Guanacaste brilla a costa de sus habitantes
Ginnés Rodríguez
Actualizado 12:55 p.m.
22 de enero del 2008
Casas millonarias y lujosos proyectos turísticos tienen a
Guanacaste brillando como el oro.
Pero a la par de esa enorme inversión extranjera, encontramos otra realidad, ahí, los lugareños se sienten como extranjeros en su suelo, desplazados y sin oportunidades.
El pueblo guanacasteco sabe muy bien donde están sus raíces, y el trabajo que le ha dedicado para marcar siembre el encanto de su tierra, pero ahora hay otros quieren dárselo al mar.
La costa está ahora llena de ciudades que crecen y se desarrollan al ritmo de la inversión extranjera. Y el lugar también se ha adaptado a ellos, rótulos en inglés, precios en dólares, y publicidad para ellos.
Una casa de 2 millones de dólares y vista al golfo, está sobre lo que hace poco menos de 2 décadas no tenían ningún valor para su dueño.
Pero la prosperidad que se respira llega a muy pocos ticos.
5 kilómetros antes de Tamarindo está un pueblito llamado Villareal y conocido por ser el destino de quienes hace algunos años vivían en la playa. Aquí vive don Ezequiel.
El fue el dueño de un terreno, que hoy vale 12 millones de dólares. Pero hace 20 años cambió esas 4 hectáreas frente al mar por 6 en ese lugar, que valen 66 veces menos.
5 años después llevamos a don Ezequiel, a ver el lugar donde alguna vez quiso echar raíces.
Don Ezequiel es el ejemplo de muchos guanacastecos que poco a poco se alejan de sus orígenes por un trueque o la venta de sus terrenos.
Inversionistas, extranjeros en su mayoría, sí supieron como sacarle brillo a la montaña y a la arena.
Oscar es de los pocos ticos que nació y aún vive en Tamarindo. Su papá, ya fallecido, vendió la gran mayoría de su finca por precios entre lo 26 y 50 colones el metro cuadrado hace 15 años. Lo más grave de todo es que de ese dinero no quedó nada.
A él aún le queda un lote de 300 metros cuadrados, en un punto estratégico de Tamarindo. Ahí vive y trabaja arreglando tablas de surf que llegan de vez en cuando. Sin embargo a sus 32 años sigue esperando los permisos que le permitan sacarle algún provecho comercial. Mientras la tentación de vender crece.
Guanacaste es sin duda la provincia boyante en la construcción, tanto así que Santa Cruz desplazó a Santa Ana y Escazu como los cantones con mayor número de obras.
Sin embargo las mansiones también están en la provincia más pobre; 1 de cada 4 hogares no tienen lo suficiente para vivir.
Dentro de todos los anuncios y precios dirigidos a los extranjeros hay uno que sí parece apelar a los ticos, los de empleo.
Según el Ministerio de Trabajo la inversión extranjera permitirá crear 70 mil puestos de empleo en Guanacaste.
Melvin es uno de esos favorecidos. Trabaja en mantenimiento en un hotel de Guanacaste. Sin embargo no deja de pensar en la ironía de su vida: laborar sobre el terreno que alguna vez fue de su abuelo.
Aquí no falta quién le de una mirada jocosa a lo que sucede en esta provincia. El folclorista santa cruceño Eduardo “Balo” Gómez, incluso escribió una canción dedicada a quienes cambiaron su tierra por un sueño americano.
Y ese es el sentimiento de muchos de quienes aún tienen lazos en las playas guanacastecas.
Ginnés Rodríguez
Actualizado 12:55 p.m.
22 de enero del 2008
Casas millonarias y lujosos proyectos turísticos tienen a
Guanacaste brillando como el oro.
Pero a la par de esa enorme inversión extranjera, encontramos otra realidad, ahí, los lugareños se sienten como extranjeros en su suelo, desplazados y sin oportunidades.
El pueblo guanacasteco sabe muy bien donde están sus raíces, y el trabajo que le ha dedicado para marcar siembre el encanto de su tierra, pero ahora hay otros quieren dárselo al mar.
La costa está ahora llena de ciudades que crecen y se desarrollan al ritmo de la inversión extranjera. Y el lugar también se ha adaptado a ellos, rótulos en inglés, precios en dólares, y publicidad para ellos.
Una casa de 2 millones de dólares y vista al golfo, está sobre lo que hace poco menos de 2 décadas no tenían ningún valor para su dueño.
Pero la prosperidad que se respira llega a muy pocos ticos.
5 kilómetros antes de Tamarindo está un pueblito llamado Villareal y conocido por ser el destino de quienes hace algunos años vivían en la playa. Aquí vive don Ezequiel.
El fue el dueño de un terreno, que hoy vale 12 millones de dólares. Pero hace 20 años cambió esas 4 hectáreas frente al mar por 6 en ese lugar, que valen 66 veces menos.
5 años después llevamos a don Ezequiel, a ver el lugar donde alguna vez quiso echar raíces.
Don Ezequiel es el ejemplo de muchos guanacastecos que poco a poco se alejan de sus orígenes por un trueque o la venta de sus terrenos.
Inversionistas, extranjeros en su mayoría, sí supieron como sacarle brillo a la montaña y a la arena.
Oscar es de los pocos ticos que nació y aún vive en Tamarindo. Su papá, ya fallecido, vendió la gran mayoría de su finca por precios entre lo 26 y 50 colones el metro cuadrado hace 15 años. Lo más grave de todo es que de ese dinero no quedó nada.
A él aún le queda un lote de 300 metros cuadrados, en un punto estratégico de Tamarindo. Ahí vive y trabaja arreglando tablas de surf que llegan de vez en cuando. Sin embargo a sus 32 años sigue esperando los permisos que le permitan sacarle algún provecho comercial. Mientras la tentación de vender crece.
Guanacaste es sin duda la provincia boyante en la construcción, tanto así que Santa Cruz desplazó a Santa Ana y Escazu como los cantones con mayor número de obras.
Sin embargo las mansiones también están en la provincia más pobre; 1 de cada 4 hogares no tienen lo suficiente para vivir.
Dentro de todos los anuncios y precios dirigidos a los extranjeros hay uno que sí parece apelar a los ticos, los de empleo.
Según el Ministerio de Trabajo la inversión extranjera permitirá crear 70 mil puestos de empleo en Guanacaste.
Melvin es uno de esos favorecidos. Trabaja en mantenimiento en un hotel de Guanacaste. Sin embargo no deja de pensar en la ironía de su vida: laborar sobre el terreno que alguna vez fue de su abuelo.
Aquí no falta quién le de una mirada jocosa a lo que sucede en esta provincia. El folclorista santa cruceño Eduardo “Balo” Gómez, incluso escribió una canción dedicada a quienes cambiaron su tierra por un sueño americano.
Y ese es el sentimiento de muchos de quienes aún tienen lazos en las playas guanacastecas.
