En un giro que podría confundirse con el guion de una telenovela de bajo presupuesto, la cárcel de Puntarenas se ha convertido en el escenario de un drama que involucra a 23 funcionarios de justicia y un audaz intento de contrabando de celulares.
Pero, ¡oh sorpresa!, no estamos hablando de una serie, sino de la realidad costarricense que deja a más de uno preguntándose:
¿Están los guardias en una misión secreta para mejorar la cobertura móvil en prisión?
Mientras algunos podrían argumentar que este acto es un noble esfuerzo por garantizar que los reclusos no se pierdan ni un solo meme en las redes, la realidad es que refleja fisuras profundas en nuestro sistema de justicia. ¿Será que los celulares son el nuevo pan de cada día en las prisiones, o estamos ante un innovador plan de inclusión digital patrocinado inadvertidamente por el Ministerio de Justicia?
Este episodio no solo añade un capítulo más al libro de "Cómo no administrar una prisión", sino que también nos invita a reflexionar:
¿Cuál será el próximo artículo de lujo en la lista de contrabando?
¿Tablets, tal vez?
¿O acaso televisores de pantalla plana para que los internos no se pierdan el próximo mundial?
Invitamos a nuestros lectores a compartir sus teorías conspirativas favoritas o, mejor aún, sus ideas para el próximo gran hit en la saga del contrabando penitenciario.
Porque, al final del día, si no podemos confiar en quienes vigilan las barras, ¿quién vigilará a los vigilantes?
Pero, ¡oh sorpresa!, no estamos hablando de una serie, sino de la realidad costarricense que deja a más de uno preguntándose:
¿Están los guardias en una misión secreta para mejorar la cobertura móvil en prisión?
Mientras algunos podrían argumentar que este acto es un noble esfuerzo por garantizar que los reclusos no se pierdan ni un solo meme en las redes, la realidad es que refleja fisuras profundas en nuestro sistema de justicia. ¿Será que los celulares son el nuevo pan de cada día en las prisiones, o estamos ante un innovador plan de inclusión digital patrocinado inadvertidamente por el Ministerio de Justicia?
Este episodio no solo añade un capítulo más al libro de "Cómo no administrar una prisión", sino que también nos invita a reflexionar:
¿Cuál será el próximo artículo de lujo en la lista de contrabando?
¿Tablets, tal vez?
¿O acaso televisores de pantalla plana para que los internos no se pierdan el próximo mundial?
Invitamos a nuestros lectores a compartir sus teorías conspirativas favoritas o, mejor aún, sus ideas para el próximo gran hit en la saga del contrabando penitenciario.
Porque, al final del día, si no podemos confiar en quienes vigilan las barras, ¿quién vigilará a los vigilantes?