Yo en algún momento fui profesor y en una ocasión llegué temprano a aplicar examen final de curso y como es común en universidades privadas, entrábamos a las 6 pm y salíamos a las 9 pm, pero yo les daba 30 min más empezando a las 5:30 pm.
Yo, personalmente, tenía la costumbre de eximir a los alumnos sobresalientes y quedaban y hacían examen final solo los que no sacaron más de 90% en sus dos parciales anteriores y en las demás asignaciones durante el curso.
Cuando llegue, tipo 5:00 pm, en aula había una de las alumnas sola sentada, esperando que fueran las 5:30 pm.
Ella no fue una alumna sobresaliente y en ese examen debía obtener más de 90 para pasar el curso apenas con 70 y si sacaba menos nota debía hacer examen de ampliación.
La chica desde su asiento me preguntó, ¿qué profe, está muy difícil?
Yo le contesté que no.
Durante la aplicación del examen, yo iba revisando y entregando promedios finales a los que me iban entregando el examen final resuelto y como era de esperar, la chica en cuestión fue la última en quedar en el aula y entregarme su examen para revisión.
Luego de revisarlo, obtuvo una nota final que le otorgaba un 63 de promedio, no le fue bien. Le dije que le tocaba hacer ampliación, me dijo que estaba bien y se fue.
Ya al terminar la jornada me fui y como a eso de las 10:30 pm (cuando ya estaba en mi casa) me llega un mensaje de ella diciéndome: “profe, que tristeza, todos ya pasaron menos yo; estaré solo yo en la ampliación, que agüevado”.
Yo le dije, “me dice cuenta”. “Estudie los mismos temas para la ampliación”
Seguidamente me dice ella: “vine a llorar las penas a caccios, en calle de la amargura, venga profe y lo invito a una birra”.
Yo ante la invitación le dije: “agradezco la invitación, pero creo que mejor no, se podría mal interpretar y demás.”
Ella me dijo, “ay profe, que importa lo que digan, yo soy mayor de edad, usted también y si pasa algo que quede entre los dos, venga, yo lo espero”
Le dije, “mejor no, gracias”.
Yo pensaba en voz alta: “Dios, por favor, que no me vuelva a invitar otra vez porque la parto en dos, quítame esta tentación perversa de mi vida y que no me insista por favor, lo dejo en tus manos”
Ella me dijo: “bueno profe, está bien, nos vemos”.
Dios tuvo piedad de mí y alejó al cachudo. Ja ja ja
Yo le dije, “ok, pura vida”.
En fin, es increíble lo que son capaces de hacer por pasar un curso. Son bien zorritas.
Ustedes no tienen idea el diablo de mi hombro izquierdo diciéndome: “que espera playazo para decirle que si, vaya y se la coje” y el Dios de mi hombro derecho me decía : “no vale la pena, no le prestes atención, puede ser una trampa y te graban, no vayas”.
Que picha pensaba yo, pero bueno, no fui.
Ya luego más adelante, llegó pago e hizo la ampliación y pasó el curso, me dijo que iba a celebrar y adivinen; no me invitó.
Las guilas usan el panocho a su favor en la universidad, no digo que todas, pero muchas lo usan en su beneficio.
Por cierto, estaba riquísima la perra esa, pero bueno. Aún discuto conmigo mismo si valía la pena entrarle o no y sigo pensando que no lo valía.
Ellas no son nada estúpidas. Cuidado.