Compañeros foreros
Vengo aqui a contarles mi historia que muchos encontrarán patética, otros aburrida, para otros será tal vez romántica y tal vez habrá alguno que se identifique. Sé de antemano que voy a extenderme y será un toque larga y por tanto pocos la leerán completa, pero aquellos que lo hagan siéntanse libres de basurearme, aconsejarme, burlarse o lo que ustedes gusten. Esa es la idea y es por eso que vengo a exponerla aqui.
Soy un hombre casado ya de algunos años, entrado en los 30, económicamente estable pero con varias cicatrices emocionales de relaciones conflictivas de antaño. Al igual que muchos foreros que también son casados, soy asiduo a contratar los servicios de damas de compañía o sexoservidoras, como quieran llamarles. En lo personal el término "puta" me desagrada bastante para referirme a ellas pero es cuestión de cada quien. He tenido ese gusto desde hace tiempo, desde que mi primera novia me hizo varias chanchadas y decidí "desquitarme" metiéndome a una sala de masajes, y de ahi hasta la fecha. Para mí el sexo pagado siempre había sido una transacción meramente comercial y nunca había implicado emociones o sentimientos, y aunque para muchos sea una tontera, yo nunca sentí que estuviera siendo infiel por ello. Pero Dios, o la vida, según la creencia de cada quien, tiene sus maneras de devolverle a cada quien sus errores.
Hace ya varios meses, en una sala de masajes conocí a una muchacha que me pareció muy especial y distinta a las demás. Ya antes había tenido "favoritas" así que de entrada no me movió mucho el piso. La visité un par de veces, le pedí el teléfono y hasta ahi.
Paralelo a ésto, mi matrimonio venía de tiempo atrás en franca decadencia, por otras razones que nada tenían que ver con lo otro, pero ya eran años de mala relación. Nosotros nunca quisimos tener hijos y hasta ese momento así había sido.
Un día al fin me decidí a llamarle a aquella muchacha que me había gustado para sacar una cita por fuera con ella. Ya tenía tiempo de no verla y en ese momento me hizo saber que estaba con un embarazo adelantado. De todos modos nos vimos y entre una cosa y otra me fue contando su vida y yo fui contándole la mía. Para no hacerles el cuento muy largo, terminé enamorándome de ella, muy a mi pesar. Y ya cuando no había marcha atrás y yo estaba bien pepiado, van pasando dos cosas: Primero, me entero, o me doy cuenta de que ella es gay y de hecho estaba viviendo con su pareja.
Y segundo, en una de las poquísimas veces que había tenido relaciones con mi esposa, más por compromiso que por otra cosa, habíamos obviado la protección y nos jalamos la torta. Estábamos embarazados también pues.
Para mí ese tema de ser tata fue un golpe bien duro y traumático en ese momento. Nunca había querido yo tener hijos, por muchos miedos y varas, y ahora pues ni modo, a echar pa´lante con eso. Yo vi como mensaje divino que me viniera yo a enamorar de una muchacha también embarazada y a como lo veo, quiso Dios que yo pudiera apoyarla en sus últimos meses de embarazo, en sus primeros meses de maternidad y hasta en el mismo día del parto, que ni la familia de ella estuvo pero yo sí. Yo hice una promesa de que iba a apoyarla en todo lo que pudiera, en tanto mi propia responsabilidad como padre me lo permitiera. Porque si no fuera porque estaba esperando un hijo, probablemente en esos momentos yo habría ya aplicado por el divorcio o al menos la separación inicial. Pero si algo tengo es que yo cumplo mis deberes y en ese momento mi deber era estar junto a mi hijo y vivir esa etapa que estoy seguro que no voy a volver a vivir.
Ingenuamente llegué a pensar que podía ayudar a esta muchacha a salir de esa vida y tener algo mejor, y que en algún momento, ya con mi hijo un poco más grande, podría divorciarme con todas las de la ley y dedicarme a ella, a su hijo y al mío. Terminé encariñándome de verdad con su hijo, e incluso le dije que si ella quisiera, yo sería un padre para él. Claro que por sus preferencias, ella ni pelota me daba. Por el contrario, fue agarrándome mucha desconfianza y cuando su pareja se dio cuenta de lo que yo sentía por ella algo le habrá dicho porque ella empezó a dejar de querer verme, de querer hablarme y comenzó a mentirme, cosa que no había hecho antes. Un día me dijo que ya no estaba trabajando en un lugar bastante conocido que funciona como casa de citas y bar. Y yo, que sabía por otras fuentes que de hecho sí estaba ahi, hice la tontera de llegarle cuando ella estaba, para probarle que yo sabía que me estaba cuenteando. Se armó el bochinche y me basureó todo, y a pesar de eso yo seguí ayudándola económicamente, pero según ella después de eso ya me perdió toda la confianza.
Además de todo lo anterior, yo tengo una enfermedad crónica que en ocasiones me hace crisis. En esas fechas me vino una crisis y tuve que entrar a una cirugía de emergencia, lo que me representó un gasto imprevisto y tuve que disminuir bastante mi apoyo hacia ella, lo cual empeoró su desconfianza y si hubiera algún afecto también se acabó. Y además venían los gastos del bebé, que para mí ya está primero que todo así que ni modo, tuve que concentrarme en eso. Pero yo seguía teniendo la ilusión o la fantasía de que algún día podría dedicarme a ella y ganarme su amor.
Hasta esta noche en que me hizo notar que no sólo ya no me tiene nada de confianza sino que de hecho ella cree que yo la estoy siguiendo y que algo estoy tramando para hacerle daño o no sé qué. Siendo que más bien yo habría hecho lo que fuera por ella y por cuidarla y protegerla. Ya eso terminó de ahuevarme y al fin me di cuenta de que no hay ningún afecto hacia mí por parte de ella y nunca lo habrá pues no hay ni lo más elemental que es la confianza. A ella lo que le importaba era la plata que yo le daba y ahora que ella ya sabía que no podría seguir por los gastos de mi hijo, pues me terminaría de mandar pal carajo.
Ahora viene mi dilema que está bien jodido. Yo sé que ya no amo a mi esposa y que si por mi fuera ya no estaría más con ella, pero no quiero abandonar a mi hijo, y de hecho quiero intentar ser un padre responsable y atento, y estar presente en la vida de mi hijo todo lo que se pueda. Sé que si me divorcio, el juez le va a dar la custodia a ella y no sé hasta qué grado se me permitirá ver a mi hija y estar con ella. No quiero ser el padre que se desaparece y que sólo pone la plata, porque aunque yo coma solo frijoles y arroz, voy a encargarme que mi hija tenga todo lo que necesita. Pero la madre es bien rencorosa y no sé de lo que sea capaz entrando a un proceso de divorcio.
Por otro lado, si me divorcio igual no tengo para donde jalar. Mi idea o mi fantasía como ya había dicho, era irme a vivir con la otra muchacha y dedicarme a ella y a los dos hijos, pero ya eso se vio que es imposible. Y la verdad no estoy ya para andar buscando. Así que estoy entre quedarme con mi esposa y darle una familia disfuncional y problemática a mi hija, y divorciarme e igual no estar con ella todo el tiempo que yo quisiera, solo como dedo además.
Aquí termina mi historia por el momento. Siéntanse libres como dije de comentar, regañar, aconsejar o lo que gusten. Ya ni me da miedo que por los detalles de la historia algun@ de l@s involucrad@s me identifique.
Vengo aqui a contarles mi historia que muchos encontrarán patética, otros aburrida, para otros será tal vez romántica y tal vez habrá alguno que se identifique. Sé de antemano que voy a extenderme y será un toque larga y por tanto pocos la leerán completa, pero aquellos que lo hagan siéntanse libres de basurearme, aconsejarme, burlarse o lo que ustedes gusten. Esa es la idea y es por eso que vengo a exponerla aqui.
Soy un hombre casado ya de algunos años, entrado en los 30, económicamente estable pero con varias cicatrices emocionales de relaciones conflictivas de antaño. Al igual que muchos foreros que también son casados, soy asiduo a contratar los servicios de damas de compañía o sexoservidoras, como quieran llamarles. En lo personal el término "puta" me desagrada bastante para referirme a ellas pero es cuestión de cada quien. He tenido ese gusto desde hace tiempo, desde que mi primera novia me hizo varias chanchadas y decidí "desquitarme" metiéndome a una sala de masajes, y de ahi hasta la fecha. Para mí el sexo pagado siempre había sido una transacción meramente comercial y nunca había implicado emociones o sentimientos, y aunque para muchos sea una tontera, yo nunca sentí que estuviera siendo infiel por ello. Pero Dios, o la vida, según la creencia de cada quien, tiene sus maneras de devolverle a cada quien sus errores.
Hace ya varios meses, en una sala de masajes conocí a una muchacha que me pareció muy especial y distinta a las demás. Ya antes había tenido "favoritas" así que de entrada no me movió mucho el piso. La visité un par de veces, le pedí el teléfono y hasta ahi.
Paralelo a ésto, mi matrimonio venía de tiempo atrás en franca decadencia, por otras razones que nada tenían que ver con lo otro, pero ya eran años de mala relación. Nosotros nunca quisimos tener hijos y hasta ese momento así había sido.
Un día al fin me decidí a llamarle a aquella muchacha que me había gustado para sacar una cita por fuera con ella. Ya tenía tiempo de no verla y en ese momento me hizo saber que estaba con un embarazo adelantado. De todos modos nos vimos y entre una cosa y otra me fue contando su vida y yo fui contándole la mía. Para no hacerles el cuento muy largo, terminé enamorándome de ella, muy a mi pesar. Y ya cuando no había marcha atrás y yo estaba bien pepiado, van pasando dos cosas: Primero, me entero, o me doy cuenta de que ella es gay y de hecho estaba viviendo con su pareja.
Y segundo, en una de las poquísimas veces que había tenido relaciones con mi esposa, más por compromiso que por otra cosa, habíamos obviado la protección y nos jalamos la torta. Estábamos embarazados también pues.
Para mí ese tema de ser tata fue un golpe bien duro y traumático en ese momento. Nunca había querido yo tener hijos, por muchos miedos y varas, y ahora pues ni modo, a echar pa´lante con eso. Yo vi como mensaje divino que me viniera yo a enamorar de una muchacha también embarazada y a como lo veo, quiso Dios que yo pudiera apoyarla en sus últimos meses de embarazo, en sus primeros meses de maternidad y hasta en el mismo día del parto, que ni la familia de ella estuvo pero yo sí. Yo hice una promesa de que iba a apoyarla en todo lo que pudiera, en tanto mi propia responsabilidad como padre me lo permitiera. Porque si no fuera porque estaba esperando un hijo, probablemente en esos momentos yo habría ya aplicado por el divorcio o al menos la separación inicial. Pero si algo tengo es que yo cumplo mis deberes y en ese momento mi deber era estar junto a mi hijo y vivir esa etapa que estoy seguro que no voy a volver a vivir.
Ingenuamente llegué a pensar que podía ayudar a esta muchacha a salir de esa vida y tener algo mejor, y que en algún momento, ya con mi hijo un poco más grande, podría divorciarme con todas las de la ley y dedicarme a ella, a su hijo y al mío. Terminé encariñándome de verdad con su hijo, e incluso le dije que si ella quisiera, yo sería un padre para él. Claro que por sus preferencias, ella ni pelota me daba. Por el contrario, fue agarrándome mucha desconfianza y cuando su pareja se dio cuenta de lo que yo sentía por ella algo le habrá dicho porque ella empezó a dejar de querer verme, de querer hablarme y comenzó a mentirme, cosa que no había hecho antes. Un día me dijo que ya no estaba trabajando en un lugar bastante conocido que funciona como casa de citas y bar. Y yo, que sabía por otras fuentes que de hecho sí estaba ahi, hice la tontera de llegarle cuando ella estaba, para probarle que yo sabía que me estaba cuenteando. Se armó el bochinche y me basureó todo, y a pesar de eso yo seguí ayudándola económicamente, pero según ella después de eso ya me perdió toda la confianza.
Además de todo lo anterior, yo tengo una enfermedad crónica que en ocasiones me hace crisis. En esas fechas me vino una crisis y tuve que entrar a una cirugía de emergencia, lo que me representó un gasto imprevisto y tuve que disminuir bastante mi apoyo hacia ella, lo cual empeoró su desconfianza y si hubiera algún afecto también se acabó. Y además venían los gastos del bebé, que para mí ya está primero que todo así que ni modo, tuve que concentrarme en eso. Pero yo seguía teniendo la ilusión o la fantasía de que algún día podría dedicarme a ella y ganarme su amor.
Hasta esta noche en que me hizo notar que no sólo ya no me tiene nada de confianza sino que de hecho ella cree que yo la estoy siguiendo y que algo estoy tramando para hacerle daño o no sé qué. Siendo que más bien yo habría hecho lo que fuera por ella y por cuidarla y protegerla. Ya eso terminó de ahuevarme y al fin me di cuenta de que no hay ningún afecto hacia mí por parte de ella y nunca lo habrá pues no hay ni lo más elemental que es la confianza. A ella lo que le importaba era la plata que yo le daba y ahora que ella ya sabía que no podría seguir por los gastos de mi hijo, pues me terminaría de mandar pal carajo.
Ahora viene mi dilema que está bien jodido. Yo sé que ya no amo a mi esposa y que si por mi fuera ya no estaría más con ella, pero no quiero abandonar a mi hijo, y de hecho quiero intentar ser un padre responsable y atento, y estar presente en la vida de mi hijo todo lo que se pueda. Sé que si me divorcio, el juez le va a dar la custodia a ella y no sé hasta qué grado se me permitirá ver a mi hija y estar con ella. No quiero ser el padre que se desaparece y que sólo pone la plata, porque aunque yo coma solo frijoles y arroz, voy a encargarme que mi hija tenga todo lo que necesita. Pero la madre es bien rencorosa y no sé de lo que sea capaz entrando a un proceso de divorcio.
Por otro lado, si me divorcio igual no tengo para donde jalar. Mi idea o mi fantasía como ya había dicho, era irme a vivir con la otra muchacha y dedicarme a ella y a los dos hijos, pero ya eso se vio que es imposible. Y la verdad no estoy ya para andar buscando. Así que estoy entre quedarme con mi esposa y darle una familia disfuncional y problemática a mi hija, y divorciarme e igual no estar con ella todo el tiempo que yo quisiera, solo como dedo además.
Aquí termina mi historia por el momento. Siéntanse libres como dije de comentar, regañar, aconsejar o lo que gusten. Ya ni me da miedo que por los detalles de la historia algun@ de l@s involucrad@s me identifique.