Pablo AMO dijo:
En la vida asumimos diferentes roles, rol de hijo, rol de padre, rol de esposo entre otras. Por lo que la comparación del amor por una novia ó esposa, es muy diferente al amor a un hijo, a un padre ó el amor a DIOS.
Pienso que el compañero Pablo Amo vierte algunos conceptos de Eric Berne, autor de la teoría transaccional y juegos que juega la gente; los roles, donde desarrolla este concepto con exquisito detalle.
Los roles son papeles que representan los actores en una obra teatral, en este caso sería la vida misma. Algunos de estos roles son representados por jóvenes mientras desarrollan su personalidad y se acoplan al medio. Algunas personas siguen siendo actores toda la vida, otras superan esa etapa. Eric presenta una serie extensa de roles que el “actor” los evidencia como camisetas con eslogan como “yo, rebelde sin causa”, “yo salvador”, “yo descreído de la vida”, “yo sacrificado”, “yo benevolente”, “yo justiciero”, “yo místico”, etc y estructura un comportamiento acorde con su rol existencial en el que escribe su propio guion protagónico. Pero este no es el caso de todas las personas, la madures del carácter es precisamente no aceptar ni adosarse roles.
Cuando Eric se refiere Padre, Adulto, Niño, se refiere a estados transaccionales en la interacción, no a roles. Estos estados son intercambiables y marcan el curso de la interacción en tiempo. El estado padre es un estado de pretendida autoridad (serio), el estado niño es de pretendida dependencia (juguetón) y el estado transaccional adulto que seria el apropiado entre personas adultas, en el que se puede ser serio, juguetón y analítico de modo intercambiable sin pretender posturas de autoridad o dependencia. Es el “Yo estoy bien, tu estas bien”.
En el caso de la otra mitad, o la otra media naranja, es una analogía de lo que sería un acople entre dos personas. El comportamiento humano es reductible a tres variables: Nutrición, conservación de la integridad corporal y reproducción. Pienso que el componente sexual es el primario en la metáfora de la otra mitad y está asociado con una proteína que se da en los mamíferos y que tuvo una mutación en el ser humano haciéndola apta para establecer vínculos de largo término necesarios para el cuidado y protección de la descendencia que lleva más tiempo que en otras especies.
El mecanismo es algo similar a la dependencia de narcóticos con la diferencia que interviene la disparidad genética como el factor principal. Mas diferentes los genes, más fuerte la atracción… y a los genes no les importa un pepino si la otra persona tiene tal cultura, religión, comportamiento o ideas, sino lo que resultaría de esa recombinación potencial para la continuidad de la especie. De aquí es que se dice que el amor es ciego, porque ve lo que los ojos no alcanzan a ver. Pretender razonar entonces estos sentimientos tan complejos es prácticamente imposible… solo se pueden experimentar y luego tratar infructuosamente de responder a la pregunta de “por qué estoy envuelto en esta relación?”, aunque la respuesta está ahí… en los niños que juegan felices.