Confieso que no quedará más que esperar, ni modo.
Confieso que tendría que ponerme muy viva con ese asunto, no quiero ir de Guatemala a Guatepeor, no estoy para lo que no vale la pena.
Confieso que haciendo un análisis de conciencia pienso en ciertos asuntos cada vez más con la cabeza y menos con el corazón y confieso que eso no es algo que me moleste ni que crea que está mal. Ya casi que ni la opinión ajena me importa. Hasta el mismo me lo dice y yo no le doy la razón, pero tampoco lo niego, típico del que calla otorga. Si lo sabe y lo ve asi en parte mejor, bien que dice que sabe lo que tiene, el asunto es ver si de verdad valora. Y vuelvo al punto inicial: toca esperar.