LA CONSCIENCIA EN SU INTERACCIÓN CON EL CUERPO:
Se debe saber que todo lo escrito hasta ahora sobre el problema de la interacción de la consciencia con el cuerpo, resulta poco satisfactorio, pues, el conocimiento el conocimiento que poseemos sobre nuestro propio cerebro es bastante impreciso. Los estados de consciencia existen sin duda, incluso aunque sean vagos y difíciles de describir e incluso aunque su existencia plantee problemas difíciles. No niego la existencia de la consciencia, lo que niego, es que no exista una solución materialista para este problema.
Ahora bien, la consciencia puede ser alterada, por ejemplo, por sucesos emocionales, si esto es así, y la consciencia no pertenece al cuerpo, entonces porque aparecen en el cuerpo sus efectos, en forma de segregación o no de hormonas por las neuronas, qué explicación tendría que algo puramente mental tuviese una repercusión material, es decir algo que carece de sentido.
Teniendo en cuenta que un estado alterado de consciencia desencadena una serie de efectos neurológicos en el cerebro, la hipótesis más sencilla, más racional y más verosímil, consiste en que la consciencia la crea el cerebro mediante la secreción de hormonas a través de las neuronas, otra explicación sería más complicada, menos racional y menos verosímil.
Además está el hecho evidente de la existencia de la vida, y que esta se basa en moléculas orgánicas, pero a su vez estas moléculas están formadas por átomos inorgánicos, inertes, que son los átomos de los elementos químicos de los que estamos compuestos, como por ejemplo, de oxígeno, nitrógeno, carbono, calcio, fósforo, todos estos elementos son inertes, carecen de vida, a pesar de lo cual ordenados de cierta manera dan lugar a un ser vivo, con el hecho de la consciencia ocurre lo mismo, que la base de la consciencia son células nerviosas de por si carentes de consciencia, a pesar de lo cual, tenemos consciencia, quizá, cuando se pueda explicar como surge un organismo vivo compuesto por un montón de átomos inertes, seamos capaces de entender como de unas células nerviosas carentes de consciencia y de consciencia aparece un ser dotado de consciencia y de consciencia.
Descartes afirma que los estados mentales y los estados físicos interactúan. Su teoría descrita, como interaccionismo. Dado que los estados físicos están localizados en el espacio y en el tiempo, se plantea la cuestión acerca de en qué lugar se produce la interacción.
La respuesta de Descartes fue: En el cerebro en la glándula pineal. Una alternativa al interaccionismo es la que dice que los estados físicos y mentales no interactúan sino que van paralelos. Esta teoría recibe el nombre de paralelismo cuerpo-mente. En su forma más simple y conocida, que debemos a Spinoza, dice que la mente y la materia son dos aspectos de lo mismo, por ejemplo, algo que es a la vez cóncavo por un lado es convexo por el otro lado, pero la concavidad y la convexidad son dos aspectos de lo mismo.
Spinoza sugirió que en realidad es mente si se observa desde su interior, y es materia si se observa desde su exterior. Es una teoría ingeniosa. Tal vez según esto un electrón esté investido de consciencia, pero según la mecánica cuántica, todos los electrones son exactamente iguales cualesquiera que haya sido su historia, es decir, no les afecta su historia. Si se asume el paralelismo, significa que, incluso si disponen de consciencia, no pueden disponer de ninguna clase de memoria. Ahora bien, la consciencia sin memoria consistiría en momentos fugaces de consciencia, cada uno de los cuales duraría un periodo mínimo de tiempo, y cada uno de los cuales carecería completamente de conexión con los demás.
Una forma así de consciencia es factible, pero diferiría totalmente de lo que denominamos consciencia, ya que esta depende enteramente de la conexión de los estados de consciencia durante ciertos periodos de tiempo que no sean demasiado breves. Existe una variante del paralelismo, llamada epifenomenalismo y puede ser descrita mediante un ejemplo: debido a la fricción, todo reloj produce algo de calor, pero podemos entender su mecanismo sin prestar ninguna atención a la pequeña cantidad de calor producida.
Un fenómeno irrelevante como el calor que produce un reloj se designa como epifenómeno. En relación con el problema cuerpo-consciencia, el epifenomenalismo es la teoría según la cual las mentes existen, pero como epifenómenos, es decir, el fisicalismo, el materialismo o el conductismo se equivocan al negar la existencia de la consciencia, pero están en lo cierto en hacer caso omiso de ella, ya que si realmente es un epifenómeno, entonces todo lo que posee alguna importancia puede ser expresado en términos conductistas. El epifenomenalismo comparte con el paralelismo la convicción de que en el mundo de la física es completo o, dicho de otro modo, que en principio todo puede ser explicado, puede ser explicado en términos puramente científicos.
El hecho de la existencia de los problemas objetivos que existen en el mundo de las teorías, problemas objetivos, junto con el hecho de que el descubrimiento de un problema de esa clase pueda llevar a grandes y evidentes cambios en los estados físicos, debería demostrar que el mundo de los estados físicos no está cerrado ni completo, sino abierto hacia el mundo de las teorías y problemas objetivos, en donde las disposiciones de comportamiento actúan como intermediario. Si esto es así, entonces el epifenomenalismo debe estar equivocado: la consciencia no puede ser un fenómeno insignificante. Si la consciencia es un epifenómeno, ¿por qué se ha desarrollado? ¿por qué ha alcanzado mayor prominencia en los animales superiores?
El animal ante unos sucesos positivos o negativos que van a ocurrir, tras ulteriores pasos en la evolución, estos sentimientos se convierten en sentimientos de dolor y placer, poseyendo un carácter de anticipación que se convierte posteriormente en un sistema de interpretación que va más allá de los órganos sensoriales les proporcionan. Por tanto, los estados de consciencia pueden haber surgido del mundo físico.
El yo está sujeto al mundo de las experiencias de la consciencia a partir de los contenidos del mundo y no puede existir sin él. Pero lo que constituye nuestro yo es que, además, vemos a nuestros cuerpos como constantes, como si cambiaran lentamente. Y comprendemos y nos percatamos del ciclo de la vigilia y el sueño, y de las interpretaciones de nuestra consciencia durante el sueño, mientras que nuestro cuerpo continúa estando ahí. Resulta evidente que incluso el papel que representa la memoria en nuestro yo consciente está anclado en el mundo de las experiencias de la consciencia a partir de los contenidos del mundo. El yo de la consciencia de la propia identidad emerge en la evolución de la especie, junto con las funciones superiores del lenguaje.
Nuestro cerebro se compone de dos hemisferios simétricos. En la mayoría de las personas, por lo menos en la mayoría de las personas diestras, el centro del habla está localizado en el hemisferio izquierdo del cerebro. Los dos hemisferios están unidos por medio de una especie de puente portador de una gran cantidad de conexiones entre los dos hemisferios cerebrales.
Este puente se denomina como la gran comisura cerebral. Ahora bien, en algunas operaciones quirúrgicas del cerebro, este puente se corta y se rompe la conexión entre los lados izquierdo y derecho. Mientras que un hombre operado sólo es plenamente consciente de las señales de la mitad izquierda de su cerebro que recibe de la mitad derecha de su cuerpo. Los movimientos de la mitad izquierda del cuerpo permanecen inconscientes.
Resulta de todo punto imposible reconciliar con la teoría de la evolución biológica de las especies, el relato bíblico del Génesis de la creación del Universo y de la creación de los seres humanos, que es un puro mito, que ha sido desmantelado por la teoría de la evolución de las especies. El proceso de la formación del Universo, desde las partículas elementales hasta el fenómeno de la consciencia, último eslabón de la cadena evolutiva, ha sido suficientemente explicado y demostrado por la ciencia moderna, de una forma totalmente materialista.
El hecho de la existencia de la consciencia, no significa un paso atrás en las tesis materialistas, como a algunos, les ha gustado creer, sino que la consciencia puede ser explicada, por un complejísimo proceso físico-químico del cerebro, que da lugar a un ser que sabe que existe, por lo que no existe ningún fundamento, para pensar que la consciencia, sea un proceso espiritual.
Las sinapsis en el cerebro dan lugar a sensaciones o pensamientos, aunque, no se comprende todavía el proceso, de hecho lo hacen, pero resulta totalmente lógico, pues, las descargas de neuronas, son descargas de hormonas, y por lo tanto materia, y afecta a sensaciones y pensamientos, que son un proceso neurológico que da lugar a un efecto material, no espiritual como a algunos les gusta creer, porque si así fuera, la descargas de hormonas por las neuronas, que es algo totalmente material, daría lugar a unos efectos inmateriales y tal posibilidad es imposible dado que la materia y la no-materia no pueden interactuar, siendo los pensamientos, la interacción de substancias, que terminan verbalizándose y convirtiéndose en imágenes, siendo ese proceso de verbalización y de creación de imágenes, en el cerebro, un proceso puramente neurológico, es decir, absolutamente natural, esto es, la explicación es totalmente materialista.
Los estados de consciencia, es decir, que un ente sabe de su existencia, dependen para que existan de estructuras físico-químicas muy complejas, que hoy por hoy no pueden ser explicadas; pero se trata de estructuras físico-químicas no de almas, la historia de la evolución parece, conducir a propósito, aunque, tal propósito no exista, a la aparición de la consciencia, pero, el fenómeno de la consciencia es puramente casual y de índole material, el ser humano, no es sino un autómata extraordinariamente complejo, en lo que se refiere a la estructura de su cerebro, pero nada más, sólo un autómata; no existe ninguna tendencia teleológica, destinada a la aparición de la consciencia, tal que pueda ser aceptada por la ciencia moderna.
El progreso en neurofisiología en nuestro tiempo, ha sido sorprendente, ya se sabe mucho con seguridad, teniendo en cuenta la velocidad con que se producen descubrimientos sorprendentes, pero hasta ahora todos los conocimientos de los que tenemos seguridad, apuntan todos en un mismo sentido, que no es otro, que a la superación, entre el dualismo en torno a la materia-consciencia, inclinándose, todas las observaciones actuales hacia el lado del materialismo, en otras, palabras, que sólo existe, el cerebro, que es materia y es el órgano con el que tenemos sensaciones y pensamientos, mientras que la idea de consciencia, en el sentido de llamar consciencia al alma, ha quedado, completamente superado, y hoy es algo que no puede admitir la ciencia de la neurofisiología.
Se debe saber que todo lo escrito hasta ahora sobre el problema de la interacción de la consciencia con el cuerpo, resulta poco satisfactorio, pues, el conocimiento el conocimiento que poseemos sobre nuestro propio cerebro es bastante impreciso. Los estados de consciencia existen sin duda, incluso aunque sean vagos y difíciles de describir e incluso aunque su existencia plantee problemas difíciles. No niego la existencia de la consciencia, lo que niego, es que no exista una solución materialista para este problema.
Ahora bien, la consciencia puede ser alterada, por ejemplo, por sucesos emocionales, si esto es así, y la consciencia no pertenece al cuerpo, entonces porque aparecen en el cuerpo sus efectos, en forma de segregación o no de hormonas por las neuronas, qué explicación tendría que algo puramente mental tuviese una repercusión material, es decir algo que carece de sentido.
Teniendo en cuenta que un estado alterado de consciencia desencadena una serie de efectos neurológicos en el cerebro, la hipótesis más sencilla, más racional y más verosímil, consiste en que la consciencia la crea el cerebro mediante la secreción de hormonas a través de las neuronas, otra explicación sería más complicada, menos racional y menos verosímil.
Además está el hecho evidente de la existencia de la vida, y que esta se basa en moléculas orgánicas, pero a su vez estas moléculas están formadas por átomos inorgánicos, inertes, que son los átomos de los elementos químicos de los que estamos compuestos, como por ejemplo, de oxígeno, nitrógeno, carbono, calcio, fósforo, todos estos elementos son inertes, carecen de vida, a pesar de lo cual ordenados de cierta manera dan lugar a un ser vivo, con el hecho de la consciencia ocurre lo mismo, que la base de la consciencia son células nerviosas de por si carentes de consciencia, a pesar de lo cual, tenemos consciencia, quizá, cuando se pueda explicar como surge un organismo vivo compuesto por un montón de átomos inertes, seamos capaces de entender como de unas células nerviosas carentes de consciencia y de consciencia aparece un ser dotado de consciencia y de consciencia.
Descartes afirma que los estados mentales y los estados físicos interactúan. Su teoría descrita, como interaccionismo. Dado que los estados físicos están localizados en el espacio y en el tiempo, se plantea la cuestión acerca de en qué lugar se produce la interacción.
La respuesta de Descartes fue: En el cerebro en la glándula pineal. Una alternativa al interaccionismo es la que dice que los estados físicos y mentales no interactúan sino que van paralelos. Esta teoría recibe el nombre de paralelismo cuerpo-mente. En su forma más simple y conocida, que debemos a Spinoza, dice que la mente y la materia son dos aspectos de lo mismo, por ejemplo, algo que es a la vez cóncavo por un lado es convexo por el otro lado, pero la concavidad y la convexidad son dos aspectos de lo mismo.
Spinoza sugirió que en realidad es mente si se observa desde su interior, y es materia si se observa desde su exterior. Es una teoría ingeniosa. Tal vez según esto un electrón esté investido de consciencia, pero según la mecánica cuántica, todos los electrones son exactamente iguales cualesquiera que haya sido su historia, es decir, no les afecta su historia. Si se asume el paralelismo, significa que, incluso si disponen de consciencia, no pueden disponer de ninguna clase de memoria. Ahora bien, la consciencia sin memoria consistiría en momentos fugaces de consciencia, cada uno de los cuales duraría un periodo mínimo de tiempo, y cada uno de los cuales carecería completamente de conexión con los demás.
Una forma así de consciencia es factible, pero diferiría totalmente de lo que denominamos consciencia, ya que esta depende enteramente de la conexión de los estados de consciencia durante ciertos periodos de tiempo que no sean demasiado breves. Existe una variante del paralelismo, llamada epifenomenalismo y puede ser descrita mediante un ejemplo: debido a la fricción, todo reloj produce algo de calor, pero podemos entender su mecanismo sin prestar ninguna atención a la pequeña cantidad de calor producida.
Un fenómeno irrelevante como el calor que produce un reloj se designa como epifenómeno. En relación con el problema cuerpo-consciencia, el epifenomenalismo es la teoría según la cual las mentes existen, pero como epifenómenos, es decir, el fisicalismo, el materialismo o el conductismo se equivocan al negar la existencia de la consciencia, pero están en lo cierto en hacer caso omiso de ella, ya que si realmente es un epifenómeno, entonces todo lo que posee alguna importancia puede ser expresado en términos conductistas. El epifenomenalismo comparte con el paralelismo la convicción de que en el mundo de la física es completo o, dicho de otro modo, que en principio todo puede ser explicado, puede ser explicado en términos puramente científicos.
El hecho de la existencia de los problemas objetivos que existen en el mundo de las teorías, problemas objetivos, junto con el hecho de que el descubrimiento de un problema de esa clase pueda llevar a grandes y evidentes cambios en los estados físicos, debería demostrar que el mundo de los estados físicos no está cerrado ni completo, sino abierto hacia el mundo de las teorías y problemas objetivos, en donde las disposiciones de comportamiento actúan como intermediario. Si esto es así, entonces el epifenomenalismo debe estar equivocado: la consciencia no puede ser un fenómeno insignificante. Si la consciencia es un epifenómeno, ¿por qué se ha desarrollado? ¿por qué ha alcanzado mayor prominencia en los animales superiores?
El animal ante unos sucesos positivos o negativos que van a ocurrir, tras ulteriores pasos en la evolución, estos sentimientos se convierten en sentimientos de dolor y placer, poseyendo un carácter de anticipación que se convierte posteriormente en un sistema de interpretación que va más allá de los órganos sensoriales les proporcionan. Por tanto, los estados de consciencia pueden haber surgido del mundo físico.
El yo está sujeto al mundo de las experiencias de la consciencia a partir de los contenidos del mundo y no puede existir sin él. Pero lo que constituye nuestro yo es que, además, vemos a nuestros cuerpos como constantes, como si cambiaran lentamente. Y comprendemos y nos percatamos del ciclo de la vigilia y el sueño, y de las interpretaciones de nuestra consciencia durante el sueño, mientras que nuestro cuerpo continúa estando ahí. Resulta evidente que incluso el papel que representa la memoria en nuestro yo consciente está anclado en el mundo de las experiencias de la consciencia a partir de los contenidos del mundo. El yo de la consciencia de la propia identidad emerge en la evolución de la especie, junto con las funciones superiores del lenguaje.
Nuestro cerebro se compone de dos hemisferios simétricos. En la mayoría de las personas, por lo menos en la mayoría de las personas diestras, el centro del habla está localizado en el hemisferio izquierdo del cerebro. Los dos hemisferios están unidos por medio de una especie de puente portador de una gran cantidad de conexiones entre los dos hemisferios cerebrales.
Este puente se denomina como la gran comisura cerebral. Ahora bien, en algunas operaciones quirúrgicas del cerebro, este puente se corta y se rompe la conexión entre los lados izquierdo y derecho. Mientras que un hombre operado sólo es plenamente consciente de las señales de la mitad izquierda de su cerebro que recibe de la mitad derecha de su cuerpo. Los movimientos de la mitad izquierda del cuerpo permanecen inconscientes.
Resulta de todo punto imposible reconciliar con la teoría de la evolución biológica de las especies, el relato bíblico del Génesis de la creación del Universo y de la creación de los seres humanos, que es un puro mito, que ha sido desmantelado por la teoría de la evolución de las especies. El proceso de la formación del Universo, desde las partículas elementales hasta el fenómeno de la consciencia, último eslabón de la cadena evolutiva, ha sido suficientemente explicado y demostrado por la ciencia moderna, de una forma totalmente materialista.
El hecho de la existencia de la consciencia, no significa un paso atrás en las tesis materialistas, como a algunos, les ha gustado creer, sino que la consciencia puede ser explicada, por un complejísimo proceso físico-químico del cerebro, que da lugar a un ser que sabe que existe, por lo que no existe ningún fundamento, para pensar que la consciencia, sea un proceso espiritual.
Las sinapsis en el cerebro dan lugar a sensaciones o pensamientos, aunque, no se comprende todavía el proceso, de hecho lo hacen, pero resulta totalmente lógico, pues, las descargas de neuronas, son descargas de hormonas, y por lo tanto materia, y afecta a sensaciones y pensamientos, que son un proceso neurológico que da lugar a un efecto material, no espiritual como a algunos les gusta creer, porque si así fuera, la descargas de hormonas por las neuronas, que es algo totalmente material, daría lugar a unos efectos inmateriales y tal posibilidad es imposible dado que la materia y la no-materia no pueden interactuar, siendo los pensamientos, la interacción de substancias, que terminan verbalizándose y convirtiéndose en imágenes, siendo ese proceso de verbalización y de creación de imágenes, en el cerebro, un proceso puramente neurológico, es decir, absolutamente natural, esto es, la explicación es totalmente materialista.
Los estados de consciencia, es decir, que un ente sabe de su existencia, dependen para que existan de estructuras físico-químicas muy complejas, que hoy por hoy no pueden ser explicadas; pero se trata de estructuras físico-químicas no de almas, la historia de la evolución parece, conducir a propósito, aunque, tal propósito no exista, a la aparición de la consciencia, pero, el fenómeno de la consciencia es puramente casual y de índole material, el ser humano, no es sino un autómata extraordinariamente complejo, en lo que se refiere a la estructura de su cerebro, pero nada más, sólo un autómata; no existe ninguna tendencia teleológica, destinada a la aparición de la consciencia, tal que pueda ser aceptada por la ciencia moderna.
El progreso en neurofisiología en nuestro tiempo, ha sido sorprendente, ya se sabe mucho con seguridad, teniendo en cuenta la velocidad con que se producen descubrimientos sorprendentes, pero hasta ahora todos los conocimientos de los que tenemos seguridad, apuntan todos en un mismo sentido, que no es otro, que a la superación, entre el dualismo en torno a la materia-consciencia, inclinándose, todas las observaciones actuales hacia el lado del materialismo, en otras, palabras, que sólo existe, el cerebro, que es materia y es el órgano con el que tenemos sensaciones y pensamientos, mientras que la idea de consciencia, en el sentido de llamar consciencia al alma, ha quedado, completamente superado, y hoy es algo que no puede admitir la ciencia de la neurofisiología.