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Wilas

Einsatz Boden

Ese día decidí salir a caminar, una fina capa de nieve ya congelada cubría el suelo y con pasos crujientes me dirigí hacia el bosque. Era el único sonido que se oía, los árboles tendían sus negros brazos desnudos hacia un cielo plomizo, que dejaba caer unas pequeñas motas blancas. Iba a nevar.
Un pitido me avisó de un mensaje en el celular:
EINSATZ BODEN ERSTELLT
2C-B 500 MG
SPEED 4 G
MDMA PILLEN 4
MDMA 1 G
LSD FILZ NICHT GEFUND

EN
ALLES GESENDET
--ENDE--

¡Bien! Casi todo había salido de perlas, menos los cuadros de ácido. Pero ya los conseguiría mi contacto, ese no era el mayor de mis problemas.
[Tres meses después]
Cuando me bajé del autobús me abrumó el bullicio de la ciudad, rechazé las invitaciones de los taxitas para llevarme a algùn lado y me encaminé a pie con mis maletas, a paso ligero. Luego cambié de idea, las aceras josefinas no están hechas para llevar maletas con rodines. Así que paré un taxi y fui a guardar mis pertenencias. Pregunté por los autobuses de Moravia, me dieron una explicación algo confusa y seguí las indicaciones. Un buen sistema es preguntar a almenos tres personas distintas, y efectivamente llegado cerca del parque Morazán una chica me indicó la parada correcta.
Una amiga me esperaba en un centro comercial, Plaza Lincoln. Recorrimos el lugar y tomamos un café, poniéndonos al día con los acontecimientos de este año ya que teníamos tiempo de no hablar. Yo me sentía muy ligero y con la cabeza en las nubes por el viaje inminente.
Ella me fue a dejar a la parada y volví a San José, me bajé apurado y fui al hotel a buscar un abrigo. También preparé una cajita con un poco de 2c-b y un cartoncito de LSD. Luego salí de nuevo, mi último día en Costa Rica estaba muy apretado, tenía programado cenar con otra amiga. Iba a ser la persona que me despidiría de Costa Rica, igual como pasó con la Aktion Greulich hace un tiempo. Pero esta vez no fue un encuentro fugaz, cenamos y tuvimos una larga conversación. Yo sabía que ella estaba interesada en el material pero no durante la cena no mencioné el tema. Estaba con la cabeza en las nubes pensando en mi próxima llegada a casa. También quería evaluar si ella podría soportar bien un viaje de LSD, y más con esos cartones de la Einsatz. Pensé que sí, se notaba una persona centrada y madura, tal vez con ligera ansiedad pero que podría manejar en caso de mal viaje. Así que al despedirme le di la cajita con unas recomendaciones básicas.
Al día siguiente me levanté y salí a hacer los últimos mandados antes de irme, mi amiga del Este me había recomendado de llevarle lorazepam y Ritalín, así que recetas en mano (gracias a mi doctor el chori) fui a comprar el material. Evidentemente ella le iba a dar un mal uso, el Ritalín para salir de fiesta y el lora para tumbarse, pero ¿quién soy yo para criticar?
Así que me encontré en la pista, al pie de la escalera listo para subirme al avióm que estaba agazapado con las turbinas a pleno régimen...en mi maletín la infaltable balanza de precisión y el material para mi amiga. Hasta luegoo!
 
Curado de mi sulfato

En mi pueblo ya había entrado de lleno la primavera, los manzanos y perales que había podado unos meses antes estaban cargados de flores, y el ganado ya había abandonado sus cuarteles invernales para disfrutar el primer pasto de las laderas. Todos mis familiares y amigos se alegraron de la llegada del "americano", cómo me apodaron desde que emigré a Costa Rica, y hasta Miška, la gata, dio seña de acordarse de mi. El invierno a veces daba sus coletazos y se hacía necesario encender la chimenea y la estufa en las noches. En una de esas ocasiones decidí sacar el sobre que tenía guardado en una gaveta. En el frente mi dirección y un sello alemán, al revés en el lugar del remitente "Herr Boden".
Saqué la anfeta, su aspecto había mejorado mucho con el reposo, lo que antes era una masa con un fuerte olor cómo a manzana ahora era un polvo color marfil. Decidí pulverizarlo bien y terminar de secarlo al aire libre. Al finalizar el proceso el material había tomado un color blanco con tintes rosados, con el cuchillo me acerqué una punta a las fosas nasales e inhalé: una sensación refrescante, poco picosa y el típico estado de alerta y lucidez de una dosis moderada de sulfato de anfetamina. Un buen producto. Guardé el polvo y lo pesé, mi balanza marcó 3.145 gramos, o sea que había perdido 0.855 gramos con el secado, mi amiga me había mandado un sulfato bueno pero muy húmedo.
Miška desde su cómoda posición en un sillón cerca de la chimenea me dio su aprobación con un guiñar de ojos.
 
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