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La creencia en que contamos con alguna forma de libre albedrío llega a casi todo lo que valoramos como seres humanos. Es difícil pensar en Derecho, las políticas públicas, las relaciones interpersonales, la moralidad, -y desde luego- la religión sin antes imaginar primero que cada persona es la fuente verdadera de sus propios pensamientos y acciones.
Y sin embargo, los hechos nos sugieren que el libre albedrío es una ilusión.
Sam Harris es un escritor norteamericano, intelectual, y neurocientífico, así como el co-fundador y jefe ejecutivo del Project Reason.
En su publicación más reciente, la obra corta Free Will (Libre Albedrío), Harris argumenta a favor del más absoluto determinismo, apoyándose en las evidencias aportadas por su propio campo de experticia: la neurociencia, el estudio del cerebro.
Este ensayo es una buena exposición del punto de vista de que el libre albedrío no existe en nuestro universo, accionado por causas y efectos. Esta no es una nueva perspectiva, desde luego. Sin embargo, es hasta ahora que un debate que era considerado como filosófico, tiene una defensa científica y pragmáticamente sólida.
No hay necesidad de negar la existencia de las voluntades y las intenciones, en este determinismo científicamente fundamentado. Ésos son también parte de la condicionalidad que abarca todo.
Sam Harris busca de distintas maneras hacer que nuestra mente racional reconozca la insensatez de la creencia en el libre albedrío. Por ejemplo, señala de manera brillante: "¿Acaso tengo la libertad de hacer lo que no se me ocurre hacer? Desde luego que no."
También nos reporta resultados de estudios de neuroimagen que sugieren que alguna actividad específica en el cerebro precede la intención propia de mover las manos, incluso cuando es percibido como una acción hecha en forma libre. Ahora bien, los estudios del cerebro han demostrado que algunas decisiones se toman, e incluso se ejecutan antes de que aparezcan en la mente consciente. La neurociencia podría estar muy cerca de cerrarle el portillo a cualquier suposición de que la conciencia no puede tener una base puramente física.
Un ensayo breve y conciso, que literalmente nos resume de manera conveniente un tema con cientos de años de debate. Harris lo resuelve (y comparto con él) en contra de esta idea del "libre albedrío" que los seres humanos, y en forma particular nuestros estimados compañeros religiosamente inclinados, insisten en proponer como "naturalmente conferido a todo ser humano".
La creencia en que contamos con alguna forma de libre albedrío llega a casi todo lo que valoramos como seres humanos. Es difícil pensar en Derecho, las políticas públicas, las relaciones interpersonales, la moralidad, -y desde luego- la religión sin antes imaginar primero que cada persona es la fuente verdadera de sus propios pensamientos y acciones.
Y sin embargo, los hechos nos sugieren que el libre albedrío es una ilusión.
Sam Harris es un escritor norteamericano, intelectual, y neurocientífico, así como el co-fundador y jefe ejecutivo del Project Reason.
En su publicación más reciente, la obra corta Free Will (Libre Albedrío), Harris argumenta a favor del más absoluto determinismo, apoyándose en las evidencias aportadas por su propio campo de experticia: la neurociencia, el estudio del cerebro.
Este ensayo es una buena exposición del punto de vista de que el libre albedrío no existe en nuestro universo, accionado por causas y efectos. Esta no es una nueva perspectiva, desde luego. Sin embargo, es hasta ahora que un debate que era considerado como filosófico, tiene una defensa científica y pragmáticamente sólida.
No hay necesidad de negar la existencia de las voluntades y las intenciones, en este determinismo científicamente fundamentado. Ésos son también parte de la condicionalidad que abarca todo.
Sam Harris busca de distintas maneras hacer que nuestra mente racional reconozca la insensatez de la creencia en el libre albedrío. Por ejemplo, señala de manera brillante: "¿Acaso tengo la libertad de hacer lo que no se me ocurre hacer? Desde luego que no."
También nos reporta resultados de estudios de neuroimagen que sugieren que alguna actividad específica en el cerebro precede la intención propia de mover las manos, incluso cuando es percibido como una acción hecha en forma libre. Ahora bien, los estudios del cerebro han demostrado que algunas decisiones se toman, e incluso se ejecutan antes de que aparezcan en la mente consciente. La neurociencia podría estar muy cerca de cerrarle el portillo a cualquier suposición de que la conciencia no puede tener una base puramente física.
Un ensayo breve y conciso, que literalmente nos resume de manera conveniente un tema con cientos de años de debate. Harris lo resuelve (y comparto con él) en contra de esta idea del "libre albedrío" que los seres humanos, y en forma particular nuestros estimados compañeros religiosamente inclinados, insisten en proponer como "naturalmente conferido a todo ser humano".
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