No, de hecho te equivocas. Como todo ignorante, te cuesta investigar y analizar los hechos, y sos víctima de un fraude.
La Iglesia nunca condenó por herejía a nadie por afirmar que la tierra era redonda. Condenó desviaciones de la doctrina, como el maniqueísmo y sus prácticas perversas pero eso es otro tema.
Y si bien en la época de Colón hubo gente que dudaba de su empresa, no era porque creían que la Tierra era plana y que los barcos caerían al vacío. Más bien, dado que Colón buscaba una ruta alternativa a las Indias, y que en ese momento no se tenía noción del continente americano, lo que la gente concluía era que la ruta alterna implicaría un viaje por mar de miles de kilómetros con barcos que no tendrían suficientes víveres para un trayecto tan largo. Colón "se la jugó" creyendo que tocaría tierra antes de llegar. Pero era claramente incierto que su viaje tendría éxito antes de partir.
La idea de que la Iglesia creía que la tierra era plana es, como muchas otros prejuicios anti'clericales, producto de la ficción. Fue en una novela de Washington Irving escrita en el siglo XIX que ficcionaliza el viaje de Colón en que el autor dramatiza ese episodio.
Y mi intención no es reportarlo. Por el contrario, espero que se quede. Me sirve de entretienimiento. No me gustaría que dejara el Foro. Es como oír los chillidos de un monito cuando se le golpean los barrotes de la celda.
Y si se siente insultado por lo que dije, pues sólo puedo decir.... Misión cumplida.
Ahhh no a galileo o a copernico.... lea papillo no me gusta llenar mis post con texto pero lo hare.... ni modo.... ya muchos sabemos esto pero ud al parecer no....
http://www.forodecostarica.com/newreply.php?do=newreply&p=1332864
Los enemigos de Galileo y la denuncia ante el Santo Oficio (Inquisición de Roma)
[editar] La oposición se organiza
El
Sidereus Nuncius.
Galileo parece ir de triunfo en triunfo y convence a todo el mundo. Por tanto, los partidarios de la teoría
geocéntrica se convierten en enemigos encarnizados y los ataques contra él comienzan con la aparición de
Sidereus Nuncius. Ellos no pueden permitirse el perder la afrenta y no quieren ver su ciencia puesta en cuestión.
Además, los métodos de Galileo, basados en la observación y la experiencia en vez de la autoridad de los partidarios de las teorías geocéntricas (que se apoyan sobre el prestigio de Aristóteles), están en oposición completa con los suyos, hasta tal punto que Galileo rechaza compararse con ellos.
Al principio, solo se tratan de escaramuzas. Pero Sagredo escribe a Galileo, recién llegado a Florencia: «El poder y la generosidad de vuestro príncipe [el duque de Toscana] permiten esperar que él sepa reconocer vuestra dedicación y vuestro mérito; pero en los mares agitados actuales, ¿quién puede evitar de ser, yo no diría hundido, pero sí al menos duramente agitado por los vientos furiosos de los celos?».[
cita requerida]
La primera flecha viene de Martin Horky, discípulo del profesor Magini y enemigo de Galileo. Este asistente publica en junio de
1610, sin consultar a su maestro, un panfleto contra el
Sidereus Nuncius. Exceptuando los ataques personales, su argumento principal es el siguiente
«Los astrólogos han hecho sus horóscopos teniendo en cuenta todo aquello que se mueve en los cielos. Por lo tanto los astros mediceos no sirven para nada y, Dios no crea cosas inútiles, estos astros no pueden existir».[
cita requerida]. Horky es ridiculizado por los seguidores de Galileo, que responden que estos astros sirven para una cosa: hacerle enfadar. Convertido en el hazmerreír de la universidad, Horky finalmente es recriminado por su maestro: Magini no tolera un fallo tan claro. En el mes de agosto, un tal Sizzi intenta el mismo tipo de ataque con el mismo género de argumentos, sin ningún éxito.
Una vez que las observaciones de Galileo fueron confirmadas por el Colegio Romano, los ataques cambiaron de naturaleza.
Ludovico Delle Combe ataca sobre el plan religioso y se pregunta si Galileo cuenta con interpretar la
Biblia para ponerla de acuerdo con sus teorías. En esta época en efecto, antes de los trabajos
exegéticos del
siglo XIX, un salmo (
Salmo 93:1) da a entender una
cosmología geocéntrica (dentro de la línea: «Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil»)[
cita requerida].
El cardenal
Belarmino, que hizo quemar a
Giordano Bruno, ordena que la
Inquisición realice una investigación discreta sobre Galileo a partir de junio de
1611.
[editar] Los ataques se hacen más violentos
Galileo ante el
Santo Oficio por
Joseph-Nicolas Robert-Fleury.
Galileo, de retorno a
Florencia, es inatacable desde el punto de vista astronómico. Sus adversarios van entonces a criticar su teoría de los cuerpos flotantes. Galileo pretende que el hielo flota porque es más ligero que el agua, mientras que los aristotélicos piensan que flota porque es de su naturaleza el flotar (Física cuantitativa y matemática de Galileo contra física cualitativa de
Aristóteles). El ataque tendrá lugar durante un almuerzo en la mesa de Cosme II en el mes de septiembre de
1611.
Galileo se opone a los profesores de
Pisa y en especial al mismo Delle Combe, durante lo que se denomina la «batalla de los cuerpos flotantes». Galileo sale victorioso del intercambio. Varios meses más tarde, sacará una obra en la que se presentará su teoría.
Además de estos asuntos, Galileo continúa con sus investigaciones. Su sistema de determinación de longitudes es propuesto en
España por el embajador de
Toscana.
En
1612, emprende una discusión con Apelles Latens Post Tábulam (seudónimo del
jesuita Cristóbal Scheiner), un astrónomo alemán, sobre el tema de las
manchas solares. Apelles defiende la incorruptibilidad del
Sol argumentando que las manchas son en realidad conjuntos de estrellas entre el
Sol y la
Tierra. Galileo demuestra que las manchas están sobre la superficie misma del
Sol, o tan próximas que no se puede medir su altitud. La
Academia de los Linces publicará esta correspondencia el
22 de marzo de
1613 con el título de '
Istoria e dimostrazioni intorno alle marchie solari e loro accidenti. Scheiner terminará por adherirse a la tesis galileana.
El
2 de noviembre de
1612, las querellas reaparecen. El
dominico Niccolo Lorini, profesor de historia eclesiástica en
Florencia, pronuncia un sermón resueltamente opuesto a la teoría de la rotación de la Tierra. Sermón sin consecuencias particulares, pero que marca los comienzos de los ataques religiosos. Los opositores utilizan el pasaje bíblico en el
Libro de Josué (
Josué 10:12-14) en el cual
Josué detiene el movimiento del Sol y de la Luna, como arma teológica contra Galileo.
En diciembre de
1613, el profesor
Benedetto Castelli, antiguo alumno de Galileo y uno de sus colegas en
Pisa, es encargado por la duquesa
Cristina de Lorena de probar la ortodoxia de la doctrina copernicana. Galileo vendrá en ayuda de su discípulo escribiéndole una carta el
21 de diciembre de
1613 (traducida como
Galileo, diálogos y cartas selectas) sobre la relación entre ciencia y religión. La gran duquesa se tranquiliza, pero la controversia no se debilita.
Galileo mientras tanto continúa con sus trabajos. Del
12 al
15 de noviembre, recibe a
Jean Tarde, a quien presenta su
microscopio y sus trabajos de astronomía.
El
20 de diciembre, el padre Caccini ataca muy violentamente a Galileo en la iglesia Santa Maria Novella. El
6 de enero un copernicano, el carmelita Paolo Foscarini, publica una carta tratando positivamente la opinión de los
pitagóricos y de Copérnico sobre la movilidad de la Tierra. Él percibe el sistema copernicano como una realidad física. La controversia toma una amplitud tal que el cardenal Belarmino debe intervenir el
12 de abril. Éste escribe una carta a Foscarini donde condena sin equívocos la tesis heliocéntrica en ausencia de refutación concluyente del sistema geocéntrico. En dicha carta escribe:
Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe
ex parti obiecti (respecto al objeto) es materia de fe
ex parte dicentis (por quien lo dice). Y tan herético sería como quien dijera que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce, o quien dijera que Cristo no nació de Virgen.- Cardenal Belarmino, Carta a Foscarini. Opere XII, pp. 171-172
[26]
Como reacción, Galileo escribe a
Cristina de Lorena una carta extensa en la cual desarrolla admirablemente sus argumentos en favor de la ortodoxia del sistema copernicano. Esta carta es, también, muy difundida. Esta carta, escrita hacia abril de
1615, es una pieza esencial del dossier. Ahí se ven los pasajes de las escrituras que poseen problemas desde un punto de vista cosmológico.
A pesar de ello, Galileo es obligado a presentarse en Roma para defenderse contra las calumnias y sobre todo para tratar de evitar una prohibición de la doctrina copernicana. Pero le falta la prueba irrefutable de la rotación de la Tierra para apoyar sus requerimientos. Su intervención llega demasiado tarde: Lorini, por carta de denuncia, ya había avisado a Roma de la llegada de Galileo y el
Santo Oficio ya había comenzado la instrucción del caso.
En 1614, conoce a Juan Bautista Baliani, físico genovés, que será su amigo y correspondiente durante largos años.
El
8 de febrero de
1616, Galileo envía su teoría de las
mareas (
Discorso del Flusso e Reflusso) al cardenal Orsini. Esta teoría (a la cual se le ha reprochado durante mucho tiempo de estar en contradicción con el principio de la
inercia enunciado por el mismo Galileo, y que sólo puede explicar pequeños componentes del fenómeno) pretendía demostrar que el movimiento de la Tierra producía las mareas, mientras que los astrónomos
jesuitas ya postulaban con acierto que las mareas eran producidas por la atracción de la
Luna.[
cita requerida]
[editar] La censura de las teorías copernicanas (1616)
A pesar de pasar dos meses removiendo cielo y tierra para impedir lo inevitable, es convocado el
16 de febrero de
1616 por el Santo Oficio para el examen de las proposiciones de censura. Es una catástrofe para él. La teoría copernicana es condenada como "una insensatez, un absurdo en filosofía, y formalmente herética".
[27]
El
25 de febrero y
26 de febrero de
1616, la censura es ratificada por la Inquisición y por el
papa Pablo V.
Aunque no se le inquieta personalmente, se ruega a Galileo exponer su tesis presentándola como una hipótesis y no como un hecho comprobado, cosa que no hizo a pesar de que no le fue posible demostrar dicha tesis. Esta petición se extiende a todos los países católicos.
La intransigencia de Galileo, que rechaza la
equivalencia de las hipótesis copernicana y de Ptolomeo, pudo haber precipitado los eventos. Un estudio del proceso por
Paul Feyerabend (ver por ejemplo el
Adiós a la Razón) muestra que la actitud del inquisidor (
Roberto Belarmino) fue al menos tan científica como la de Galileo, siguiendo criterios modernos.
Este asunto afecta a Galileo profundamente. Sus enfermedades le van a atormentar durante los dos años siguientes y su actividad científica se reduce. Sólo retoma su estudio de la determinación de las longitudes en el mar. Sus dos hijas Arcángela y Celeste entran en órdenes religiosas.
En
1618, observa el pasaje de tres
cometas, fenómeno que relanza la polémica sobre la incorruptibilidad de los cielos.
En
1619, el padre
jesuita Horazio Grassi publica
De tribus cometis ani 1618 disputatio astronomica. En él defiende el punto de vista de
Tycho Brahe sobre las trayectorias elípticas de los cometas. Galileo responde al principio por la intermediación de su alumno
Mario Guiducci que publica en junio de
1619 Discorso delle comete donde desarrolla una teoría bizarra sobre los cometas, afirmando que sólo se trataba de ilusiones ópticas, incluyendo causas de fenómenos meteorológicos. Los astrónomos jesuitas del
Observatorio Vaticano decían, en cambio, que eran objetos celestes reales.
En octubre, Horazio Grassi ataca a Galileo en un panfleto más hipócrita: sobre consideraciones científicas se mezclan las insinuaciones religiosas malvadas y muy peligrosas en tiempos de la
Contrarreforma.
Mientras, Galileo, animado por su amigo el cardenal
Barberini y sostenido por la
Academia de los Linces, responderá con ironía en
Il Saggiatore. Grassi, uno de los sabios jesuitas más importantes, es ridiculizado.
Mientras tanto, Galileo ha comenzado su estudio de los satélites de Júpiter. Por culpa de dificultades técnicas se ve obligado a abandonar el cálculo de sus
efemérides. Galileo se ve cubierto de honores en
1620 y
1622.
El 28 de agosto de
1620, el cardenal
Mafeo Barberini envía a su amigo el poema
Adulatio Perniciosa que él ha compuesto en su honor. El
20 de enero de
1621, Galileo se convierte en cónsul de la Academia florentina. El
28 de febrero, Cosme II, el protector de Galileo, muere súbitamente.
En
1622, en
Fráncfort, aparece una
Apología de Galileo redactada por
Tommaso Campanella en
1616. Un defensor bastante poco confiable, puesto que Campanella ya está condenado por herejía.
El 6 de agosto de
1622, el cardenal
Mafeo Barberini es elegido
Papa bajo el nombre de
Urbano VIII. El 3 de febrero de
1623 Galileo recibe la autorización para publicar su
Saggiatore que dedica al nuevo Papa. La obra aparece el
20 de octubre de
1623. Gracias a las cualidades polémicas (y literarias) de la obra, se aseguró el éxito en la época. No permanece más que unos meses allí en una atmósfera de gran efervescencia cultural, Galileo se convierte de alguna manera en el representante de los círculos intelectuales romanos en rebelión contra el conformismo intelectual y científico impuesto por los
jesuitas.
Los años siguientes son bastante tranquilos para Galileo a pesar de los ataques de los aristotélicos. Aprovecha para perfeccionar su
microscopio compuesto (septiembre de
1624), pasa un mes en Roma donde es recibido numerosas veces por
Urbano VIII. Este último le da la idea de su próximo libro
Diálogo sobre los dos sistemas del mundo, obra que presenta de manera imparcial a la vez el sistema aristotélico y el sistema copernicano. Encarga escribirla a Galileo.
En
1626, Galileo prosigue sus investigaciones sobre la estructura del
imán. También recibe la visita de Élie Dodati, que llevará las copias de sus manuscritos a
París. En marzo de
1628, Galileo cae gravemente enfermo y está a punto de morir.
El año siguiente, sus adversarios intentan privarle de la asignación que recibe de la Universidad de Pisa, pero la maniobra falla.
Hasta
1631 Galileo consagra su tiempo a la escritura del
Diálogo y a intentar que éste sea admitido por la censura. La obra se imprime en febrero de
1632. Los ojos de Galileo comienzan a traicionarle en marzo y abril. Las posiciones del teólogo valón Libert Froidmont (de la Universidad católica de Lovaina (Lovaina)|Universidad de Lovaina) esclarecen bien todos los equívocos de la condena de Galileo.
[editar] La condena de 1633
El
21 de febrero de
1632, Galileo, protegido por el
papa Urbano VIII y el
gran duque de Toscana Fernando II de Médicis, publica en
Florencia su diálogo de los
Massimi sistemi (
Diálogo sobre los principales sistemas del mundo) (
Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo), donde se burla implícitamente del
geocentrismo de Ptolomeo. El
Diálogo es a la vez una revolución y un verdadero escándalo. El libro es en efecto abiertamente
pro-copernicano, ridiculizando audazmente la interdicción de
1616 (que no será levantada hasta
1812: a verificar).
El Diálogo se desarrolla en
Venecia durante cuatro jornadas entre tres interlocutores: Filipo Salviati, un Florentino seguidor de Copérnico, Giovan Francesco Sagredo, un veneciano ilustrado sin tomar partido, y Simplicio, un mediocre defensor de la física aristotélica, un personaje que algunos quieren ver inspirado en
Urbano VIII. Pero, mientras que se le reprocha el carácter ostensiblemente peyorativo del nombre, Galileo responde que se trata de
Simplicio de Cilicia. Muchos autores coinciden en que Galileo no esperaba estas reacciones ni que el Papa reaccionara posicionándose entre sus enemigos.
[28]
En estos cuatro días de discusión, Galileo, aunque lo tenía prohibido por el decreto de 1616, presenta dos nuevas pruebas de carácter experimental y observacional a favor de la teoría copernicana. La basada en el movimiento de las mareas, errónea, y la basada en la rotación de las manchas solares, acertada
[25] [29] y que refutaba tanto la ptolemaica (ya descartada por las fases de Venus), como la de Tycho Brahe, en cuya defensa se habían refugiado los jesuitas del Colegio Romano. Esto motivó la intervención de la Inquisición, que sólo le permitía a Galileo el presentar la teoría como mera hipótesis,
[30] y no presentar pruebas a su favor.
[31]
Por otra parte, Galileo tiene en Roma poderosos enemigos, fundamentalmente entre los jesuitas del Colegio Romano, especialmente Christopher Steiner y Orazio Grascci, quines se consideraban la rama intelectual de la Iglesia, y quienes pudieron ser quienes iniciaron el rumor de que el Papa Urbano era, en realidad, el simpático pero poco brillante Simplicio. Esto fue muy perjudicial para Galileo, pues en Roma era muy conocida la enorme autoestima del Papa.
[32] Por otro lado, tampoco ayudó a Galileo el escribir su citada obra en lengua vulgar, en vez de hacerlo en el idioma culto utilizado entonces entre los hombres de
ciencia, el
latín, pues a la Iglesia no le gustaba que las obras llegaran directamente al hombre de la calle.
El proceso realizado por la Inquisición fue irregular, pues a pesar de que el libro había pasado el filtro de los censores, se le acusaba de introducir doctrinas heréticas. Puesto que esto dejaba en mal lugar a dichos censores, la acusación oficial fue de violar la prohibición de 1616.
[33]
Galileo fue requerido para presentarse en Roma, sin embargo, estaba sumamente enfermo y agotado, y ya contaba 68 años, por lo que se demoró en acudir, además de que en esos momentos existía una epidemia de peste en
Italia. Aunque presentó certificados médicos alegando estas circunstancias, a finales de diciembre de 1632 fue conminado a acudir inmediatamente de grado o por fuerza.
[34] Que no era voluntad suya el retrasar el viaje lo prueba el que, debido a la peste, fuera retenido por espacio de 42 días para abandonar la Toscana. Por otra parte, el trato recibido durante el proceso fue correcto, alojado en las habitaciones del palacio de la Inquisición, y recibiendo todas las atenciones que necesitaba, si bien no fue ningún trato especial distinto al resto de otras personalidades importantes y personas de su condición.
[35]
El proceso comenzó con un interrogatorio el
9 de abril de 1633, donde Galileo no reconoce haber recibido expresamente ninguna orden del cardenal Bellarmino. Por otra parte, dicha orden aparece en un acta que no estaba firmada ni por el cardenal ni por el propio Galileo.
[36] Con pruebas endebles es difícil realizar una condena, por lo que es conminado a confesar, con amenazas de tortura si no lo hace y promesas de un trato benevolente en caso contrario. Galileo acepta confesar, lo que lleva a cabo en una comparecencia ante el tribunal el
30 de abril. Una vez obtenida la confesión, se produce la condena el 21 de junio. Al día siguiente, en el convento romano de
Santa Maria sopra Minerva, le es leída la sentencia, donde se le condena a prisión perpetua, y se le conmina a
abjurar de sus ideas, cosa que hace seguidamente. Tras la abjuración el Papa conmuta la prisión por arresto domiciliario de por vida.
[37]
Giuseppe Baretti afirmó que después de la abjuración Galileo dijo la frase
«Eppur si muove» (
y sin embargo se mueve), pero según
Stillman Drake Galileo no pronunció la famosa frase en ese momento ya que no se encontraba en situación de libertad y sin duda era desafiante hacerlo ante el tribunal de cardenales de la Inquisición.
[38] Para Stillman si esa frase fue pronunciada lo fue en otro momento.
El texto de la sentencia fue difundido por doquier: en Roma el
2 de julio y en
Florencia el
12 de agosto. La noticia llega a Alemania a finales de agosto, en Bélgica en septiembre. Los decretos del Santo Oficio no se publicarán jamás en
Francia, pero, prudentemente,
René Descartes renuncia a la publicación de su
Mundo.
Muchos (entre ellos Descartes), en la época, pensaron que Galileo era la víctima de una confabulación de los
jesuitas, que se vengaban así de la afrenta sufrida por
Horazio Grassi en el
Saggiatore.
[editar] El fin
Galileo permanece confinado en su residencia en su casa de
Florencia desde diciembre de
1633 a
1638. Allí recibe algunas visitas, lo que le permitió que alguna de sus obras en curso de redacción pudiera cruzar la frontera. Estos libros aparecieron en
Estrasburgo y en París en traducción latina.
En
1636, Luis Elzevier recibe un boceto de los
Discursos sobre dos nuevas ciencias de la parte del maestro florentino. Éste es el último libro que escribirá Galileo; en él establece los fundamentos de la mecánica en tanto que ciencia y que marca así el fin de la
física aristotélica. Intenta también establecer las bases de la resistencia de los materiales, con menos éxito. Terminará este libro a lo justo, puesto que el
4 de julio de
1637 pierde el uso de su ojo derecho.
El
2 de enero de
1638, Galileo pierde definitivamente la vista. Por suerte,
Dino Peri ha recibido la autorización para vivir en casa de Galileo para asistirlo junto con el padre Ambrogetti que tomará nota de la sexta y última parte de los
Discursos. Esta parte no aparecerá hasta
1718. La obra completa aparecerá en julio de
1638 en
Leiden (
Países Bajos) y en París. Será leída por las más grandes personalidades de la época.
Descartes por ejemplo enviará sus observaciones a
Mersenne, el editor parisino.
Galileo, entre tanto, ha recibido la autorización de instalarse cerca del mar, en su casa de San Giorgio. Permanecerá allí hasta su muerte, rodeado de sus discípulos (
Viviani,
Torricelli, Peri, etc.), trabajando en la astronomía y otras ciencias. A fines de
1641, Galileo trata de aplicar la oscilación del péndulo a los mecanismos del reloj.
Tumba de Galileo, en Santa-Croce,
Florencia.
Unos días más tarde, el
8 de enero de
1642, Galileo muere en
Arcetri a la edad de 77 años. Su cuerpo es inhumado en
Florencia el
9 de enero. Un mausoleo será erigido en su honor el
13 de marzo de
1736 en la iglesia de la Santa Cruz de Florencia.
[editar] Posición de la Iglesia en los siglos siguientes
Galileo, especialmente por su obra
Diálogo sobre los principales sistemas del mundo (
1633), cuestionó y resquebrajó los principios sobre los que hasta ese momento habían sustentado el conocimiento e introdujo las bases del
método científico que a partir de entonces se fue consolidando. En filosofía aparecerieron corrientes de pensamiento
racionalista (
Descartes) y
empíricas (ver
Francis Bacon y
Robert Boyle).
[editar] Siglo XVII - La resistencia a la separación entre ciencia y teología
La teoría del
heliocentrismo, suponía cuestionar que los textos
bíblicos (como por ejemplo que la Tierra fuera el centro del Universo -
geocentrismo-) fueran válidos para una verdadera ciencia. Las consecuencias no solo fueron para la teología y la ciencia incipiente, también se produjeron consecuencias
metafísicas y
ontológicas, que producirán reacciones de los científicos [
cita requerida]:
[editar] Siglo XVIII - Benedicto XIV autoriza las obras sobre el heliocentrismo
El
papa Benedicto XIV autoriza las obras sobre el
heliocentrismo en la primera mitad del siglo XVIII, y esto en dos tiempos:
- En 1741, ante la prueba óptica de la órbita de la Tierra, hizo que el Santo Oficio diese al impresor la primera edición de las obras completas de Galileo.
- En 1757, las obras favorables al heliocentrismo fueron autorizadas de nuevo, por un decreto de la Congregación del Índex, que retira estas obras del Index Librorum Prohibitorum.
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