Hace unos años tuve una compañera de trabajo con quien desarrollé una gran amistad y confianza, compartíamos muchas cosas y había cierta atracción, pero manteníamos la distancia pues cada uno tenía su pareja.
A pesar de eso almorzábamos juntos de vez en cuando y al salir del trabajo en algunas ocasiones yo la llevaba en el carro. No voy a negar que yo trataba de dirigir la conversación hacia temas más sexuales y personales, pero ella me cambiaba el tema y me decía que no era correcto y no sé qué.
A pesar de eso siempre había cierta chispa en ella y en ocasiones me hacía algunos comentarios que me dejaban pensando. Una vez me dijo que disfrutaba las cosas nuevas sobre todo en el sexo, pero que con la pareja actual no siempre las había conseguido, y cuando yo trataba se seguir la conversación ella se desviaba de nuevo. En otra ocasión me dijo que por favor nunca la preguntará si podíamos hacer algo, pues la respuesta sería no.
Yo en ese momento pensaba, que pérdida de tiempo, pero cuando tenga la oportunidad no voy a preguntar, voy actuar. Eso era para darme valor y animarme, pues yo por otro lado no quería perder la amistad, pero siendo honesto por supuesto que quería algo más con ella.
Una tarde que íbamos en el carro llovía a cántaros y nos detuvimos unas cuadras antes de nuestro destino, pues aún era temprano. En realidad yo la llevaba a ella a la U.
Después de apagar el carro, los vidrios se empañaron y no se podía ver nada hacia adentro y a mí se me metió el diablo y pensé, es ahora o nunca, me preocupaba perder la amistad, pero tampoco quería perder mi oportunidad.
Recordé su advertencia de algún tiempo atrás “si me pregunta le voy a decir que no”, que para mí se traducía como el culpable de lo que pase es usted no yo…así que sin preguntar mucho empecé a tocarle las piernas sobre su enagua, ella me miró seria y me dijo
-usted sabe que no debe hacer eso,
Y yo le respondí
-si yo sé
y seguí en lo mío.
Poco a poco fui metiendo mi mano entre las piernas y ella solo miraba hacia otro lado pero no me ofrecía resistencia, por fin llegué a tocar su panochita y estaba tal y como yo deseaba húmeda y tibia, dio un pequeño salto y me tomó el brazo y me dijo “tranquilícese” y yo le dije yo estoy muy tranquilo, usted no tiene que hacer nada si no quiere, no se preocupe. Me preocupa querer, me respondió.
Seguí tocándola y era claro que le gustaba, me decidí a meter un dedo con alguna duda, pues no todas las mujeres disfrutan que las metan los dedos, pero ella si lo disfrutaba y empezó a gemir un poco más, así que aumenté la velocidad hasta que empezó a agitarse un poco.
Me acerqué y la besé en la boca, dudó por un segundo dudo y luego me correspondió deliciosamente. Yo saqué la mano de su entrepierna y chupé mis dedos frente a ella, lo cual la sorprendió un poco y me dijo “¡qué pervertido!” a lo que le contesté “¿y no le gustó?”, me mira seriamente y me dice “le dije que no me haga preguntas, y ahora por favor déjeme en la U”.
Había dado el primer paso con éxito, lo mejor estaba por venir…
A pesar de eso almorzábamos juntos de vez en cuando y al salir del trabajo en algunas ocasiones yo la llevaba en el carro. No voy a negar que yo trataba de dirigir la conversación hacia temas más sexuales y personales, pero ella me cambiaba el tema y me decía que no era correcto y no sé qué.
A pesar de eso siempre había cierta chispa en ella y en ocasiones me hacía algunos comentarios que me dejaban pensando. Una vez me dijo que disfrutaba las cosas nuevas sobre todo en el sexo, pero que con la pareja actual no siempre las había conseguido, y cuando yo trataba se seguir la conversación ella se desviaba de nuevo. En otra ocasión me dijo que por favor nunca la preguntará si podíamos hacer algo, pues la respuesta sería no.
Yo en ese momento pensaba, que pérdida de tiempo, pero cuando tenga la oportunidad no voy a preguntar, voy actuar. Eso era para darme valor y animarme, pues yo por otro lado no quería perder la amistad, pero siendo honesto por supuesto que quería algo más con ella.
Una tarde que íbamos en el carro llovía a cántaros y nos detuvimos unas cuadras antes de nuestro destino, pues aún era temprano. En realidad yo la llevaba a ella a la U.
Después de apagar el carro, los vidrios se empañaron y no se podía ver nada hacia adentro y a mí se me metió el diablo y pensé, es ahora o nunca, me preocupaba perder la amistad, pero tampoco quería perder mi oportunidad.
Recordé su advertencia de algún tiempo atrás “si me pregunta le voy a decir que no”, que para mí se traducía como el culpable de lo que pase es usted no yo…así que sin preguntar mucho empecé a tocarle las piernas sobre su enagua, ella me miró seria y me dijo
-usted sabe que no debe hacer eso,
Y yo le respondí
-si yo sé
y seguí en lo mío.
Poco a poco fui metiendo mi mano entre las piernas y ella solo miraba hacia otro lado pero no me ofrecía resistencia, por fin llegué a tocar su panochita y estaba tal y como yo deseaba húmeda y tibia, dio un pequeño salto y me tomó el brazo y me dijo “tranquilícese” y yo le dije yo estoy muy tranquilo, usted no tiene que hacer nada si no quiere, no se preocupe. Me preocupa querer, me respondió.
Seguí tocándola y era claro que le gustaba, me decidí a meter un dedo con alguna duda, pues no todas las mujeres disfrutan que las metan los dedos, pero ella si lo disfrutaba y empezó a gemir un poco más, así que aumenté la velocidad hasta que empezó a agitarse un poco.
Me acerqué y la besé en la boca, dudó por un segundo dudo y luego me correspondió deliciosamente. Yo saqué la mano de su entrepierna y chupé mis dedos frente a ella, lo cual la sorprendió un poco y me dijo “¡qué pervertido!” a lo que le contesté “¿y no le gustó?”, me mira seriamente y me dice “le dije que no me haga preguntas, y ahora por favor déjeme en la U”.
Había dado el primer paso con éxito, lo mejor estaba por venir…
