Lo que encontre de este problema
Resulta difícil clasificar en un solo grupo a todos los afectados. Unos provienen de familias problemáticas; otros de hogares estables y felices. Mientras que a algunos les va mal en los estudios, hay muchos que son alumnos destacados. Quienes se agreden a sí mismos apenas dan señales de tener un problema, pues no*todo el que se siente abrumado por las dificultades lo demuestra.
Por otro lado, la gravedad de las heridas varía según el caso. Cierto estudio, por ejemplo, reveló que algunos se cortan solo una vez al año; otros, en cambio, llegan a hacerlo dos veces al día. Un dato interesante es que hay más varones con este problema de lo que se pensaba. Aun así, es más habitual entre las adolescentes.
Pese a presentar un perfil tan diverso, algunas víctimas parecen tener ciertas características comunes. Una enciclopedia sobre jóvenes indica: “Los adolescentes que se provocan lesiones suelen creerse desamparados, les cuesta abrirse a los demás, se sienten aislados y, además, tienen miedo y poca autoestima”.
Tal vez alguien diga que esta descripción coincide con la de cualquier joven que se enfrenta a los temores e inseguridades propios del desarrollo. Pero lo cierto es que, para los afectados por este trastorno, la lucha es mucho más intensa. Al*ser incapaces de expresar y transmitir sus conflictos internos a alguien de su confianza, se sienten abrumados por las presiones escolares, las exigencias laborales y los problemas familiares. No*ven una solución y creen que no*tienen con quién desahogarse. La*tensión se vuelve insoportable. Y*entonces, un día hacen un descubrimiento: si se lastiman físicamente, alivian hasta cierto grado su ansiedad y parece que pueden continuar con su vida... al menos por el momento.
Pero ¿por qué recurren al dolor físico para liberar su angustia? Para entender mejor por qué lo hacen, imagínate que estás en la consulta médica a punto de recibir una inyección. ¿Nunca te has pellizcado o te has presionado la piel con la uña para distraerte y no*notar el pinchazo de la aguja? La persona que se lesiona hace algo parecido, pero a un grado mayor. Cuando se corta, se distrae y no*nota tanto el “pinchazo” de la angustia. El*dolor físico le resulta más soportable que sus sentimientos de angustia. Tal vez esto explique por qué una víctima definió el acto de cortarse como el “remedio para [sus] miedos”.
Para quienes no*estén familiarizados con este trastorno, la autolesión puede parecer un intento de suicidio. Pero por lo general no*se trata de eso. “En realidad, estos jóvenes solo intentan poner fin a su dolor, no*a sus vidas”, escribe Sabrina Solin Weill, editora ejecutiva de una revista para adolescentes. De*ahí que cierta obra de consulta denomine a esta práctica “una estrategia de ‘supervivencia’ y no*una manera de escapar de los problemas”. También la llama “un mecanismo de control de la tensión”. ¿Qué tipo de tensión?
Se ha descubierto que muchos jóvenes que se lastiman deliberadamente han sufrido algún trauma durante su infancia, debido tal vez a los abusos o al abandono. En*otros casos, el factor desencadenante son las dificultades familiares o el alcoholismo de uno de los padres. En*ocasiones, el problema también puede deberse a un desequilibrio mental.
Pero estas no*son las únicas causas. A*Sara, por ejemplo, la dominaba lo que ella misma describe como un feroz perfeccionismo. Aunque había cometido varios errores graves y había recibido la ayuda de los ancianos cristianos, se atormentaba por sus faltas diarias. “Creía que tenía que ser estricta conmigo misma —explica—. Y*lastimarme era una manera de disciplinarme. Mi ‘disciplina’ abarcaba arrancarme el pelo, cortarme las muñecas y los brazos, golpearme, causarme fuertes moretones e imponerme castigos como meter la mano en agua muy caliente, quedarme en la calle sin abrigo un día de mucho frío o pasar un día entero sin comer.”
En el caso de Sara, su comportamiento autoagresivo manifestaba el profundo odio que sentía hacia sí misma.