BUENO PARA LOS COMPAS ROCKEROS EN ESPAÑOL QUE DICEN QUE HEROES ES EL MEJOR GRUPO :-o
ACÀ ESTAN LOS FAMOSOS PLAGIOS DE BUNBURY( SI PIENSAN QUE ES LO DE IMITAR A MORRISON NO ES SOLO ESO HAY MUCHO MAS)
SALUDOS. :???:
Bunbury, guitarras, plagios y contradicciones
2.12.08
Por: Juan Herrero
PoPes 80
Hace algún tiempo que Fernando del Val publicó en El Confidencial Musical un excelente reportaje-artículo sobre los “plagios” de Enrique Bunbury a lo largo de su carrera. Escrito, si mal no recuerdo, con anterioridad a la polémica suscitada sobre su último disco “Hellville de luxe”. Cabe decir que todo lo que se dijo, en términos generales, era cierto. Eso es objetivo e innegable.
Dicho esto. Nunca soporté a Bunbury. Nunca. No escuché a Héroes porque me caía tan mal su cantante que no podía aguantarlo. Sacó sus dos primeros discos en solitario y la cosa no hizo más que empeorar mi valoración hacia él. Todo hay que decirlo, no me hizo nunca nada, no me robó a ninguna novia, ni me debía dinero, simplemente me parecía un chulo impresentable que se las daba de Jim Morrison. En resumen, que no lo podía ver delante. Hasta que un día sonó en la radio “Lady blue”, me entusiasmó, me cautivó y comprendí en un instante tantas cosas, como la actitud del rock and roll. Por culpa de esa canción me compré “Flamingos” y aquellos prejuicios hacia el zaragozano se desvanecieron. Canciones como “El club de los imposibles”, “Sácame de aquí”, “Sí”, o “Contar conmigo” me ganaron para su causa y me hicieron maldecir el tiempo perdido.
Después han venido otros discos que en mayor o menor medida me han gustado. “El viaje a ninguna parte” fue su siguiente obra, un disco doble (parafraseándome, todos los grandes hicieron un disco doble) empezaba con la peor canción de todas, pero se recuperaba después con los dos mejores temas del álbum “Los restos del naufragio” y “El rescate”. Luego el directo del “Freak Show” y el discazo de “El tiempo de las cerezas” firmado junto a Nacho Vegas. Por resumir otra vez la situación, no soy muy fan de Enrique pero me gusta mucho su música, su actitud, y tengo algunas canciones suyas entre mis favoritas.
Y aquí estamos, en plena polémica (aunque cada vez se va desdibujando más el foco mediático que la ilumina) sobre los supuestos plagios en su último disco “Hellville de luxe”. Leí sobre los versos robados, escuché a Bunbury decir que él sabía lo que era un plagio y que este caso no lo era. Intenté asimilar lo que todos opinaban al respecto, rechazando mi mente lo que algunos fanáticos (que no fans) escupían al exponer sus amenazas. Todo lo cual me ha llevado a la siguiente conclusión, seguramente políticamente incorrecta: Me da igual que en algunas estrofas de cualquier canción se incluya un verso de un poeta, o de un borracho, me da igual que haya gente que diga que se deben incluir todas esas referencias en los créditos, que se deba beneficiar económicamente al supuesto autor original. Lo cierto es que gente tan ignorante como un servidor no conocería esos versos en la vida, y que esos versos no tienen nada que ver con lo que Enrique Bunbury cuenta en sus canciones. Toda creación de arte viene de una influencia, como el pintor que traza con el pincel su primer bodegón se sirve de otros trazos anteriores, como el escritor que admira la obra de otros escritores que le empujan a aportar su propia visión, como el músico que empezó a coger la guitarra tocada tan magistralmente por otros antes.
A mí “Hellville de luxe” me parece un gran disco, por su sonido guitarrero, por canciones como “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, “Bujías para el dolor”, “Dos cientos huesos y un collar de calaveras”, o “Canción cruel”. Con una nueva banda grandiosa que tuve el placer de disfrutar en un concierto que dio antes de sacar su disco. Y eso a fin de cuentas, para mí, es lo que importa.
Pero obviamente, la línea que separa la influencia del plagio es muy delgada, tan difusa que ni siquiera el Derecho tiene unas pautas muy claras para diferenciarlos. Creo que en una de sus películas Woody Allen decía al respecto que uno habla de un homenaje a otra película para no hablar de plagio. Pero eso ya es otra historia…
La verdad sobre la polémica de las letras de Bunbury (1 y 2)
Por: Fernando Del Val
El Confidencial Musical
Parte 1
Enrique Bunbury no se ha metido en un jardín, sino en el principio de un bosque. Una vez dentro, busca cobijo en las copas de los árboles, dentro de las cuevas, entre los arbustos o bajo el agua. Cuando un animal se siente acorralado, muerde, araña, bufa. Y él está de matojos hasta el cuello. Sólo así puede explicarse la huida hacia delante de nuestro protagonista, calificada por Jesús Ordovás como chulesca.
Ejerce legítima defensa de un modo ilegítimo. Primero, en El Heraldo de Aragón; luego, a través de un comunicado –con falta de ortografía incluida-: "Si alguien está convencido de que es plagio, nos vemos en los tribunales". Su salida malsonante de tono aumenta el traspié. Hasta su entorno periodístico le ha dado un toque.
Dice que dos frases no hacen plagio. Tiene al menos cuarenta y cuatro. La reiteración descubre toda una metodología. En lo relativo a Pedro Casariego los versos en cuestión son, al menos –dependiendo de su partición, llegarían a duplicarse, cuatro:
"El hombre delgado que no flaqueará jamás"
"Lucharé contra todos los que digan lo que yo digo"
"Veo misterios en algunas mujeres y detectives en algunos hombres"
"Un buen verso es el lado valiente de un cobarde"
Su mánager aduce que no es más que una casualidad. Ejem. Una de tres: o piensa que la gente es boba o ha perdido por completo el sentido de la realidad o se limita a contentar a su protegido.
Vayamos al principio. En Héroes del Silencio siempre destacaron el sonido de la guitarra arpegiada de Juan Valdivia, la voz cavernosa de Enrique y, sobre todo, unos textos que, más que no dejar indiferentes, enganchaban. Hasta en Alemania se pusieron a traducirlos.
Sus dos primeros trabajos no sobresalen por las características que ocupan el análisis de este reportaje pero ya apuntaban el futuro. En "El mar no cesa", "la lluvia gris se deshace en recuerdos" y se entona: "Creí más en la suerte que en los juegos de azar".
"Senderos de traición" recogió, en versión elepera, "hologramas sin proyección" y se habla de figuras que miran fijamente y se agrandan. En realidad estos temas quedaron registrados dos años antes, en 1988, y "El cuadro II" había sido interpretada incluso en 1985, auténtica génesis del grupo.
Sus maneras en los ochenta no ofrecían dudas y, paso a paso, la producción se iba acercando a su directo. Eran pura pretenciosidad. Ellos, a diferencia de otros, podían permitírselo. Su imagen, sus declaraciones, su puesta en escena y el misterio que rodeaban sus composiciones eran perfectamente internacionales.
El siguiente paso, "Senda 91", rubrica lo dicho. Al final se incluye el siguiente recitado, sólo descifrable si es escuchado de atrás para adelante. "Entre cada palabra y sílaba pronunciada como surco áspero al recorrer, quedarán mensajes sin descifrar que escondan mentiras aprendidas". Nadie duda ya por entonces que Héroes tenía mucho de palabra. No de palabrería. En mitad de "Decadencia" Enrique firma un "speech" marca de la casa. No desvelaban que se trataba de "El cuervo" de Edgar Alan Poe. "Speech" rebuscadote pero convincente y tornasol: desde el mismo tronco, en cada futura gira se iría cambiando hasta hacerse imprescindible. Este directo resulta esencial dentro de la carrera de Héroes. Grabado en 1990, incluye un "El mar no cesa" que, a pesar de dar título a su primer larga duración, no había salido a gran escala. "Muero por impulsos de agonizante grillete aprisionado por injustas manos".
En muy poco tiempo, Héroes del Silencio logró conectar con el público por cómo decían las cosas más que por lo que decían. Después de saber lo que es tocar en Europa y hacer una gira exhaustiva por toda España –que no repetirán- sus miembros se tomaron vacación. Y las letras alcanzaron toda la dificultad.
Parte 2
El mundillo de la música no sale del asombro: a estas alturas, ¿qué necesidad tiene Enrique de líos? ¡Con lo fácil que es citar! ¿Acaso lo interpreta como un demérito? Desde luego, no se colgaría las medallas que tiene en la pechera, pero no es de recibo adjudicarse las virtuosas letras que firmaba cuando una parte fundamental de ellas no han sido escritas por uno. Citar, aparte de justo y necesario, realza la cultura de quien cita. Enrique Vila Matas dedica al tema unos párrafos de su último -gran- libro "Dietario voluble". La cita como obra de arte más que el plagio. “Donde se puede y se debe ser verdaderamente original es al citar (…) Citar es respirar literatura para no ahogarse entre los tópicos castizos y ocurrentes que le vienen a uno a la pluma cuando se empeña en esa vulgaridad suprema de no deberle nada a nadie”. Los libros de Matas están llenos de citas. Los discos de Bunbury, no. Una cita es referenciada o no es.
1993. El regreso marca el antes y después absoluto de la banda. "El espíritu del vino", aunque desde una producción cuestionable, es "el disco". La banda se consolida internacionalmente, los textos llegan –sobre todo en algunos casos- a la máxima altura y pasan de tocar en Albacete a meterse un Berlín-Milán-París-Nueva York y suma y sigue. Actúan en festivales exclusivos junto a los grandes –léanse Iron Maiden o Def Leppard- y logran que su público aumente de manera exponencial. A partir de este momento las letras alcanzan una noche, una complejidad que nunca ya abandonarán. Por otra parte, la realidad se impone y se ven obligados a editar los libretos en edición bilingüe.
Para ese entonces, Enrique y Joaquín habían viajado por la zona meridional del continente y se habían dejado influir por los rasgos más identificativos de la cultura oriental. Sus letras dejan de ser comprensibles en una primera lectura y se abren a la interpretación. "Sirena varada", "Tumbas de sal", "Los placeres de la pobreza", "Culpable", "El camino del exceso" o "Sangre hirviendo" mostraban un nivel insólito en la música más potente, con algunas de las letras más cuidadas en el panorama español. Estaban haciendo historia y lo sabían. Entre las lentas: "Tesoro" y, sobre todo, "La Alacena" tocan techo.
Adoptan la desmesura también en sus manifestaciones. Cargan contra los médicos como parásitos sociales, animan a tirar televisores por las ventanas y Enrique no duda manifestarse influido por la filosofía, la poesía y el teatro. Volviendo a las letras, ellas fueron el argumento irrebatible. Nadie podía discutirlas. Se ven influidos por India. Pero, como sabemos ahora, no sólo por la pisada sino también por la leída. Pasajes más o menos literales de "El camino del corazón" de Fernando Sánchez Dragó se ven volcados.
“Y después de tantos años pasados en una ininterrumpida masturbación de interrogantes, no viene mal un baño purificador en las aguas de la certeza.
La voz de Lakumán se había ido adelgazando (…) hasta quedar convertida en un susurro, en un hilo de plata”.
Masturbación de interrogantes para sólo escuchar un susurro de hilo de plata (Los placeres de la pobreza). En las aguas de la certeza nos hicimos la promesa de los lagos de Pokara (Bendecida)
El cuidado con que son despiezadas las lecturas es más que evidente y hasta sorprendente. Bunbury admite de manera abierta sus gustos pero nunca confiesa que copia. Total, ir uniendo remiendos maestros de acá y allá no tendría mayor mérito.
En alguna ocasión, de manera abstracta, se refiere a Benedetti, Dragó y Arrabal. Pero todo el mundo admite como influjos generales William Blake –a partir de una cita de la que se toma el título de una canción-, Baudelaire y la Generación del 27. La especie aumenta y no se quitarán el sambenito de esas influencias a pesar de que sean del todo vagas.
"Avalancha" ofrece la colección de textos mejor recortados.
Y el fuego propio y la ceniza ajena (...) (Quiero creer que estoy volviendo, Mario Benedetti)
El fuego que era a veces propio,
la ceniza siempre ajena (...) (La chispa adecuada)
El corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos (Sólo la muerte, Pablo Neruda)
El corazón pasando un túnel
oscuro como un naufragio (Morir todavía)
Un poco más gastados y más sabios,
más viejos y sinceros (Quiero creer que estoy volviendo, Mario Benedetti)
Ya somos más viejos y sinceros
Y qué más da (La chispa adecuada)
Las cosas más triviales
se vuelven fundamentales (Todavía, Mario Benedetti)
Las cosas más triviales
se vuelven fundamentales (Opio)
En directo, versionan a Elvis y Black Sabbath. Con giras mínimas por España y largos periodos de descanso, en 1996 han superado los mil conciertos ofrecidos. Sin forzar la máquina. La cifra engordó en el extranjero, un lugar abstruso que todavía hoy parece inabordable, incluso a minúscula escala por los grupos españoles. Pedro, Joaquín, Juan y Enrique tocaron con éxito alrededor de en cuarenta países. Este dato todavía no se les ha reconocido suficientemente, pues los encumbra dentro del rock mundial.
¿Desde cuándo un grupo con tan sólo cuatro discos ha tenido material para ¡nueve! recopilatorios? ¡Ni Aerosmith! Y el dato no es peyorativo. Todo lo contrario.
En 1998 "Rarezas" incluye "Virus", "Babel", "Medicina húmeda", temas que continúan la senda críptica y hasta entrañable por la que siempre serán recordados.
Pasas por el abismo de mis tristezas
como un rayo de luna sobre los mares (Los jardines interiores, Amado Nervo)
Como un rayo de luna sobre los mares
pasa por el abismo de mis miserias (Virus)
Un mes antes de tener en las tiendas de discos "Hellville de Luxe", se descubre que la canción presentación "El hombre delgado que no flaqueará jamás" contiene, nuevamente, versos ajenos. El hecho es reproducido, que no descubierto, desde una bitácora de la edición digital de El Mundo. Aunque presenta las nuevas canciones en Zaragoza ante una audiencia fiel y numerosa como siempre, no pocos se ven decepcionados o prefieren mirar a otro lado. Los detractores se frotan las manos. Enrique Bunbury, con el culo al aire. Los periodistas especializados le afean respetuosa pero públicamente. No puedes firmar íntegramente lo que, en parte, no es tuyo, tío. Llueve sobre mojado. Una pena. Sale en las fotos como un tramposo. Se ha puesto la zancadilla él mismo.
De entre lo menos auténtico, acudir a entrevistas con respuestas de otro en el bolsillo. No contento con tomar versos para sus canciones, a Antonio Lucas le contó cosas que había respondido veinte años antes, también, Pedro Casariego.
Con todo lo que ha tomado se pueden escribir poemas enteros. Ha usado 14 escritores y hay 14 canciones manchadas. Que uno conozca… curioso método de trabajo. Todo se podría reducir en una sistematización del préstamo. Con versos mucho más "intertextualizados" que éstos la justicia ya dictaminó plagio de Lucía Etxeberría. Introducir como propias ideas, símbolos, imágenes ajenas es jugar con fuego.
Tiene cosa de un mes para introducir en los créditos del disco todas las "influencias" y versos que ha tomado por ahí. ¿Qué todo el mundo lo hace? Como me decía un poeta la semana pasada, “en absoluto, eso sólo lo hacen los malos escritores: los que copian”. El propio respeto a la poesía hace imposible agarrar los gustos y después firmarlos. Con dos cojones. La "intertextualización" supone menospreciar el esfuerzo, la recensión del mundo interior y la inspiración únicos que hay detrás de un simple verso.
ACÀ ESTAN LOS FAMOSOS PLAGIOS DE BUNBURY( SI PIENSAN QUE ES LO DE IMITAR A MORRISON NO ES SOLO ESO HAY MUCHO MAS)
SALUDOS. :???:
Bunbury, guitarras, plagios y contradicciones
2.12.08
Por: Juan Herrero
PoPes 80
Hace algún tiempo que Fernando del Val publicó en El Confidencial Musical un excelente reportaje-artículo sobre los “plagios” de Enrique Bunbury a lo largo de su carrera. Escrito, si mal no recuerdo, con anterioridad a la polémica suscitada sobre su último disco “Hellville de luxe”. Cabe decir que todo lo que se dijo, en términos generales, era cierto. Eso es objetivo e innegable.
Dicho esto. Nunca soporté a Bunbury. Nunca. No escuché a Héroes porque me caía tan mal su cantante que no podía aguantarlo. Sacó sus dos primeros discos en solitario y la cosa no hizo más que empeorar mi valoración hacia él. Todo hay que decirlo, no me hizo nunca nada, no me robó a ninguna novia, ni me debía dinero, simplemente me parecía un chulo impresentable que se las daba de Jim Morrison. En resumen, que no lo podía ver delante. Hasta que un día sonó en la radio “Lady blue”, me entusiasmó, me cautivó y comprendí en un instante tantas cosas, como la actitud del rock and roll. Por culpa de esa canción me compré “Flamingos” y aquellos prejuicios hacia el zaragozano se desvanecieron. Canciones como “El club de los imposibles”, “Sácame de aquí”, “Sí”, o “Contar conmigo” me ganaron para su causa y me hicieron maldecir el tiempo perdido.
Después han venido otros discos que en mayor o menor medida me han gustado. “El viaje a ninguna parte” fue su siguiente obra, un disco doble (parafraseándome, todos los grandes hicieron un disco doble) empezaba con la peor canción de todas, pero se recuperaba después con los dos mejores temas del álbum “Los restos del naufragio” y “El rescate”. Luego el directo del “Freak Show” y el discazo de “El tiempo de las cerezas” firmado junto a Nacho Vegas. Por resumir otra vez la situación, no soy muy fan de Enrique pero me gusta mucho su música, su actitud, y tengo algunas canciones suyas entre mis favoritas.
Y aquí estamos, en plena polémica (aunque cada vez se va desdibujando más el foco mediático que la ilumina) sobre los supuestos plagios en su último disco “Hellville de luxe”. Leí sobre los versos robados, escuché a Bunbury decir que él sabía lo que era un plagio y que este caso no lo era. Intenté asimilar lo que todos opinaban al respecto, rechazando mi mente lo que algunos fanáticos (que no fans) escupían al exponer sus amenazas. Todo lo cual me ha llevado a la siguiente conclusión, seguramente políticamente incorrecta: Me da igual que en algunas estrofas de cualquier canción se incluya un verso de un poeta, o de un borracho, me da igual que haya gente que diga que se deben incluir todas esas referencias en los créditos, que se deba beneficiar económicamente al supuesto autor original. Lo cierto es que gente tan ignorante como un servidor no conocería esos versos en la vida, y que esos versos no tienen nada que ver con lo que Enrique Bunbury cuenta en sus canciones. Toda creación de arte viene de una influencia, como el pintor que traza con el pincel su primer bodegón se sirve de otros trazos anteriores, como el escritor que admira la obra de otros escritores que le empujan a aportar su propia visión, como el músico que empezó a coger la guitarra tocada tan magistralmente por otros antes.
A mí “Hellville de luxe” me parece un gran disco, por su sonido guitarrero, por canciones como “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, “Bujías para el dolor”, “Dos cientos huesos y un collar de calaveras”, o “Canción cruel”. Con una nueva banda grandiosa que tuve el placer de disfrutar en un concierto que dio antes de sacar su disco. Y eso a fin de cuentas, para mí, es lo que importa.
Pero obviamente, la línea que separa la influencia del plagio es muy delgada, tan difusa que ni siquiera el Derecho tiene unas pautas muy claras para diferenciarlos. Creo que en una de sus películas Woody Allen decía al respecto que uno habla de un homenaje a otra película para no hablar de plagio. Pero eso ya es otra historia…
La verdad sobre la polémica de las letras de Bunbury (1 y 2)
Por: Fernando Del Val
El Confidencial Musical
Parte 1
Enrique Bunbury no se ha metido en un jardín, sino en el principio de un bosque. Una vez dentro, busca cobijo en las copas de los árboles, dentro de las cuevas, entre los arbustos o bajo el agua. Cuando un animal se siente acorralado, muerde, araña, bufa. Y él está de matojos hasta el cuello. Sólo así puede explicarse la huida hacia delante de nuestro protagonista, calificada por Jesús Ordovás como chulesca.
Ejerce legítima defensa de un modo ilegítimo. Primero, en El Heraldo de Aragón; luego, a través de un comunicado –con falta de ortografía incluida-: "Si alguien está convencido de que es plagio, nos vemos en los tribunales". Su salida malsonante de tono aumenta el traspié. Hasta su entorno periodístico le ha dado un toque.
Dice que dos frases no hacen plagio. Tiene al menos cuarenta y cuatro. La reiteración descubre toda una metodología. En lo relativo a Pedro Casariego los versos en cuestión son, al menos –dependiendo de su partición, llegarían a duplicarse, cuatro:
"El hombre delgado que no flaqueará jamás"
"Lucharé contra todos los que digan lo que yo digo"
"Veo misterios en algunas mujeres y detectives en algunos hombres"
"Un buen verso es el lado valiente de un cobarde"
Su mánager aduce que no es más que una casualidad. Ejem. Una de tres: o piensa que la gente es boba o ha perdido por completo el sentido de la realidad o se limita a contentar a su protegido.
Vayamos al principio. En Héroes del Silencio siempre destacaron el sonido de la guitarra arpegiada de Juan Valdivia, la voz cavernosa de Enrique y, sobre todo, unos textos que, más que no dejar indiferentes, enganchaban. Hasta en Alemania se pusieron a traducirlos.
Sus dos primeros trabajos no sobresalen por las características que ocupan el análisis de este reportaje pero ya apuntaban el futuro. En "El mar no cesa", "la lluvia gris se deshace en recuerdos" y se entona: "Creí más en la suerte que en los juegos de azar".
"Senderos de traición" recogió, en versión elepera, "hologramas sin proyección" y se habla de figuras que miran fijamente y se agrandan. En realidad estos temas quedaron registrados dos años antes, en 1988, y "El cuadro II" había sido interpretada incluso en 1985, auténtica génesis del grupo.
Sus maneras en los ochenta no ofrecían dudas y, paso a paso, la producción se iba acercando a su directo. Eran pura pretenciosidad. Ellos, a diferencia de otros, podían permitírselo. Su imagen, sus declaraciones, su puesta en escena y el misterio que rodeaban sus composiciones eran perfectamente internacionales.
El siguiente paso, "Senda 91", rubrica lo dicho. Al final se incluye el siguiente recitado, sólo descifrable si es escuchado de atrás para adelante. "Entre cada palabra y sílaba pronunciada como surco áspero al recorrer, quedarán mensajes sin descifrar que escondan mentiras aprendidas". Nadie duda ya por entonces que Héroes tenía mucho de palabra. No de palabrería. En mitad de "Decadencia" Enrique firma un "speech" marca de la casa. No desvelaban que se trataba de "El cuervo" de Edgar Alan Poe. "Speech" rebuscadote pero convincente y tornasol: desde el mismo tronco, en cada futura gira se iría cambiando hasta hacerse imprescindible. Este directo resulta esencial dentro de la carrera de Héroes. Grabado en 1990, incluye un "El mar no cesa" que, a pesar de dar título a su primer larga duración, no había salido a gran escala. "Muero por impulsos de agonizante grillete aprisionado por injustas manos".
En muy poco tiempo, Héroes del Silencio logró conectar con el público por cómo decían las cosas más que por lo que decían. Después de saber lo que es tocar en Europa y hacer una gira exhaustiva por toda España –que no repetirán- sus miembros se tomaron vacación. Y las letras alcanzaron toda la dificultad.
Parte 2
El mundillo de la música no sale del asombro: a estas alturas, ¿qué necesidad tiene Enrique de líos? ¡Con lo fácil que es citar! ¿Acaso lo interpreta como un demérito? Desde luego, no se colgaría las medallas que tiene en la pechera, pero no es de recibo adjudicarse las virtuosas letras que firmaba cuando una parte fundamental de ellas no han sido escritas por uno. Citar, aparte de justo y necesario, realza la cultura de quien cita. Enrique Vila Matas dedica al tema unos párrafos de su último -gran- libro "Dietario voluble". La cita como obra de arte más que el plagio. “Donde se puede y se debe ser verdaderamente original es al citar (…) Citar es respirar literatura para no ahogarse entre los tópicos castizos y ocurrentes que le vienen a uno a la pluma cuando se empeña en esa vulgaridad suprema de no deberle nada a nadie”. Los libros de Matas están llenos de citas. Los discos de Bunbury, no. Una cita es referenciada o no es.
1993. El regreso marca el antes y después absoluto de la banda. "El espíritu del vino", aunque desde una producción cuestionable, es "el disco". La banda se consolida internacionalmente, los textos llegan –sobre todo en algunos casos- a la máxima altura y pasan de tocar en Albacete a meterse un Berlín-Milán-París-Nueva York y suma y sigue. Actúan en festivales exclusivos junto a los grandes –léanse Iron Maiden o Def Leppard- y logran que su público aumente de manera exponencial. A partir de este momento las letras alcanzan una noche, una complejidad que nunca ya abandonarán. Por otra parte, la realidad se impone y se ven obligados a editar los libretos en edición bilingüe.
Para ese entonces, Enrique y Joaquín habían viajado por la zona meridional del continente y se habían dejado influir por los rasgos más identificativos de la cultura oriental. Sus letras dejan de ser comprensibles en una primera lectura y se abren a la interpretación. "Sirena varada", "Tumbas de sal", "Los placeres de la pobreza", "Culpable", "El camino del exceso" o "Sangre hirviendo" mostraban un nivel insólito en la música más potente, con algunas de las letras más cuidadas en el panorama español. Estaban haciendo historia y lo sabían. Entre las lentas: "Tesoro" y, sobre todo, "La Alacena" tocan techo.
Adoptan la desmesura también en sus manifestaciones. Cargan contra los médicos como parásitos sociales, animan a tirar televisores por las ventanas y Enrique no duda manifestarse influido por la filosofía, la poesía y el teatro. Volviendo a las letras, ellas fueron el argumento irrebatible. Nadie podía discutirlas. Se ven influidos por India. Pero, como sabemos ahora, no sólo por la pisada sino también por la leída. Pasajes más o menos literales de "El camino del corazón" de Fernando Sánchez Dragó se ven volcados.
“Y después de tantos años pasados en una ininterrumpida masturbación de interrogantes, no viene mal un baño purificador en las aguas de la certeza.
La voz de Lakumán se había ido adelgazando (…) hasta quedar convertida en un susurro, en un hilo de plata”.
Masturbación de interrogantes para sólo escuchar un susurro de hilo de plata (Los placeres de la pobreza). En las aguas de la certeza nos hicimos la promesa de los lagos de Pokara (Bendecida)
El cuidado con que son despiezadas las lecturas es más que evidente y hasta sorprendente. Bunbury admite de manera abierta sus gustos pero nunca confiesa que copia. Total, ir uniendo remiendos maestros de acá y allá no tendría mayor mérito.
En alguna ocasión, de manera abstracta, se refiere a Benedetti, Dragó y Arrabal. Pero todo el mundo admite como influjos generales William Blake –a partir de una cita de la que se toma el título de una canción-, Baudelaire y la Generación del 27. La especie aumenta y no se quitarán el sambenito de esas influencias a pesar de que sean del todo vagas.
"Avalancha" ofrece la colección de textos mejor recortados.
Y el fuego propio y la ceniza ajena (...) (Quiero creer que estoy volviendo, Mario Benedetti)
El fuego que era a veces propio,
la ceniza siempre ajena (...) (La chispa adecuada)
El corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos (Sólo la muerte, Pablo Neruda)
El corazón pasando un túnel
oscuro como un naufragio (Morir todavía)
Un poco más gastados y más sabios,
más viejos y sinceros (Quiero creer que estoy volviendo, Mario Benedetti)
Ya somos más viejos y sinceros
Y qué más da (La chispa adecuada)
Las cosas más triviales
se vuelven fundamentales (Todavía, Mario Benedetti)
Las cosas más triviales
se vuelven fundamentales (Opio)
En directo, versionan a Elvis y Black Sabbath. Con giras mínimas por España y largos periodos de descanso, en 1996 han superado los mil conciertos ofrecidos. Sin forzar la máquina. La cifra engordó en el extranjero, un lugar abstruso que todavía hoy parece inabordable, incluso a minúscula escala por los grupos españoles. Pedro, Joaquín, Juan y Enrique tocaron con éxito alrededor de en cuarenta países. Este dato todavía no se les ha reconocido suficientemente, pues los encumbra dentro del rock mundial.
¿Desde cuándo un grupo con tan sólo cuatro discos ha tenido material para ¡nueve! recopilatorios? ¡Ni Aerosmith! Y el dato no es peyorativo. Todo lo contrario.
En 1998 "Rarezas" incluye "Virus", "Babel", "Medicina húmeda", temas que continúan la senda críptica y hasta entrañable por la que siempre serán recordados.
Pasas por el abismo de mis tristezas
como un rayo de luna sobre los mares (Los jardines interiores, Amado Nervo)
Como un rayo de luna sobre los mares
pasa por el abismo de mis miserias (Virus)
Un mes antes de tener en las tiendas de discos "Hellville de Luxe", se descubre que la canción presentación "El hombre delgado que no flaqueará jamás" contiene, nuevamente, versos ajenos. El hecho es reproducido, que no descubierto, desde una bitácora de la edición digital de El Mundo. Aunque presenta las nuevas canciones en Zaragoza ante una audiencia fiel y numerosa como siempre, no pocos se ven decepcionados o prefieren mirar a otro lado. Los detractores se frotan las manos. Enrique Bunbury, con el culo al aire. Los periodistas especializados le afean respetuosa pero públicamente. No puedes firmar íntegramente lo que, en parte, no es tuyo, tío. Llueve sobre mojado. Una pena. Sale en las fotos como un tramposo. Se ha puesto la zancadilla él mismo.
De entre lo menos auténtico, acudir a entrevistas con respuestas de otro en el bolsillo. No contento con tomar versos para sus canciones, a Antonio Lucas le contó cosas que había respondido veinte años antes, también, Pedro Casariego.
Con todo lo que ha tomado se pueden escribir poemas enteros. Ha usado 14 escritores y hay 14 canciones manchadas. Que uno conozca… curioso método de trabajo. Todo se podría reducir en una sistematización del préstamo. Con versos mucho más "intertextualizados" que éstos la justicia ya dictaminó plagio de Lucía Etxeberría. Introducir como propias ideas, símbolos, imágenes ajenas es jugar con fuego.
Tiene cosa de un mes para introducir en los créditos del disco todas las "influencias" y versos que ha tomado por ahí. ¿Qué todo el mundo lo hace? Como me decía un poeta la semana pasada, “en absoluto, eso sólo lo hacen los malos escritores: los que copian”. El propio respeto a la poesía hace imposible agarrar los gustos y después firmarlos. Con dos cojones. La "intertextualización" supone menospreciar el esfuerzo, la recensión del mundo interior y la inspiración únicos que hay detrás de un simple verso.