insultos y silbidos, aquello la asusto un tanto más, pero no era la primera vez que escuchaba algo como aquello, sin duda un grupo de borrachos trasnochadores queriendo continuar su juerga.
Ciertamente no tuvo suerte porque al pasar el grupo frente a laentrada de su estrecho escondrijo, uno de aquellos borrachos cayo de bruces y al levantarse la descubrió a pesar de su empeño de esconderse, no recordaba la última vez que había sentido tanto miedo porque sabía que se encontraba atrapada, la única salida estaba bloqueada y ahora un grupo de hombres alcoholizados la miraban con burla y curiosidad, su temor era suficiente como para no poder entender su hablar atropellado y ruidoso y no le quedaba más que mirarlos con los ojos abiertos de temor sin poder responderles.
Cuanto tiempo había pasado ya? El hombre no apresuraba más el paso porque ya casi corría, y aunque era de agradecer que a esas horas no hubiera mucha gente en la calle élsabía que muchos de los que aun permanecían en ella no eran precisamente personas ejemplares, casi sonrió ante la ironía de aquel pensamiento porque él durante gran parte de su vida se había codeado con esa clase de gente, y la verdad el mismo ya era como ese tipo de gente. Fue una decisión apresurada y al momento no le pareció tan malo, al tomar un poco de dinero y uno de aquellos paquetes que tan bien conocía por dedicarse a contarlos para sus jefes no creyó que fueran a notarse, y sin embargo había ocurrido. Subestimo a sus jefes por creer que verdaderamente que le habían dado un margen de confianza suficiente para aquella maniobra, pero no había sido así, ahora lo que le quedaba era escapar tan rápido como pudiera y contactar con quien pudiera protegerlo, no tenía el celular por haberlo tirado en cuanto empezó a sonar de forma insistente cuando había salido apresuradamente del almacén, pero recordaba la dirección, así todo se reducía a llegar allá a como diera lugar, en verdad su vida dependía de eso.
De nuevo la sensación de hastió que le inundaba y el solo quería comer e irse a dormir temprano, el hombre calvo camina siguiendo las instrucciones que por llamadas y mensaje de texto llegan a cada momento, no podía evitar sentirse viejo cuando le costaba tanto utilizar los GPS de los teléfonos o descifrar los secretos de los aparatos electrónicos con la misma pasmosa facilidad que los adolescentes o incluso los niños pequeños, era casi humillante. Pero bueno esa también era una de las herramientas de su trabajo, solo un poco más se dijo, si completo dos tres años más con lo ahorrado me puedo ir; así aquel pensamiento era lo que le daba ánimos en situaciones como aquella, tenía que tomar un vuelo dentro de unas horas, tenía que presentarse ante un conocido que le consiguió un trabajo nuevo. Algo más complicado que lo que estaba haciendo en ese momento, pero nada que no hubiera hecho antes, cruzo ante la fuente en cuyo centro se yergue una columna con un relojy siguió hasta la próxima cuadra en cuya esquina se detuvo y se recargó al tiempo que miraba la calle desierta.
Vio hasta ese momento la fuente y el reloj sobre la columna que a esa distancia no podía leer, bajo la vista a su propio reloj y las agujas marcaban las 11:15,prefería aquel reloj que el de su teléfono por esa desconfianza que los dispositivos de ese tipo le generaban, era una suerte que aun hoy en día el reloj de agujas fuera popular e incluso se le consideraba elegante. Ya era un hecho que no podría dormir nada antes de irse constato con pesar al levantar la mirada de la esfera, incluso tenía tiempo solo para cobrar y luego regresar a buscar sus cosas y salir, el tiempo que le quedaba de margen no le servía para nada más que sentarse a esperar en el aeropuerto, siendo así ya en el avión pediría algo fuerte para poder dormirse aunque fuera incomodo, en ese momento finalmente lo vio acercarse rápido por la calle y detenerse a mirar en todas las direcciones, poco después la vibración del teléfono le indico de la entrada de un nuevo mensaje, el hombre calvo suspiro ante la tardía llegada del mismo, así que ni se molestó en leerlo, el hombre del maletín había reanudado el camino y se dirigía hacia él, seguro ya de la ruta de su objetivo y viendo que no hubiera nadie cerca el hombre calvo saco un revolver y espero, ya podía escuchar los pasos que se aproximaban; aquella arma era también una declaración de su gusto por las cosas no tan modernas pero funcionales, la mayoría de sus colegas no usaban armas de aquel tipo e incluso se burlaban de aquella tildándola de antigua, pero aun asítenía en sus palabras la reconfortante tranquilidad de lo que ha funcionado por mucho tiempo, no se equivocó porque demostró nuevamente su punto cuando alzo el arma y luego del estampido del disparo el hombre del maletín caía sobre este, muerto incluso antes de llegar al suelo, el guardar el arma tomar el maletín y encaminarse a la esquina donde sería fácil buscar un taxi no le demoro demasiado tiempo, en tanto casi al mismo tiempo relativamente cerca de ahí varios hombres no alcanzaron a escuchar el sonido, quizá por el ruido agudo de varias botellas de vidrio al hacerse añicos contra el suelo de un estrecho espacio junto a la calle.
 
Conoces la historia de don Genaro?, pregunto conmovida, la mujer que así hablaba estaba sentada en el suelo entre un basurero y una saliente de una pared, y su interlocutor era una curiosa acumulación de botellas de vidrio de distintas formas que se había tomado el tiempo de apilar hasta lograr aquella forma curiosa que a manera de gran final tenía en su cúspide una botella grande de color ámbarvacía cuyo contenido fue cuando nueva alguna sustancia con un nombre que la mujer desistió de pronunciar a los tres intentos. Ella que ya tenía tiempo recorriendo aquello sitios reconocía aquel como el mejor, si bien la basura daba un ambiente no muy fragante, era al menos un sitio donde el calor parecía almacenarse en aquella pared y solo ese detalle estaba por encima de cualquier inconveniente, el tal don Genaro que mencionaba no era más que un tranquilo anciano que en sus inicios en la calle le había servido de valiosa guía, le mostro donde ir, que sitios evadir, donde comer, donde dormir e hasta cuales de sus compañeros de infortunio debía evitar, incluso en aquella época se preguntóqué haría sin él, y ahora después de que el cadáver del buen don Genaro fuera recogido de una acera donde cayó fulminado de improviso se veía en la obligación de encontrar esa respuesta.
Las sinceras lagrimas por aquella perdida se habían ido, mas no la pena y el temor al sentirse desamparada, le hubiera gustado saber qué hora era pero prefería no tener que moverse de su tranquilo rincón, y es que de querer saber con exactitud la hora se vería en la necesidad de ir hasta el reloj que en lo alto de una columna anunciaba sus minutos y horas a todo el que quisiera levantar la vista para mirarlo. A ella aquel reloj le agradaba y cuando lo veía se imaginaba escuchar el sonido de su mecanismo al girar de forma constante, ajeno al desesperante sonido de la urbe; no podía saberlo pero el reloj en ese momento marcaba las 11: 13 minutos de la noche, al mismo tiempo que un hombre alto y calvo cruza cerca de ahí, mirando absorto la pantalla de su teléfono.
La verdad sea dicha para aquella mujer el tiempo era quizá la única cosa que aun la unía a la sociedad porque el tiempo era tan democrático como la muerte, algunos tienen más, algunos tienen menos pero todos eran influidos por él , escucho unos pasos e instintivamente se encogió en su sitio, los pasos sonaban apresurados y al acercarse supo que quien viniera por la calle calzaba zapatos y no tenis o tacones, apretándose contra la pared y solo mirando con un ojo vio pasar rápido un hombre de anteojos con un maletín que parecía pesado, y luego solo el sonido de los pasos alejándose. No paso mucho tiempo hasta que varios sonidos alarmantes le llegaran desde la calle, eran gritos y risas, insultos y silbidos, aquello la asusto un tanto más, pero no era la primera vez que escuchaba algo como aquello, sin duda un grupo de borrachos trasnochadores queriendo continuar su juerga.
Ciertamente no tuvo suerte porque al pasar el grupo frente a laentrada de su estrecho escondrijo, uno de aquellos borrachos cayo de bruces y al levantarse la descubrió a pesar de su empeño de esconderse, no recordaba la última vez que había sentido tanto miedo porque sabía que se encontraba atrapada, la única salida estaba bloqueada y ahora un grupo de hombres alcoholizados la miraban con burla y curiosidad, su temor era suficiente como para no poder entender su hablar atropellado y ruidoso y no le quedaba más que mirarlos con los ojos abiertos de temor sin poder responderles.
Cuanto tiempo había pasado ya? El hombre no apresuraba más el paso porque ya casi corría, y aunque era de agradecer que a esas horas no hubiera mucha gente en la calle élsabía que muchos de los que aun permanecían en ella no eran precisamente personas ejemplares, casi sonrió ante la ironía de aquel pensamiento porque él durante gran parte de su vida se había codeado con esa clase de gente, y la verdad el mismo ya era como ese tipo de gente. Fue una decisión apresurada y al momento no le pareció tan malo, al tomar un poco de dinero y uno de aquellos paquetes que tan bien conocía por dedicarse a contarlos para sus jefes no creyó que fueran a notarse, y sin embargo había ocurrido. Subestimo a sus jefes por creer que verdaderamente que le habían dado un margen de confianza suficiente para aquella maniobra, pero no había sido así, ahora lo que le quedaba era escapar tan rápido como pudiera y contactar con quien pudiera protegerlo, no tenía el celular por haberlo tirado en cuanto empezó a sonar de forma insistente cuando había salido apresuradamente del almacén, pero recordaba la dirección, así todo se reducía a llegar allá a como diera lugar, en verdad su vida dependía de eso.
De nuevo la sensación de hastió que le inundaba y el solo quería comer e irse a dormir temprano, el hombre calvo camina siguiendo las instrucciones que por llamadas y mensaje de texto llegan a cada momento, no podía evitar sentirse viejo cuando le costaba tanto utilizar los GPS de los teléfonos o descifrar los secretos de los aparatos electrónicos con la misma pasmosa facilidad que los adolescentes o incluso los niños pequeños, era casi humillante. Pero bueno esa también era una de las herramientas de su trabajo, solo un poco más se dijo, si completo dos tres años más con lo ahorrado me puedo ir; así aquel pensamiento era lo que le daba ánimos en situaciones como aquella, tenía que tomar un vuelo dentro de unas horas, tenía que presentarse ante un conocido que le consiguió un trabajo nuevo. Algo más complicado que lo que estaba haciendo en ese momento, pero nada que no hubiera hecho antes, cruzo ante la fuente en cuyo centro se yergue una columna con un relojy siguió hasta la próxima cuadra en cuya esquina se detuvo y se recargó al tiempo que miraba la calle desierta.
Vio hasta ese momento la fuente y el reloj sobre la columna que a esa distancia no podía leer, bajo la vista a su propio reloj y las agujas marcaban las 11:15,prefería aquel reloj que el de su teléfono por esa desconfianza que los dispositivos de ese tipo le generaban, era una suerte que aun hoy en día el reloj de agujas fuera popular e incluso se le consideraba elegante. Ya era un hecho que no podría dormir nada antes de irse constato con pesar al levantar la mirada de la esfera, incluso tenía tiempo solo para cobrar y luego regresar a buscar sus cosas y salir, el tiempo que le quedaba de margen no le servía para nada más que sentarse a esperar en el aeropuerto, siendo así ya en el avión pediría algo fuerte para poder dormirse aunque fuera incomodo, en ese momento finalmente lo vio acercarse rápido por la calle y detenerse a mirar en todas las direcciones, poco después la vibración del teléfono le indico de la entrada de un nuevo mensaje, el hombre calvo suspiro ante la tardía llegada del mismo, así que ni se molestó en leerlo, el hombre del maletín había reanudado el camino y se dirigía hacia él, seguro ya de la ruta de su objetivo y viendo que no hubiera nadie cerca el hombre calvo saco un revolver y espero, ya podía escuchar los pasos que se aproximaban; aquella arma era también una declaración de su gusto por las cosas no tan modernas pero funcionales, la mayoría de sus colegas no usaban armas de aquel tipo e incluso se burlaban de aquella tildándola de antigua, pero aun asítenía en sus palabras la reconfortante tranquilidad de lo que ha funcionado por mucho tiempo, no se equivocó porque demostró nuevamente su punto cuando alzo el arma y luego del estampido del disparo el hombre del maletín caía sobre este, muerto incluso antes de llegar al suelo, el guardar el arma tomar el maletín y encaminarse a la esquina donde sería fácil buscar un taxi no le demoro demasiado tiempo, en tanto casi al mismo tiempo relativamente cerca de ahí varios hombres no alcanzaron a escuchar el sonido, quizá por el ruido agudo de varias botellas de vidrio al hacerse añicos contra el suelo de un estrecho espacio junto a la calle.
👌
 
Bueno, vamos a ver si por este lado levantamos un poco.

Alguien que quiera proponer la siguiente frase?
 
No recuerdo si hay alguna parecida, pero yo propongo la siguiente:

"Mientras caminaba por el callejón, entre las sombras observó lo que parecía ser..."
 
#1 en FACTURA ELECTRÓNICA
Mientras caminaba por el callejón, entre las sombras observó lo que parecía ser un hombre. Escaso cabello plateado, su anguloso esqueleto se marcaba en cada rincón de su roída ropa, su figura encorvada apenas se sostenía en pie, y ante sus ojos se derrumbó.

Su corazón frío y lleno de resentimiento trajo a su mente las palabras que siempre repetía al ver a un hombre en necesidad; "Seguramente fue un mal padre, un mal esposo, y por eso está aquí en la calle". El odio hacia su padre era capaz de tomar el rostro y cuerpo de cualquier indigente, para él todos eran ese ser despreciable.

Siguió su camino de lejos.
 
Me gustaron mucho los relatos anteriores.

Voy a buscarle un final rápido al mio, no me podido terminarlo por falta de tiempo. Buena frase Brisamarina! :)
 
-¿Conoces la historia de Don Genaro?- Pregunto conmovida Elisa a Mauricio, mientras observaba por la ventana del autobús en el que viajaban, a aquel anciano de mirada triste y andar melancólico.

-¿Te refieres al viejo del saco y sombrero blanco, ese que camina bajo la lluvia? He escuchado algo sobre él- Contesto Mauricio, un tanto desinteresado y con la intención de acabar la conversación lo antes posible, su mente se encontraba ocupada en otro asunto, pronto Elisa lo sabría.

-Es la historia más hermosa de amor que he escuchado, mi madre me la relato a mis quince años, cuando descubrió en mi diario que me encontraba enamorada de un compañero de clase. De ahí en adelante, cada ocasión en la que me sentía triste o desilusionada, corría a los brazos de mi madre y le pedía que me narrara la historia de Don Genaro una y otra vez, sin embargo tiene un triste final…- Elisa ya había comenzado su relato, en su voz se distinguían pinceladas de emoción.

Por más que Mauricio lo intentaba, no lograba dar lógica ni sentido a las palabras que salían una tras otra de la boca de Elisa, no lograba concentrarse en lo que ella narraba, su mente no se encontraba ahí, sus emociones lo dominaban.

Pronto Elisa comprendió que no estaba siendo escuchada, se sintió un poco disgustada y recordó como en los últimos días Mauricio parecía no prestarle atención, su enojo fue subiendo a medida que hablaba y decidió no soportar más. Se levanto rápidamente de su asiento y se dirigió directamente a la parte delantera del autobús, fue ahí donde solicito al chofer que detuviera el vehículo, bajo rápidamente y si enrumbo en dirección contraria sin mirar atrás.

Mauricio se encontraba consternado por lo que acababa de suceder, sabía que Elisa estaba siendo injusta y que él no merecía pasar por dicha situación, menos aun cuando en su corazón únicamente albergaba sentimientos de amor hacia ella. Se debatía entre el orgullo y la impotencia, sabía que de dejarla ir, estaría dejando escapar su oportunidad de ser feliz, de cimentar lo que en mil y una noches había soñado junto a ella. Pero si la seguía, tendría que confesarle su amor y la sola idea del rechazo lo hacía estremecer hasta la fibra mas sensible de su ser. Ella fue su vida desde que la vio por primera vez entrar a su clase de filosofía, había gozado de la dicha de ganarse su confianza y convertirse en su amigo. ¿Valdría la pena arriesgarse? Su corazón le decía que si, que fuese en busca de ella, su razón le decía que no, que fuese cauto, que esperara.

Fue en ese preciso momento en el que Mauricio sintió como alguien tiraba de su oreja, volteo la mirada hacia su derecha y se encontró con los ojos acusadores y el rostro arrugado de una anciana, que con voz severa y quebrantada por los años, le dijo; No cometas los errores del orgullo y la razón, anda y búscala, encuéntrala y dile lo mucho que la amas. No hay peor castigo que vivir sin un amor que lo pudo haber sido todo, pero que no lo fue.

Era la señal que Mauricio había estado esperando, se levanto de un brinco de su haciendo, dos brincos mas y ya se encontraba en la acera del frente, miro a su alrededor tratando de encontrarla, pero lo único que vio fueron algunas figuras borradas por la lluvia, que caída cada vez con mayor fuerza y constancia.

Al fin, la encontró. Corrió, corrió tan rápido y ligero como le fue posible, levanto a sus pasos miles y miles de gotas a su alrededor. Llego y se planto justo delante de ella -Elisa- grito.

-No seas así Eli, debes tenerme paciencia, no fue mi intención, tan solo es que…- Dijo Mauricio con la voz totalmente irreconocible, resultado de una mezcla de emociones entre felicidad, tristeza, anhelo y deseo.

- Tan solo perdí el control, es que siento que últimamente no soy importante para ti, ¿Es eso? Dime Mao, necesito saberlo- En sus gestos se lograba reconocer el dolor que experimentaba Elisa.

¡Fue ese el instante, fue ese el momento donde todo estallo y se conjugo! Era ahora o nunca, pensó Mauricio. Levanto su mano izquierda lo más lentamente que le fue posible y la dirigió directamente a la mejilla derecha de Elisa, que se estremecía al no saber cómo reaccionar. Con un tierno gesto, deslizo suavemente sus dedos a través de aquel fino, frágil y palpitante cuello. Respiro hondo y dirigió su mirada directamente a aquellos dos grandes y hermosos ojos que le miraban con atención, trato de descubrir en ellos los sentimientos que albergaban hacia él. Se ilusiono al reconocer destellos de ternura y amor, de simpatía y cariño. Estaba seguro que sería correspondido, eso le animo.

Inclino lentamente su rostro hacia el de ella, se acerco suavemente directo a sus labios y sintió, se estremeció, al fin lo había hecho, lo que tanto había soñado. Ambos querían detener el tiempo, ambos querían conservar el momento y revivirlo al pasar de los años. Sus labios se acariciaban y humedecían los unos a los otros, un baile de labios carnosos, traviesos y ricos movimientos de lenguas, uno que otro pícaro mordiscos de labios, justo tal cual lo había soñado, mejor de lo que había imaginado. Sentía su respiración aumentar conforme pasaban los minutos, únicamente superado por los latidos de Elisa, y marcados por el temblar de sus pechos. La sensación era deliciosa, alucinante, fascinante. Quiso ir un poco más allá, intentar algo nuevo. Levanto su otra mano y la coloco en la delgada cintura de Elisa, fue un moviendo rápido y seguro. La tomo con fuerza y la atrajo hacia él, sus cuerpos ahora se encontraban unidos, las sensaciones iban cambiando poco a poco, todo se hacía más carnal, algo mas instintivo. Elisa dejo escapar un ligero pero sentido suspiro, seguido de una frase.


-Te he amado, como nunca he amado a nadie, pero he tenido que hacerlo en silencio- Los ojos de Elisa fueron inundándose en lágrimas, estas eran diferentes a las anteriores, eran de felicidad.

-Me alegra saber eso- Contesto Mauricio. Soy el hombre más afortunado del mundo. Bueno, quizás menos que Don Genaro, me cuentas de nuevo la historia?

-No es necesario, ahora escribiéremos la nuestra- En el rostro de Elisa se deslumbraba felicidad, felicidad por el porvenir, por lo que pudo ser y lo que fue.
 
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Mientras caminaba por el callejón, entre las sombras observó lo que parecía ser un hombre. Escaso cabello plateado, su anguloso esqueleto se marcaba en cada rincón de su roída ropa, su figura encorvada apenas se sostenía en pie, y ante sus ojos se derrumbó.

Su corazón frío y lleno de resentimiento trajo a su mente las palabras que siempre repetía al ver a un hombre en necesidad; "Seguramente fue un mal padre, un mal esposo, y por eso está aquí en la calle". El odio hacia su padre era capaz de tomar el rostro y cuerpo de cualquier indigente, para él todos eran ese ser despreciable.

Siguió su camino de lejos.


Muy buen aporte Chica, gracias! Espero que siga escribiendo.
 
No se si se acuerden de mis otros relatos, pero sigo con la historia de Marcos xD

Mientras caminaba por el callejón, entre las sombras observó lo que parecía ser su cena, una pareja se fajaba con esmero, lejos de la moralidad cotidiana. Hacía mucho tiempo que Marcos había abandonado la casa de sus padres, tenía 20 años de no muerto ya, y estaba nostálgico, la semana pasada se había enterado que Anastasia se había casado, y su humor no era el mejor en esos días, con desinterés avanzó hábilmente entre los estañones de basura sin producir el mayor ruido.
Se acercó a la pareja que para ese entonces ya se habían desvestido de la cintura para arriba, con un movimiento rápido noqueó a la pareja y procedió a beber su sangre, por su sabor detecto que el chico era virgen la chica no, había aprendido a no matar a su presa, hacia más fácil el salir a cazar, ya que había menos policías en las calles y evitaba el tener que matarlos si lo agarraban haciendo de las suyas, una sensación de ser observado lo detuvo, observo y vio una sombra desaparecer, -que raro pensó- no lo escuche venir se incorporó y se hizo uno con las sombras.
Carlos corría por la calle hasta el coche de su compañero, a media vos por la agitación le dijo por la venta –Miguel lo he visto, pasar se metió al callejón tal y como lo dijiste- Miguel sonrió-prepárate hoy es el día. Carlos instintivamente se colocó la mano dentro de la chaqueta, una Walter ppk relucía en una funda de cuero, del mango relucía en dorado las letras “OS”, mientras tanto Miguel se bajó del auto encendió un cigarro y camino lenta pero decididamente hacia el callejón
Al acercarse Miguel se abrió la gabardina y saco dos dagas plateadas con runas talladas-ándate con cuidado huelo la sangre desde aquí- son más peligrosos recién alimentados, Carlos sudaba mientras veía a un tipo agachado sobre dos personas, no podía verlo bien estiro el cuello y sintió un brazo que lo jalo hacia abajo, Miguel con el dedo le indicaba que se ocultara, y así lo hizo, pero al levantar la vista no había nadie el tipo había desaparecido
--Parece que llego el postre – dijo Marcos a espalda de Carlos, este palideció al verlo un hombre alto pálido como luna con ropas oscuras una sonrisa amplia de donde chorreaba gotas de sangre, -como llego ahí pensó- y donde esta Miguel!!! – saco su arma rápidamente sin embargo Marcos era más rápido de una patada lo mando 2 metros dentro del callejón, Carlos al caer pudo sentir como la patada le había fracturado al menos una costilla, agitado volvió meter la mano hacia la funda pero el arma estaba tirada a unos metros de él.
Marcos sonriendo se acercó como quien juega con la el ultimo pedazo de carne porque quiere disfrutar de su sabor, - detente maldito le grito Carlos-- tranquilo tranquilo no te agites mucho no me gusta cuando saben a miedo se agacho para agarrarlo pero en ese momento vio el reflejo de una hoja y con un movimiento rápido se corrió hacia un lado, sin embargo no fue lo suficientemente rápido de las dos dagas una lo impacto en el brazo izquierdo , el dolor que sintió no lo recordaba tenía 20 años de no sentir un dolor como ese ,se volvió y vio a un hombre alto , moreno que sonría mientras sostenía entre sus labios un cigarrillo
- Hola chaval – hasta aquí te llego el jueguito, Marcos lo vio y sonrió – no sabía que la policía usara dagas , exclamo- en eso tienes razón dijo miguel -no las usa- quien dice que somos policías, marco volvió a ver las armas nunca había visto dagas con símbolos,
Miguel volvió atacar rápidamente , Marcos apenas pudo esquivarlos, como es que un humano es tan rápido pensó , mierda si me vuelve a agarrar una hoja de esas no va a ser algo bonito, respondió el ataque golpeo a miguel rápidamente sin embargo uno de los golpes fue esquivado y el otro pese a impactar a miguel en el estómago no pareció afectarlo, miguel lo seguía atacando rápidamente con sus dagas hasta que llego a impactarlo en una de sus piernas , con un gesto de dolor Marcos se incorporó , molesto, quien eres dijo con una sonrisa un poco forzada en su cara
Eso no te incumbe impuro, pronto lo averiguaras
 
-¿Conoces la historia de Don Genaro?- Pregunto conmovida Elisa a Mauricio, mientras observaba por la ventana del autobús en el que viajaban, a aquel anciano de mirada triste y andar melancólico.

-¿Te refieres al viejo del saco y sombrero blanco, ese que camina bajo la lluvia? He escuchado algo sobre él- Contesto Mauricio, un tanto desinteresado y con la intención de acabar la conversación lo antes posible, su mente se encontraba ocupada en otro asunto, pronto Elisa lo sabría.

-Es la historia más hermosa de amor que he escuchado, mi madre me la relato a mis quince años, cuando descubrió en mi diario que me encontraba enamorada de un compañero de clase. De ahí en adelante, cada ocasión en la que me sentía triste o desilusionada, corría a los brazos de mi madre y le pedía que me narrara la historia de Don Genaro una y otra vez, sin embargo tiene un triste final…- Elisa ya había comenzado su relato, en su voz se distinguían pinceladas de emoción.

Por más que Mauricio lo intentaba, no lograba dar lógica ni sentido a las palabras que salían una tras otra de la boca de Elisa, no lograba concentrarse en lo que ella narraba, su mente no se encontraba ahí, sus emociones lo dominaban.

Pronto Elisa comprendió que no estaba siendo escuchada, se sintió un poco disgustada y recordó como en los últimos días Mauricio parecía no prestarle atención, su enojo fue subiendo a medida que hablaba y decidió no soportar más. Se levanto rápidamente de su asiento y se dirigió directamente a la parte delantera del autobús, fue ahí donde solicito al chofer que detuviera el vehículo, bajo rápidamente y si enrumbo en dirección contraria sin mirar atrás.

Mauricio se encontraba consternado por lo que acababa de suceder, sabía que Elisa estaba siendo injusta y que él no merecía pasar por dicha situación, menos aun cuando en su corazón únicamente albergaba sentimientos de amor hacia ella. Se debatía entre el orgullo y la impotencia, sabía que de dejarla ir, estaría dejando escapar su oportunidad de ser feliz, de cimentar lo que en mil y una noches había soñado junto a ella. Pero si la seguía, tendría que confesarle su amor y la sola idea del rechazo lo hacía estremecer hasta la fibra mas sensible de su ser. Ella fue su vida desde que la vio por primera vez entrar a su clase de filosofía, había gozado de la dicha de ganarse su confianza y convertirse en su amigo. ¿Valdría la pena arriesgarse? Su corazón le decía que si, que fuese en busca de ella, su razón le decía que no, que fuese cauto, que esperara.

Fue en ese preciso momento en el que Mauricio sintió como alguien tiraba de su oreja, volteo la mirada hacia su derecha y se encontró con los ojos acusadores y el rostro arrugado de una anciana, que con voz severa y quebrantada por los años, le dijo; No cometas los errores del orgullo y la razón, anda y búscala, encuéntrala y dile lo mucho que la amas. No hay peor castigo que vivir sin un amor que lo pudo haber sido todo, pero que no lo fue.

Era la señal que Mauricio había estado esperando, se levanto de un brinco de su haciendo, dos brincos mas y ya se encontraba en la acera del frente, miro a su alrededor tratando de encontrarla, pero lo único que vio fueron algunas figuras borradas por la lluvia, que caída cada vez con mayor fuerza y constancia.

Al fin, la encontró. Corrió, corrió tan rápido y ligero como le fue posible, levanto a sus pasos miles y miles de gotas a su alrededor. Llego y se planto justo delante de ella -Elisa- grito.

-No seas así Eli, debes tenerme paciencia, no fue mi intención, tan solo es que…- Dijo Mauricio con la voz totalmente irreconocible, resultado de una mezcla de emociones entre felicidad, tristeza, anhelo y deseo.

- Tan solo perdí el control, es que siento que últimamente no soy importante para ti, ¿Es eso? Dime Mao, necesito saberlo- En sus gestos se lograba reconocer el dolor que experimentaba Elisa.

¡Fue ese el instante, fue ese el momento donde todo estallo y se conjugo! Era ahora o nunca, pensó Mauricio. Levanto su mano izquierda lo más lentamente que le fue posible y la dirigió directamente a la mejilla derecha de Elisa, que se estremecía al no saber cómo reaccionar. Con un tierno gesto, deslizo suavemente sus dedos a través de aquel fino, frágil y palpitante cuello. Respiro hondo y dirigió su mirada directamente a aquellos dos grandes y hermosos ojos que le miraban con atención, trato de descubrir en ellos los sentimientos que albergaban hacia él. Se ilusiono al reconocer destellos de ternura y amor, de simpatía y cariño. Estaba seguro que sería correspondido, eso le animo.

Inclino lentamente su rostro hacia el de ella, se acerco suavemente directo a sus labios y sintió, se estremeció, al fin lo había hecho, lo que tanto había soñado. Ambos querían detener el tiempo, ambos querían conservar el momento y revivirlo al pasar de los años. Sus labios se acariciaban y humedecían los unos a los otros, un baile de labios carnosos, traviesos y ricos movimientos de lenguas, uno que otro pícaro mordiscos de labios, justo tal cual lo había soñado, mejor de lo que había imaginado. Sentía su respiración aumentar conforme pasaban los minutos, únicamente superado por los latidos de Elisa, y marcados por el temblar de sus pechos. La sensación era deliciosa, alucinante, fascinante. Quiso ir un poco más allá, intentar algo nuevo. Levanto su otra mano y la coloco en la delgada cintura de Elisa, fue un moviendo rápido y seguro. La tomo con fuerza y la atrajo hacia él, sus cuerpos ahora se encontraban unidos, las sensaciones iban cambiando poco a poco, todo se hacía más carnal, algo mas instintivo. Elisa dejo escapar un ligero pero sentido suspiro, seguido de una frase.


-Te he amado, como nunca he amado a nadie, pero he tenido que hacerlo en silencio- Los ojos de Elisa fueron inundándose en lágrimas, estas eran diferentes a las anteriores, eran de felicidad.

-Me alegra saber eso- Contesto Mauricio. Soy el hombre más afortunado del mundo. Bueno, quizás menos que Don Genaro, me cuentas de nuevo la historia?

-No es necesario, ahora escribiéremos la nuestra- En el rostro de Elisa se deslumbraba felicidad, felicidad por el porvenir, por lo que pudo ser y lo que fue.
😊😊😊 muy bueno
 
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