FERNANDO ARAYA Escritor 08:40 a.m. 28/05/2011
En “El gran diseño” Stephen Hawking y Leonard Mlodinow formulan tesis filosóficas que revelan vacíos e insuficiente explicación.
I. Una vieja idea . Así, por ejemplo, en el capítulo II, al explicar que las realidades estudiadas por las ciencias físico-matemáticas están regidas por leyes naturales, se concluye que a nivel socio-histórico opera lo mismo y, por lo tanto, la libertad es un engaño, “el libre albedrío – escriben los autores de “El gran diseño”– es solo una ilusión” (pág. 40). De acuerdo con esto no hay espacio para la libertad personal, la responsabilidad moral y la creatividad, prevalece un determinismo que todo lo abarca, incluido el comportamiento de las personas, sus ideas y sus historias.
Este planteamiento no se acompaña de un análisis de la historia humana que demuestre su veracidad, se trata de un enunciado general sin soporte experimental. Para que Hawking y Mlodinow ofrecieran tales pruebas les haría falta una teoría de la historia que como mínimo incluya política, economía, cultura y psicología, pero esta se encuentra por completo ausente en “El gran diseño”.
La tesis en cuestión, por otro lado, ha sido formulada muchas veces en distintas épocas, nunca ha estado fundamentada en pruebas suficientes y siempre sus consecuencias han resultado destructivas, en especial cuando algunos llegan a creerse encarnaciones de las leyes de la historia y el universo, razón por la cual los demás mortales les deben obediencia. “El gran diseño” está muy lejos de esta conclusión, pero es fácil imaginar la sonrisa de cualquier déspota al leer eso de que la libertad es un engaño.
II. ¿Ha muerto la filosofía? Hawking y Mlodinow dicen que “la filosofía ha muerto” (capítulo I, pág. 11). ¿Es eso cierto? No. Menciono algunas razones que así lo indican. Muchos científicos acostumbran utilizar conceptos filosóficos sin modificar su sentido original; áreas temáticas de la filosofía, tales como las teorías generales y especiales del conocimiento, la lógica y la ética, ocupan lugares sobresalientes en investigaciones científicas, sociales e históricas; el pensamiento político y económico encuentra en la filosofía una de sus fuentes principales; es comúnmente aceptado que la filosofía aporta a las ciencias un conjunto de postulados (aseveraciones aceptadas sin prueba) básicos para que estas justifiquen sus esfuerzos intelectivos. Una prueba adicional de que la filosofía no ha muerto la ofrece el mismo libro “El gran diseño” donde abundan los razonamientos filosóficos. Hawking y Mlodinow hacen filosofía a pesar de que afirman su muerte, y eso es una palpable incoherencia.
III. ¿Qué significa conocer? Concuerdo con lo escrito por Hawking y Mlodinow cuando explican lo que ellos denominan “realismo dependiente del modelo”, donde reiteran lo que sabemos desde Kant: que el conocimiento no se funda en la experiencia directa de la realidad en sí misma, sino en una experiencia fenoménica resultado de la interacción entre el mundo físico, los sentidos y la inteligencia. No obstante lo anterior, es confuso y desorientador afirmar, como hacen los autores de “El gran diseño”, que los “conceptos mentales son la única realidad que podemos conocer” (vea capítulo VIII, pág. 194). Según este pensamiento el conocimiento se reduce a un asunto de vocabulario, y lo que llamamos realidad no pasa de ser un conjunto ordenado de conceptos, de modo que la verdad, la falsedad y el error se intercambian según sean los conceptos que defendamos. A diferencia de la tesis referida estimo que al utilizar conceptos se pretende, entre otras cosas, conocer realidades que no son conceptuales; por eso es importante relacionar teorías con observaciones y pruebas experimentales.
De ahí el acierto del matemático y físico Roger Penrose al indicar que no es legítimo renunciar a la realidad o convertirla en una simple expresión linguística, “pues sin ella el universo objetivo, y con ello la totalidad de la ciencia, ¡se evapora ante nuestra mirada contemplativa!” (Vea “El camino a la realidad: Una guía completa de las leyes del universo”, pág. 686). Conocer es siempre conocer algo, linguístico o no, aun cuando ese algo sea de difícil y compleja aprehensión, este principio se fortalece aún más cuando la nueva física ofrece fundamento experimental a dos antiguas ideas: la que establece la unidad observador/observado (sujeto/objeto) como condición de la posibilidad del conocimiento, y aquella que postula la unidad de la mente y la materia en un único sistema de realidad. No obstante el equívoco de la frase transcrita al inicio de este apartado, estimo que Hawking y Mlodinow comparten lo que acabo de afirmar; a ellos no los imagino escribiendo “El gran diseño” creyendo que lo que dicen son solo conceptos referidos a otros conceptos que hablan de otros conceptos y así hasta el infinito.
IV. Una hipótesis. Algunos expertos en ventas publicitaron “El gran diseño” afirmando que en esa obra sus autores demuestran que Dios no existe. La verdad, sin embargo, es que este asunto ocupa un lugar secundario en las reflexiones de Hawking y Mlodinow. Ellos no discuten si Dios existe o no, se limitan a explicar que en su modelo cosmológico no es necesario para que el universo exista, porque este se origina en sus propias leyes físicas. Lo principal, entonces, es el modelo propuesto. Un universo autocontenido, sin fronteras, que se crea a sí mismo según sus leyes y es coexistente con universos paralelos, tal la tesis de los autores de “El gran diseño”. ¿Qué decir de ella? Lo mismo que Hawking y Mlodinow: se trata de una hipótesis que no ha sido confirmada por la observación, razón por la cual queda abierta la posibilidad de otras explicaciones alternativas.
V. Evitar el fanatismo. No dudo que la inteligencia humana encuentre respuesta a la pregunta ¿por qué existe algo y no más bien nada?, arribe a un modelo de universo verificable en la observación y llegue a demostrar la existencia o inexistencia de Dios. En ese momento nadie podrá ocultar su fanatismo o su negocio diciendo que Dios es un misterio al que la razón no tiene acceso, será el día cuando se pruebe lo que muchas veces se ha dicho: las realidades analizadas por las ciencias y el humanismo son la vía para verificar si lo que se llama Dios es un engaño o una sólida realidad. Mientras nos esforzamos para que ese instante llegue, debemos evitar que las limitaciones de la razón sean el pretexto que emplean algunos para negarla, y es necesario conversar sobre los temas que proponen Hawking, Mlodinow y muchos otros científicos y filósofos, libres del deseo dogmático, sectario, enfermizo y desequilibrado de que todos piensen y sientan del mismo modo. Lo que se busca no son creencias, sino conocimientos. A la larga “No hay nada que no pueda ser entendido” (Peter W. Atkins. La creación, pág. 1).
Diálogo con Hawking y Mlodinow - OPINIÓN - La Nación
En “El gran diseño” Stephen Hawking y Leonard Mlodinow formulan tesis filosóficas que revelan vacíos e insuficiente explicación.
I. Una vieja idea . Así, por ejemplo, en el capítulo II, al explicar que las realidades estudiadas por las ciencias físico-matemáticas están regidas por leyes naturales, se concluye que a nivel socio-histórico opera lo mismo y, por lo tanto, la libertad es un engaño, “el libre albedrío – escriben los autores de “El gran diseño”– es solo una ilusión” (pág. 40). De acuerdo con esto no hay espacio para la libertad personal, la responsabilidad moral y la creatividad, prevalece un determinismo que todo lo abarca, incluido el comportamiento de las personas, sus ideas y sus historias.
Este planteamiento no se acompaña de un análisis de la historia humana que demuestre su veracidad, se trata de un enunciado general sin soporte experimental. Para que Hawking y Mlodinow ofrecieran tales pruebas les haría falta una teoría de la historia que como mínimo incluya política, economía, cultura y psicología, pero esta se encuentra por completo ausente en “El gran diseño”.
La tesis en cuestión, por otro lado, ha sido formulada muchas veces en distintas épocas, nunca ha estado fundamentada en pruebas suficientes y siempre sus consecuencias han resultado destructivas, en especial cuando algunos llegan a creerse encarnaciones de las leyes de la historia y el universo, razón por la cual los demás mortales les deben obediencia. “El gran diseño” está muy lejos de esta conclusión, pero es fácil imaginar la sonrisa de cualquier déspota al leer eso de que la libertad es un engaño.
II. ¿Ha muerto la filosofía? Hawking y Mlodinow dicen que “la filosofía ha muerto” (capítulo I, pág. 11). ¿Es eso cierto? No. Menciono algunas razones que así lo indican. Muchos científicos acostumbran utilizar conceptos filosóficos sin modificar su sentido original; áreas temáticas de la filosofía, tales como las teorías generales y especiales del conocimiento, la lógica y la ética, ocupan lugares sobresalientes en investigaciones científicas, sociales e históricas; el pensamiento político y económico encuentra en la filosofía una de sus fuentes principales; es comúnmente aceptado que la filosofía aporta a las ciencias un conjunto de postulados (aseveraciones aceptadas sin prueba) básicos para que estas justifiquen sus esfuerzos intelectivos. Una prueba adicional de que la filosofía no ha muerto la ofrece el mismo libro “El gran diseño” donde abundan los razonamientos filosóficos. Hawking y Mlodinow hacen filosofía a pesar de que afirman su muerte, y eso es una palpable incoherencia.
III. ¿Qué significa conocer? Concuerdo con lo escrito por Hawking y Mlodinow cuando explican lo que ellos denominan “realismo dependiente del modelo”, donde reiteran lo que sabemos desde Kant: que el conocimiento no se funda en la experiencia directa de la realidad en sí misma, sino en una experiencia fenoménica resultado de la interacción entre el mundo físico, los sentidos y la inteligencia. No obstante lo anterior, es confuso y desorientador afirmar, como hacen los autores de “El gran diseño”, que los “conceptos mentales son la única realidad que podemos conocer” (vea capítulo VIII, pág. 194). Según este pensamiento el conocimiento se reduce a un asunto de vocabulario, y lo que llamamos realidad no pasa de ser un conjunto ordenado de conceptos, de modo que la verdad, la falsedad y el error se intercambian según sean los conceptos que defendamos. A diferencia de la tesis referida estimo que al utilizar conceptos se pretende, entre otras cosas, conocer realidades que no son conceptuales; por eso es importante relacionar teorías con observaciones y pruebas experimentales.
De ahí el acierto del matemático y físico Roger Penrose al indicar que no es legítimo renunciar a la realidad o convertirla en una simple expresión linguística, “pues sin ella el universo objetivo, y con ello la totalidad de la ciencia, ¡se evapora ante nuestra mirada contemplativa!” (Vea “El camino a la realidad: Una guía completa de las leyes del universo”, pág. 686). Conocer es siempre conocer algo, linguístico o no, aun cuando ese algo sea de difícil y compleja aprehensión, este principio se fortalece aún más cuando la nueva física ofrece fundamento experimental a dos antiguas ideas: la que establece la unidad observador/observado (sujeto/objeto) como condición de la posibilidad del conocimiento, y aquella que postula la unidad de la mente y la materia en un único sistema de realidad. No obstante el equívoco de la frase transcrita al inicio de este apartado, estimo que Hawking y Mlodinow comparten lo que acabo de afirmar; a ellos no los imagino escribiendo “El gran diseño” creyendo que lo que dicen son solo conceptos referidos a otros conceptos que hablan de otros conceptos y así hasta el infinito.
IV. Una hipótesis. Algunos expertos en ventas publicitaron “El gran diseño” afirmando que en esa obra sus autores demuestran que Dios no existe. La verdad, sin embargo, es que este asunto ocupa un lugar secundario en las reflexiones de Hawking y Mlodinow. Ellos no discuten si Dios existe o no, se limitan a explicar que en su modelo cosmológico no es necesario para que el universo exista, porque este se origina en sus propias leyes físicas. Lo principal, entonces, es el modelo propuesto. Un universo autocontenido, sin fronteras, que se crea a sí mismo según sus leyes y es coexistente con universos paralelos, tal la tesis de los autores de “El gran diseño”. ¿Qué decir de ella? Lo mismo que Hawking y Mlodinow: se trata de una hipótesis que no ha sido confirmada por la observación, razón por la cual queda abierta la posibilidad de otras explicaciones alternativas.
V. Evitar el fanatismo. No dudo que la inteligencia humana encuentre respuesta a la pregunta ¿por qué existe algo y no más bien nada?, arribe a un modelo de universo verificable en la observación y llegue a demostrar la existencia o inexistencia de Dios. En ese momento nadie podrá ocultar su fanatismo o su negocio diciendo que Dios es un misterio al que la razón no tiene acceso, será el día cuando se pruebe lo que muchas veces se ha dicho: las realidades analizadas por las ciencias y el humanismo son la vía para verificar si lo que se llama Dios es un engaño o una sólida realidad. Mientras nos esforzamos para que ese instante llegue, debemos evitar que las limitaciones de la razón sean el pretexto que emplean algunos para negarla, y es necesario conversar sobre los temas que proponen Hawking, Mlodinow y muchos otros científicos y filósofos, libres del deseo dogmático, sectario, enfermizo y desequilibrado de que todos piensen y sientan del mismo modo. Lo que se busca no son creencias, sino conocimientos. A la larga “No hay nada que no pueda ser entendido” (Peter W. Atkins. La creación, pág. 1).
Diálogo con Hawking y Mlodinow - OPINIÓN - La Nación