Una noche ventosa de noviembre. Fue un martes 16 de un año que cae lejos de mi capacidad para recordar. La había esperado por horas y no aparecía y cuando estaba a punto de rendirme entre ansiedad y frío, apareció con lo que fuera —posiblemente— lo más bello que haya leído: Era simple, redacción básica y pocas palabras. Era todo eso y —además— era solo para mí. Hay cosas que no puedes olvidar jamás como por ejemplo algún pájaro azul que revolotea en tu corazón y —sobretodo— ventanas de marcos azules, también.
¿Cuándo fue la última vez que te ocultaste adentro de un pastel gigante para salir desnuda-o en la fiesta de cumpleaños de tu amigo-a?