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EL PROBLEMA CUERPO-ALMA

EL PROBLEMA CUERPO-ALMA:

Uno de los problemas, que resultan difíciles de situar porque afectan a varios campos científicos, es el de las relaciones del cuerpo y la mente. Pero ¿cómo puede ser entendida racionalmente la relación entre nuestros cuerpos, o estados fisiológicos y nuestros estados mentales? La respuesta a esta pregunta buscando la hipótesis más sencilla es la siguiente: no podemos negar debido a su evidencia que los procesos corporales son procesos fisiológicos, luego, si la pieza que no encaja es la que habla de que la mente pasa por unos estados mentales, no queda otra alternativa más simple y más racional, que llegar a la conclusión de que la mente también pasa por estados fisiológicos, lo cual deja solventado el problema de la relación entre un estado fisiológico con un estado mental, al haber reducido ambos, a dos estados fisiológicos.

El problema cuerpo-mente tiene dos ramificaciones:
1. La relación entre determinados estados fisiológicos y determinados estados de conciencia.
2. La aparición del yo y sus relaciones con el cuerpo.

La respuesta a las dos ramificaciones del problema cuerpo-mente, en cuanto a la primera, los estados de conciencia están determinados por ciertas substancias segregadas o no que afectan a las neuronas.

La consciencia actúa ante un estímulo y dependiendo de las hormonas en las neuronas dará una orden, la única diferencia con el sentido del tacto es que esta orden está verbalizada, esta es la hipótesis sencilla y racional, pero si queremos complicarlo lo complicaremos y buscaremos una hipótesis más compleja y más irracional, en definitiva, menos verosímil, esa hipótesis podría consistir en que existiese algo inmaterial que poseyese consciencia, pero tal hipótesis sufre de una grave objeción ¿con qué se tiene consciencia? si no tiene un substrato material como puede ser una neurona, con lo cual tal hipótesis no resulta en modo alguno convincente.

En cuanto a la segunda ramificación, la que habla de la aparición del yo y sus relaciones con el cuerpo, la hipótesis más sencilla y más racional, consiste en identificar el yo con el cuerpo, si a mí me separan de mi cuerpo ¿soy yo?, si se pudiesen llevar a cabo transplantes de cerebro, en el cuerpo con un cerebro transplantado se despertaría un yo y se encontraría dentro de otro cuerpo, que no es el suyo, luego debe haber una conexión evidente entre el yo y el cerebro, y el hecho de que tengamos autoconsciencia, puede ser explicado, utilizando la hipótesis más sencilla y más racional, que es aquella que dice, que, la culminación del proceso evolutivo, hasta hoy, es el hecho de que un ser sea autoconsciente.

El recurrir a hipótesis complejas e irracionales no aporta luz, además, de resultar menos verosímil, por qué sorprenderse del hecho de que la materia piense y no sorprenderse de que la materia viva, si bien la materia viva está compuesta por moléculas orgánicas, pero estas mismas moléculas están compuestas por átomos inorgánicos, inertes y esos átomos, son los átomos de elementos químicos inertes, sin vida, igual que de lo inerte surge la vida, así de lo viviente surge la consciencia.

El problema de la dualidad cuerpo-mente, nos viene desde nuestros antepasados prehistóricos, el problema inicial es el fenómeno del animismo, es decir, creer en una dualidad cuerpo-mentes, por un lado estaría el cuerpo, es decir, la materia, por el otro lado estaría la mente, dándola a ésta el sentido de la “psijé,” alma.

El hombre primitivo, vio en todo lo inanimado un alma, quizá porque, creyese que en realidad no podía existir algo inanimado, que todo era viviente, que todo tenía su alma, quizá también por darle un sentido humano a las fuerzas de la naturaleza para evitar, que éstas fuesen algo abstracto y extraño al hombre, y de este modo poder llegar a tener una relación con dichas fuerzas, a veces cordial y a veces enemistosa.

En este caso existían los ritos adecuados que aplacaban el alma de las fuerzas de la naturaleza, éste fue el origen primigenio de la idea de alma, y tomando conciencia de ésta como distinta del cuerpo, creyendo que ésta, era la que daba vida al cuerpo, de tal modo que si el alma de un cuerpo abandonaba éste, entonces el cuerpo no sería más que un cadáver.

Posteriormente se llevó a cabo su reelaboración intelectual, y se la convirtió en la categoría de alma, es decir, un alma racional, don sobrenatural y gracia particular que Dios concede a algunas criaturas, que terminará por ser la base de toda creencia religiosa.

Pero esta idea de alma pertenece a una época fenecida de la humanidad, hoy día podemos afirmar científicamente que ésta no es inmaterial, ni eterna; que el ser humano no es un ser dual compuesto de alma y cuerpo, sino que, sólo existe el cuerpo, que es algo puramente material, el alma es algo que no existe, se inventó la idea de alma y se atribuyó a ésta, todas aquellas funciones que posteriormente la ciencia ha terminado por demostrar que eran funciones realizadas por el cerebro, que es puramente materia y que es capaz de dar origen a la autoconsciencia, de tal modo que actualmente el alma se ha quedado completamente vacía de funciones y tan solo es una palabra hueca, una palabra vacía que en realidad no significa absolutamente nada.

Los pensadores presocráticos, de Jonia y de la Magna Grecia, todavía se inclinaban por lo general a favor de la materialidad, como en el caso de Tales de Mileto quien dijo que el principio, arjé, de todo era el agua; la relación entre la filosofía y el mito es próxima, pero entre la teogonía y Tales hay un abismo, él separa la filosofía de toda la mentalidad anterior.

Anaximandro, que ante la pregunta de cual era el principio de todo contesta que lo infinito, apeiron, principio de todo imperecedero, ajeno a las mutaciones y a la pluralidad.

Jenófanes encontraba inmorales y absurdos a los Dioses de Homero y Hesiodo, rechazaba el antropomorfismo de los Dioses. Heráclito condenaba los cultos y los ritos de la religión popular, afirmaba que la substancia primordial era el fuego.

Empédocles, dijo que todo estaba compuesto de agua, tierra, aire y fuego y la muerte no es más que la separación de las partículas de estos elementos, que integran los cuerpos y que se reintegran formando otros nuevos, aportó la idea del conocimiento por analogía, la idea de elemento, la conservación de la materia y la evolución, con respecto a la evolución dijo cosas extraordinariamente interesantes, de tal modo que se le puede considerar como un pre-darwinista, decía , por ejemplo; las partes y los órganos de los cuerpos vivos parece que se adapta de forma maravillosa a las necesidades de la criatura en su totalidad, existen las mutaciones ventajosas que se deben al azar, hubo una vez seres con las partes de sus cuerpos dispuestas en toda suerte de combinaciones extrañas y la extinción de todos ellos.

Con excepción de la humanidad y de los demás animales conservados, ha sido una supervivencia de los más adaptados, creía en un proceso de rotación en que la materia se asocia y se disocia, luz de la luna es reflejada, la noche se produce por la interposición de la tierra y el sol, aunque esto no es cierto, fue una explicación materialista, totalmente alejada de lo mitológico.

Descubre el sentido verdadero de los eclipses, las estrellas eran fuego auténtico, no reflejado, las estrellas eran inmóviles, los planetas errantes, además, pensó que luz es algo que va de un lugar a otro y tarda un tiempo muy breve, tuvo una vaga sospecha de que las plantas tuvieran sexo.

Anaxágoras, para él el número de elementos era infinito, las cosas están hechas de partes pequeñísimas, el nous es una materia más sutil que las demás, pero no espiritual.

Los atomistas, Leucipo y Demócrito creían en una concepción de la materia formada por partículas muy pequeñas e indivisibles, llamadas átomos, estos átomos son cualitativamente idénticos, pero tienen distintas formas y de ellas dependen su propiedades y se mueven por el espacio vacío en torbellinos y cuya unión forma los cuerpos, la causa de este movimiento es puramente mecánica que se opone a la concepción estática del ser de Parménides, hay muchos mundos, unos en formación, otros en destrucción, otros en existencia actual.

Fue el primer intento formal de hacer un materialismo, todo, incluso el alma, está compuesta de átomos, la percepción, se realiza porque las cosas emiten una especie de espectros, compuestos de átomos más finos, que penetran en los órganos de los sentidos, así la mente recibe una copia o réplica de la cosa, esta si es una teoría sensata.

Y todo esto quedó en suspenso hasta el Renacimiento, sin duda alguna, Platón y Aristóteles han sido los grandes escollos de la Filosofía, pues cuando ésta empezaba a despegar, apartándose de una concepción mítico-religiosa del origen del mundo, fue súbitamente eliminada.

Platón (428 A.E.C. Atenas o isla de Egina a 347 A.E.C. Atenas), debe enfrentarse al mismo problema, que había planteado Parménides: con el problema del ser y el no ser, y poder resolver la dificultad de hacer compatible el ente, uno, inmóvil, eterno, con las cosas, múltiples, variables, perecederas.

Platón, planteándose esta cuestión da un paso decisivo, descubre la idea, al intentar buscar el ser de las cosas, idea que quiere decir figura, aspecto: aquello que se ve, en definitiva. Pero las cosas propiamente, no son, porque por ejemplo, si consideramos que la nieve es blanca, resulta que en rigor no es blanca; es decir, no es del todo blanca; solamente es casi blanca; además, hay más, la nieve no ha existido desde siempre y dentro de algún tiempo tampoco existirá, por tanto, la nieve es blanca y no blanca, es y no es; es decir, no es plena y verdaderamente. Ahora bien, si algo es casi blanco, se le niega la absoluta blancura, en comparación con lo que es blanco sin restricción, pero si una cosa no es verdaderamente blanca, necesitamos saber ya lo que es blanco, pero ninguna cosa visible es absolutamente blanca, el corolario de esto, es decir, la existencia de una realidad distinta de toda cosa concreta, que será la total blancura, el ser casi blanco, requiere la existencia de lo verdaderamente blanco, que no es cosa alguna, sino que está fuera de las cosas y a este ser verdadero, distinto de las cosas, es a lo que Platón llama idea.

La idea es, pues, el supuesto del conocimiento y la visión de las cosas como tales. Las ideas tienen los predicados exigidos al ente y que las cosas sensibles no pueden poseer: son unas, inmutables, eternas; no tienen mezcla de no ser; no están sujetas al cambio y a la corrupción, pero éstas no se limitan a ser predicados conceptos mentales, sino que tienen existencia objetiva, la idea existe más allá de la mente y del mundo sensible, existiendo en el mundo de la realidad en si, de las Formas Puras que permanecen inmutables, estas Ideas son la verdadera causa de las cosas, la realidad se oculta bajo el efecto del mundo sensible.

La idea resulta un concepto necesario para poder explicar: Que se puedan conocer las cosas como lo que son. Que las cosas que son y no son, es decir, no son de verdad, puedan ser. Que sea posible que las cosas lleguen a ser y dejen de ser, que cambien, sin que esto contradiga los predicados del ente. Que hace compatible la unidad del ente con la multiplicidad de las cosas. En el mundo de las Ideas Platón postula un Universo de infinitas Ideas ordenadas jerárquicamente, la cima de esa jerarquía es el Bien, que aparece en muchos textos platónicos, aunque no con suficiente claridad, de manera que induce a entenderlo como Dios, así fue interpretada su doctrina, primero por los neoplatónicos y luego por Agustín de Hipona, y de este modo ha actuado en toda la tradición cristiana medieval, siendo el Bien la base del monoteísmo filosófico gentil.

Con Platón da comienzo la división de la realidad en dos mundos: el de las cosas sensibles, y el de las ideas, que es el verdadero y pleno ser. Para él, la vida verdadera corresponde a lo que la opinión común considera la muerte, llamada también el estado en que renace el alma cada vez que se separa de la prisión del cuerpo. El mundo sensible, ha sido creado por el demiurgo, un Dios menor que en el principio del tiempo dio forma a la materia, tomando como modelos las Ideas del mundo inteligible. En este contexto se encuentra dividido entre su aspecto sensible, el cuerpo, , y su naturaleza inteligible, el alma.

El hogar del alma no es la materia, sino el mundo de las Ideas, dice de la idea que su naturaleza es inteligible e inmaterial, pero permanece encarcelada en el cuerpo a causa de un accidente o caída cósmica, lo que hizo que el alma se precipitara desde el mundo de las Ideas al mundo sensible. La teoría de Platón acerca de cómo se produce el conocimiento, es recurriendo al mito de Fedro y a la caída cósmica desde un lugar supraceleste, tópos hyperouranios, hasta llegar al cuerpo. El alma según haya contemplado más o menos las Ideas, están en una jerarquía de nueve grados, que va desde el filósofo hasta el tirano.

Pero el alma tiende a liberarse de su prisión queriendo ir al mundo de las Ideas, que contemplaba antes de su caída y que recuerda inconscientemente. La labor del filósofo será hacer que el alma despierte al recuerdo de las Ideas Eternas, para liberarse del mundo irreal de las apariencias sensibles. Esta liberación se hará, a través de la reminiscencia o recuerdo del alma a la verdad de lo inteligible basado en el conocimiento, del mundo, de si mismo y de las Ideas. Por tanto, el conocimiento, no es ver lo que está fuera, sino al revés: recordar lo que está dentro de nosotros.

Esta digresión de Platón, supone que para conocer algo se debe saber ya lo que ello es y este conocimiento de aquello que es perfecto en si, se sabe porque el alma antes de su caída cósmica y quedar encarcelada en el cuerpo vio en el mundo de las Ideas Eternas o de las Formas Puras, las ideas de todas las cosas perfectas; esta explicación resulta totalmente mítica y alejada de la verdadera realidad.

En realidad no necesito conocer lo que es perfecto, para saber por comparación lo que es lo mismo, aunque siendo una copia imperfecta en el mundo sensible, por ejemplo nunca he contemplado un hexágono regular que sea absolutamente perfecto y no por ello se lo que realmente es un hexágono regular perfecto y este conocimiento no me viene, como dice Platón, porque el alma haya contemplado en el mundo de las Ideas Eternas y las Formas Puras un hexágono perfecto, sino que este conocimiento me viene porque se definir lo que es real y verdaderamente un hexágono regular absolutamente perfecto, esta definición podría consistir en lo siguiente:

Que un hexágono regular perfecto está compuesto de seis segmentos exactamente de la misma longitud unidos unos a otros hasta formar una figura cerrada y que el ángulo que se forma entre cada dos segmentos es absolutamente el mismo en todos los ángulos que forman el hexágono, pero, además, si trazase una circunferencia cuyo centro estuviese en el centro del hexágono y esa circunferencia estuviese circunscrita a ese hexágono, se produciría la tangencia de un solo punto, vértice de cada ángulo del hexágono con la circunferencia, si por el contrario esa circunferencia estuviese inscrita en el hexágono, entonces se produciría un punto de tangencia entre la circunferencia y cada punto medio de cada segmento que forma el hexágono.

De esta forma mediante una definición acerca de un objeto ideal que no existe perfectamente en el mundo sensible, puedo llegar a conocer lo que realmente es un hexágono regular perfecto, aunque en la práctica nunca lo haya visto, esto no es otra cosa que una abstracción, y ésta me evita, el tener que recurrir a una explicación mítica, acerca de como se produce el conocimiento en el ser humano, tan sencillo como eso.

Platón, está influido por una corriente muy profunda de la religión y del pensamiento griego, sobre todo de los misterios dionisiacos, por el orfismo y el pitagorismo, introdujo la especulación acerca del alma dentro del orbe de la metafísica y, además, de la ética. Los adeptos al orfismo creían en la inmortalidad del alma, en la que Platón insiste de un modo especial y en la reencarnación, pudiendo esta realizarse en cuerpos humanos o no, además de que habría un juicio y habría castigo para los réprobos, también recogía mitos acerca de la creación del mundo, que en realidad es algo ajeno al pensamiento griego.

Las pruebas principales de la inmortalidad del alma se fundan en su simplicidad e inmaterialidad y en su adecuación a las Ideas Eternas y con la verdad, que es conocida por el alma.

En los diálogos de Platón, veintiocho autentificados, se deja sentir el influjo órfico, como en sus diálogos Menón, periodo antisofista y Fedón, periodo de madurez, en las que hay nociones de la pre-existencia del alma y de su inmortalidad, pudiendo ésta entrar y salir del cuerpo, es decir, “separarse” y buscar su liberación mediante la purificación. En el diálogo El Fedón, que trata sobre la inmortalidad, aparece un dualismo extremo cuerpo-alma, que siendo inmortal, busca el retorno a su origen divino de las Formas Puras o mundo inteligible. El alma encarcelada en el cuerpo, recuerda y participa del mundo de las Ideas Eternas; y lo hace con el nous, es decir, una especie de visión o razón.

Para Platón debía existir algún lugar, donde el alma quedase insertada en el cuerpo, ¿pero cómo puede existir un lugar para algo que es inmaterial?, acaso lo inmaterial ocupa un lugar, tópos, ¿cómo puede insertarse sobre una estructura material, algo inmaterial?, lo que no explica Platón es, como se produce la interacción entre el alma, que es inmaterial y el cuerpo que es material, pues la materia y la no-materia no tienen ningún punto de contacto, con lo cual no se puede producir interacción, ¡se le olvidó esto a Platón!

En la República, periodo de madurez, Platón, se da cuenta de las dificultades y problemas que las ideas plantean, y atribuye al alma tres partes: racional, pasional o irascible y apetitiva, concupiscible o sensual, para intentar superar la incompatibilidad del alma en su relación con el cuerpo, pero eso no es otra cosa que materializar el alma, éste alma de Platón, termina por ser material, por qué las tres partes de que se compone, son perfectamente explicables desde un punto de vista materialista, sin tener que recurrir a ningún concepto de un alma inmaterial e inmortal, de este modo el dualismo platónico cuerpo-alma pierde su autenticidad, quedando sólo un moderado espiritualismo.

Las partes del alma humana tienen una correspondencia ética rigurosa, cada una de ellas tiene que estar regida de un cierto modo, tiene que poseer una virtud particular, una cualidad en que consiste su funcionamiento perfecto. La parte sensual requiere la moderación, templanza, a la parte afectiva le corresponde la andría, fortaleza, a la parte racional, sabiduría o, prudencia. Pero las partes del alma son elementos de una unidad, estando en una relación entre si; esta buena relación constituye lo más importante del alma y, por consiguiente, la virtud suprema, la justicia. Estas cuatro virtudes, han pasado como virtudes cardinales al cristianismo como, prudencia, justicia, fortaleza, templanza.

En el diálogo El Timeo, periodo tardío, De la naturaleza, Platón, compone el alma a partir de los elementos o principios, siendo estas ideas asimiladas a los números. Esas Ideas-Números se componen de elementos o principios. Timeo afirma que lo semejante sólo es conocido por lo semejante: el alma está constituida por los mismos principios que las cosas. Existe un paralelismo entre los principios del ser y los del conocer. Supuesto que lo semejante es conocido por lo semejante, las facultades que permiten la aprehensión de los seres están igual y paralelamente constituidas por medio de Ideas-Números, principios de las cosas conocidas el Nous o intelección intuitiva de la multiplicidad de las Ideas viene simbolizado por el Uno; la ciencia por el Dos, número de la línea; la opinión, por el Tres, número del plano; la sensación, por el Cuatro, número del volumen, la sensación es la capacidad de captar los cuerpos. Platón en El Timeo afirma que el alma tiene partes y que piensa con una de ellas y desea con la otra, pero considera penosa la unión del alma al cuerpo. Todo esto es lo que se conserva en el Timeo de la filosofía platónica, el resto del relato, considerándolo en el sentido riguroso del texto, en el cual el acento metafísico se modera considerablemente y vuelve sobre si mismo, resultaría como no verdadera el resto de la filosofía platónica; ya que serían un mito, tanto la teoría de Dios, la del alma, la de la inmortalidad y la explicación del Universo.

La obra de Platón es una visión mítica del mundo, sus diálogos están llenos de ellos, además, el platonismo se apoya, en consideraciones puramente dialécticas y abstractas, que resulta incompatible con los avances conseguidos en la ciencia moderna, porque es una digresión básicamente mitógena, esto es, que genera mitos, es decir, mytos, mentira. Aparte de todo aquello que Platón deja sin explicar y sin lo cual, la relación cuerpo-alma, resulta totalmente ininteligible. De los presocráticos que daban explicaciones materialistas y racionales para todas las cosas se pasó a la mitología platónica, lo cual supuso un gran retroceso para el verdadero conocimiento de la verdad.

Las teorías platónico-aristotélicas, que fueron trasladadas a las tres religiones monoteístas, que están basadas en el mito de Abraham, a través de sus comentaristas e interpretacionistas, en el cristianismo, Tomás de Aquino, en el islamismo, Avicena, Abú Alí Husaín ben Sina y en el judaísmo, Maimónides, Mosés ben Maimon, esto llevó a un retraso que duró varios siglos que evitaron el resurgimiento de las concepciones materialistas, que en el periodo presocrático, habían estado ampliamente difundidas, como hemos podido comprobar más arriba.

A continuación pasamos, a Aristóteles, que como hecho curioso, podemos contar, que el Peripatético creía que el hombre pensaba con el corazón y que en realidad nunca supo para que servía el cerebro, a pesar, que puede ser considerado como un biólogo, aunque Hipócrates ( -460 A.E.C. – 377 A.E.C. ), había dicho: los hombres deben saber que es el cerebro, y nada más que del cerebro de donde vienen, las alegrías, el placer, la risa y el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones.

Para Aristóteles (384 A.E.C. Estagira, Macedonia a 322 A.E.C. Calcis, Eubea), el tema básico de la filosofía, es definir en que consiste el ser, determinar las causas o principios que condiciona a algo a ser lo que es. Para Aristóteles, lo fundamental es la Física, habida cuenta que para percibir algo, antes debemos conocer qué y como es la naturaleza, physis, diciendo que es como la esencia propia de los seres naturales, que es el principio del movimiento, árjé tes kinéseos, también se le puede llamar cambio, de las cosas. En la Física Aristóteles demostrará que todos estos procesos son regulados por principios y causas invariables. Los procesos de la naturaleza no son imprevisibles, las especies definen la esencia de cada cosa, delimitan el número y tipo de posibles cambios, a esto les llama Formas, permaneciendo idénticas a través de los cambios, el árbol viejo y el joven son esencialmente el mismo árbol, y eso nos permite reconocerlos.

Cuando las cosas cambian, es decir, dejan de ser lo que son para convertirse en algo diferente, Aristóteles, introduce el concepto de Materia, que es lo que hace que el ente natural se transforme, siguiendo el orden de las especies, así, la semilla se transforma en árbol, siendo esta materia la que hace posible que se pueda distinguir al individuo dentro de su especie.

Teniendo en cuenta que la materia y forma regulan los cambios de las cosas naturales, éstos llevan a cabo lo que ya está contenido en las cosas, en su materia y en su forma, es decir, actualiza aquello que está en potencia, dynamis y llega a ser aquello que esencialmente puede llegar a ser, es decir, pasar de la potencia al acto, énérgeia; como la potencia es potencia de un acto determinado, el acto ya está presente en la misma potencialidad, por lo que el acto es anterior, ontológicamente, a la potencia, pero Aristóteles no quiere decir con esto que, por ejemplo, el roble ya esté presente en la bellota. La teleología aristotélica consiste, en la realización de las potencialidades propias de la especie, o bien, la realización de las potencialidades de la esencia a la que pertenece cada cosa. Este paso de la potencia al acto, tiene tres fases, “aún no ser”, el “ya no ser”, entre estos dos extremos está el mantenerse en los límites que definen la forma perfecta de la especie, Aristóteles, a esta permanencia dentro de los límites, que es la finalidad del proceso, la denomina Entelequia.

Aristóteles sostiene la permanencia de las especies, en contra de la opinión mantenida por Empédocles de que en la naturaleza se producen mutaciones y unas especies salen de otras, en esto, como en lo referente a la cosmología de Aristarco de Samos, que decía que el sol estaba en el centro y que era la Tierra y los demás planetas los que giraban a su alrededor, Aristóteles, demuestra una rara habilidad para desentenderse de las mejores hipótesis y apostar por las peores, que al actualizar sus potencialidades, reproduce la especie fielmente a si misma, representando su forma perfecta en un nuevo individuo, para Aristóteles al contrario que para Empédocles, no existe la evolución de las especies, por tanto, su teoría se puede calificar de fijista.

Aristóteles llevó a cabo una profunda reforma de la doctrina platónica del alma, para empezar, las Ideas dejan de ser lo verdaderamente real, y lo real pasa a ser la cosa sensible, aquello que se puede ver y tocar, revisó las teorías de Platón, de lo que extrajo las siguientes conclusiones: Platón duplicó el número de cosas, el mundo de las Ideas Eternas, el mundo inteligible y el mundo sensible.

Que el número de Ideas debía de ser infinito; me pregunto, ¿cómo puede haber un número infinito de Ideas? El explicar la génesis de las cosas, Platón creía que la realidad eran las Ideas de las cosas, y no las cosas en si mismas, que eran meras copias defectuosas de las Ideas Eternas, que Dios está pendo constantemente, pero se olvidó de este mundo, el mundo sensible, el mundo de las copias imperfectas, y no dio ninguna explicación de cómo las Ideas se transformaban en copias.

De como participa el mundo inteligible de las cosas sensibles. Esto lleva a Aristóteles a preguntarse, cómo las Ideas Eternas podían explicar el mundo, teniendo en cuenta que están fuera de él, ya que las cosas para comprenderlas, para conocerlas, hay que verlas y sentirlas, y las Ideas Eternas, no podían ser vistas ni sentidas, esta falta de interacción, es lo que lleva al Estagirita a postular que las Ideas Eternas, no podían explicar el mundo.

Aristóteles, se da cuenta de que las cosas, prágmata, son algo de las cuales se enuncian sus propiedades, a ese algo Aristóteles lo llamó ousía, esencia, cuyo equivalente latino es essentia, pero posteriormente fue traducido por substantia, pero sólo en el sentido de hablar de substancia primera, substantia prima, por ejemplo este hombre, este árbol, esta piedra. Aristóteles dividió la substancia primera, en diez categorías, predicamentos, flexiones o caídas del ser, en la lista más completa, el modo en que las cosas se definen, no es unívoco, por eso dice que el ser se dice de muchas maneras, pero no de un modo equívoco sino analógico, ya que tienen una conexión o unidad analógica, por eso el ente es uno y múltiple a la vez.

A la categoría primera, Aristóteles la llama substancia, siendo esta, la cosa individual, realmente existente, irreductible, único, que se determina a si mismo; es entidad, pero llamar categoría a la substancia, resulta ilógico, siendo como es la substancia entidad y no un predicamento del ser.

Aristóteles añadió el concepto de substantia secunda, otro tipo de entes, que son los universales, los géneros y las especies, el hombre, el árbol, la piedra, es decir, una similitud con las ideas platónicas, que es una forma confusa de expresarse, porque la substantia secunda, no es substancia, en sentido riguroso de cosas separadas, lo que se predica de las substancias primeras, por lo cual no deberían llamarse propiamente substancias, sino géneros, especies. Las verdaderas substancias por ser sujetos últimos, son “separables”, estos llamados sujetos, se presentan como materia, aquello de lo que está hecha la cosa o como forma, morfé, eídos, que es lo que hace que algo sea lo que es, no pueden existir separadas, sólo existe la materia informada por una forma, y la forma informando una materia, el compuesto de materia y forma, compuesto mórfico, es decir, el todo concreto y separable. Para Aristóteles el filósofo de la naturaleza, es aquel, que da de la cosa una definición conforme a la física y, además, completa porque habla de la materia y de la forma.

El universal es forma, pero no, como en las ideas platónicas, separado de las cosas, sino presente en ellas, informándolas, con esto se explicó la relación entre las ideas o especies con las cosas individuales, que Platón había intentado explicar con el concepto insuficiente de participación. Los universales son, momentos abstractos de cada cosa individual, llamándolas Aristóteles, substancias segundas, según mi criterio, utilizando el término substancia aquí, de forma impropia. Resulta evidente, la relación entre materia-forma y potencia-acto, siendo la materia simple posibilidad, es potencia sólo que se actualiza informándose; no tiene, pues, realidad en si misma, eso de que la materia no tiene realidad en si misma.

Para Aristóteles, el movimiento, es la actualidad de lo posible en tanto que posible; cuando esa potencia, en lugar de permanecer como posible, se actualiza, entonces hay movimiento o dicho de otro modo cambio, el movimiento era imposible desde Parménides, porque se lo entendía como un paso del ser al no-ser y viceversa, pero la teoría de la analogía del ente, hace que se trate de un paso de un modo del ser a otro, el corolario a todo esto, es que resulta posible la física como disciplina filosófica.

Aristóteles rechazaba las creencias espiritualistas, fuesen estas pitagóricas o platónicas, también rechazaba, las explicaciones puramente materialistas de la sensación y el pensamiento, que fueron defendidas por Empédocles y por los Atomistas: Leucipo y Demócrito. Para él de la teoría de Platón se deducían dos problemas insolubles, el no poder entender que el alma tiene que ser concebida como una unidad, aunque poseyendo quizá facultades, dynameis, que Platón había llamado incorrectamente partes del alma, como segundo problema no comprender su relación con el cuerpo, de hecho, hablaba del alma como algo “separado”, algo que tal vez podía disociarse del cuerpo y vivir separada por si misma; pero el alma misma es una unidad, es así la criatura viva toda, alma y cuerpo conjuntamente. Por tanto, las teorías de la “transmigración” de un alma en cuerpos diferentes eran absurdas. Aristóteles, no se muestra seguro, de que, siendo el alma en si la criatura viva toda, pueda el alma, separarse del cuerpo y vivir separada de éste.

Hay que tener presente que el libro De Anima es un libro de física, pero también de biología, situando el alma dentro de la esfera de ésta. En De Anima: libro primero, dice: Pero si el pensar es una especie de imaginación, o al menos depende de la imaginación, ni aún esto puede existir fuera del cuerpo.

Si, pues, alguna función o afección del alma es peculiar y propia de ella, el alma debe poder ser separada del cuerpo; pero si no hay nada que sea peculiar al alma, no podrá ser separada. Para Aristóteles, el alma es movimiento y sensación, siendo el motor inmóvil sólo movido per accidens y en unión con el cuerpo que ella anima, no es perceptible por los sentidos.

No es necesario que lo que produce el movimiento se mueva ello mismo, en Física VIII,5, Aristóteles prueba que el primer motor es inmóvil. Ahora bien, hay cuatro clases de movimiento: traslación, alteración, disminución y crecimiento, Aristóteles suele emplear el término movimiento para el cambio que se da en cualquier categoría que no sea la substancia; y reserva para esta el término generación y su correlativo corrupción.

Además si el alma se mueve hacia arriba, será fuego, y si se mueve hacia abajo, será tierra. Aristóteles habla de que el alma se mueve y que además esta necesita un lugar natural, pero todo esto es absurdo, desde el punto de vista, que sostiene el propio Estagirita, es decir, la inmaterialidad del alma; porque si esto es así, el movimiento es un atributo de la materia, consistente en desplazar sus átomos de un lugar a otro, pero el alma de Aristóteles es no-materia, luego carece de un substento atómico, por lo cual en rigor el movimiento es imposible precisamente porque falta el qué mover; el argumento anterior es igualmente válido para explicar que el alma del que habla Aristóteles no puede ocupar un lugar natural, porque la no-materia no ocupa ningún lugar en el espacio.

Más adelante Aristóteles, pone límites a lo que ha dicho con anterioridad, porque el alma, que, en cuanto alma, se mueve a si misma y que es así sujeto de su movimiento, experimentará una verdadera destrucción de su naturaleza y su esencia al moverse a si misma, pero aun así sigue creyendo que al alma se le puede imprimir un movimiento accidental por obra de otra cosa distinta de ella.

Mi objeción respecto a esto es que el alma según Aristóteles es no-materia, ¿qué es entonces lo que puede ser movido? Continúa diciendo: el ser vivo no parece ser movido por el alma, sino por medio de una cierta elección y una cierta intelección.

Ahora bien, el intelecto parece ser una substancia independiente engendrada en nosotros y parece ser imperecedera. Así, pues, la capacidad de pensamiento y de conocimiento decae a causa de algo distinto que perece en él; pero el intelecto es, en si mismo, impasible.

Es, pues, evidente, según estas consideraciones, que el alma no puede ser movida; y si en absoluto puede ser movida, evidentemente no se mueve a si misma. La materia es substancia tan sólo en cuanto potencia para la determinación; la forma, esencia es substancia segunda; y el compuesto individual concreto es substancia primera.

Tal planteamiento llevará a Aristóteles a probar que el alma sólo puede ser forma. Ahora bien, la materia es potencia, y la forma es entelequia o acto. Todo cuerpo natural, pues, que posee vida, debe ser substancia, y substancia de tipo compuesto, es decir, substancia en el más propio sentido del término: substancia primera, ser individual concreto, compuesto de materia y forma.

Pero puesto que en un cuerpo de una especie definida, a saber, en posesión de la vida, el cuerpo no puede ser alma, porque el cuerpo no es algo predicado del sujeto, sino que es él, más bien, lo que se considera substrato o materia, el razonamiento de Aristóteles es el siguiente: los cuerpos naturales son considerados substancias por excelencia.

Hay cuerpos naturales que poseen vida, es decir, alma. Los cuerpos naturales serán, pues, substancias. No serán substancias en el sentido en que lo es la materia, porque esta es indeterminada, ni en el sentido en que lo es la forma, que excluye toda corporeidad , lo serán, pues, en el sentido propio y pleno de substancias primeras o compuestos de materia y forma; pero este argumento resulta ininteligible.

Porque si la forma excluye la corporeidad y la materia es indeterminada, cómo puede lo incorpóreo dar un cuerpo a lo que es indeterminado, cómo uniendo lo no-corpóreo con lo no-determinado se consigue un todo que es substancia primera, ser individual concreto.

No es posible que la materia sea indeterminada aunque sea amorfa, la materia es un existente, además, la forma debe ser la forma de algo, no una forma en abstracto, no veo posible la separación de la forma de la materia, ya que la forma informa a la materia, el planteamiento de Aristóteles de que el alma es sólo forma resulta ilógico, porque la forma y la materia son inseparables, cómo puede existir una forma sin materia, además, la esencia de la forma es informar a la materia, pero si el alma es sólo forma entonces carece de su esencia y en rigor no sería forma.

Este concepto de materia y forma tal como lo expresa Aristóteles, resulta totalmente absurdo, en realidad creo que se trata de una falacia, que la materia sea indeterminada.

De esta manera, el alma debe ser substancia en el sentido de ser la forma de un cuerpo natural, el cual posee potencialmente la vida. Y la substancia es, en este sentido, la entelequia o acto. El alma es, pues, la entelequia de la clase de cuerpo que hemos descrito; es decir, de un cuerpo potencialmente apto para vivir.

Por consiguiente, el alma podría definirse como la entelequia primera de un cuerpo natural que posee potencialmente la vida; y es tal cualquier cuerpo que posea órganos.

Por lo demás, lo que posee en potencia la capacidad de vivir no es el cuerpo que ha perdido el alma, sino el que todavía posee alma. Aristóteles, quiere decir aquí qué cuerpos poseen alma: sólo los cuerpos vivos; no los cuerpos muertos. Es completamente evidente, pues, que ni el alma, ni al menos determinadas partes de ella, si es que tiene partes, puedan separarse del cuerpo, pues respecto de ciertas partes del cuerpo la entelequia es la de las mismas partes, porque no son entelequias de ningún cuerpo, así ocurre, por ejemplo, con el intelecto, que es separable.

Tampoco es evidente si el alma, considerada como una entelequia, tiene con el cuerpo la misma relación que el piloto respecto de la nave. Aristóteles, se refiere aquí tan sólo al alma noética. Si el alma noética, puede separarse del cuerpo, en rigor no es la forma de un cuerpo en concreto, lo cual me lleva a razonar que este alma noética, no es nunca individual, sino que es algo presente en todos los hombres, pero no en forma diferente en cada uno de ellos.

Por lo que a este alma noética habría que darle un sentido de ser algo general y no concreto y que por lo tanto no se trataría de nuestra alma individual, por lo que no tendría nuestros recuerdos, es decir, no sería nuestra identidad, tal tipo de alma noética parece apuntar en un sentido de mente cósmica ajena a toda individuación.

Pero en el caso del intelecto; parece tratarse de una especie distinta de alma y solamente ella admite una existencia separada del cuerpo, pero las demás partes del alma no son separables.

El término substancia se emplea en tres sentidos: el de forma, el de materia y el de compuesto de los dos. De estos, la materia es potencia, y la forma, entelequia; y puesto que el compuesto es un ser animado, el cuerpo no puede ser entelequia del alma, sino que el alma es la entelequia de algún cuerpo.

Desde mi punto de vista, toda materia es un existente, es algo que está ahí, es lo que es, y niego la existencia de la materia indeterminada, mi razonamiento es el siguiente: 20m3 de madera de roble es materia prima, siendo en potencia el entramado de una cubierta, cuando esa madera sea manufacturada será en rigor entelequia del entramado de una cubierta, pero en tanto sean 20m3 de madera de roble, es absolutamente cierto que es en acto unos reales y verdaderos 20m3 de madera de roble.

Por tanto que no se me diga que la materia permanece siempre en potencia. El alma no puede existir sin un cuerpo, ni puede ser un cuerpo. No es un cuerpo sino que es algo del cuerpo, es decir, algo que debe ser concebido en función del cuerpo, sin ninguna idea de subordinación a él, sino más bien con la idea de interdependencia, y, por tanto, reside en un cuerpo, y en un cuerpo de una determinada especie, es decir, tiene que haber una íntima adecuación entre un alma y un organismo.

El alma humana, no puede residir en el cuerpo de un animal, ni tampoco dar vida a distintos individuos. El alma es el principio de la locomoción, la alteración, el crecimiento y el decrecimiento se deben también al alma, Aristóteles atribuyó muchas facultades al alma, de forma absolutamente inapropiada, puesto que la locomoción es una actividad orgánica, basada en los movimientos de ciertos músculos que actúan cuando reciben una orden del cerebro, que no alma.

La sensación proviene de nuestros sentidos, siendo percibida en el cerebro como resultado de la interacción de sucesos que producen un efecto en aquellos nervios conectados a los diferentes órganos sensoriales; en cuanto al crecimiento o decrecimiento resulta de la asimilación o no de nutrientes, como resulta evidente de lo anteriormente expresado, el alma de Aristóteles, no realiza en absoluto esas funciones, que son puramente orgánicas y que pertenecen al cuerpo, es decir, la materia, precisamente eso tan denostado por el Estagirita. El órgano sensorial primero, es aquel con una capacidad de aprehender la forma sin materia.

El intelecto agente existe, en acto, separado del cuerpo, pero no el intelecto paciente. En el libro III, Aristóteles dice lo siguiente, este intelecto es el que es separado, impasible y sin mezcla, siendo, por esencia, acto, sin ninguna potencialidad ni materia; mientras que el intelecto paciente, que es el que viene a ser el propio inteligible, es en potencia todos los inteligibles, con lo que no es entelequia.

Sólo una vez separado es el intelecto no más que lo que esencialmente es, y sólo es decir inmortal y eterno. Después de la muerte, no conservamos ningún recuerdo de nuestra vida pasada, por tanto, eso es como no vivir, en rigor no es continuar viviendo, porque nuestra memoria queda interrumpida con la muerte y lo que continúa vivo carece de nuestros recuerdos, por tanto, para Aristóteles queda claro que no existe ninguna supervivencia del alma individual de un ser humano.

Este no recordar la vida pasada está basada en el hecho de que la memoria no sobrevive a la muerte; el intelecto agente, en efecto, es impasible, con lo que no puede retener ninguna impresión de nada, y el intelecto paciente, que si es pasible, no puede recibir y conservar impresiones de la vida del individuo, muere con éste.

Para conocer los contrarios, es preciso que el ser que conozca sea, en potencia, ese contrario y que sea una sóla con él. Si, por el contrario, alguna cosa no tiene contrario, ella se conoce a si misma, y existe en acto y estado de separación, Dios, causa que no tiene contrario, será su propio objeto: será acto puro, ya que todo cambio se realiza por contrarios, y poseerá, una existencia separada.

Si estuviese realizado en una materia poseería contrarios y habría en él cambios. Ahora bien, la idea de un Universo creado, es algo ajeno al pensamiento griego, como también lo era para Aristóteles, el cual debe de querer decir que el Universo existe desde siempre, al igual que su Dios, esta es la única forma de que exista en acto puro, es decir, que haya sido siempre acto y nunca potencia, por lo que el Dios de Aristóteles, debió estar antes del Universo y haber creado este.

Porque de no haber sido así, no podría ser acto puro, porque si el Universo precediese a Dios, éste hubiese comenzado a encargarse del Universo a partir de cierto tiempo transcurrido desde su creación, con lo cual durante ese periodo de tiempo Dios no hubiese sido acto puro, sino Dios en potencia, por tanto, el hecho de que Aristóteles afirme que Dios es acto puro, es equivalente a afirmar que el Universo existe desde siempre y que Dios existe desde siempre.

En cuanto a la idea aristotélica de que Dios es inmaterial, porque si fuera materia poseería contrarios, es algo que no se puede afirmar tajantemente, según lo expresado por Aristóteles, la creencia cristiana en el demonio es imposible, dado que Dios no posee contrarios, pero como no puede afirmarse rotundamente que Dios no tenga contrarios, queda en suspenso el hecho de atribuir según Aristóteles la inmaterialidad a Dios.

Continúa Aristóteles al final de su libro III, diciendo: La piedra no existe en el alma, sino solamente la forma de la piedra, esta afirmación de Aristóteles, no deja lugar a dudas acerca de la idea que él tenía realmente de la forma; que aquí queda claro que para Aristóteles forma es un sinónimo de imagen, figura; por tanto, su concepto de materia y forma, siendo ésta la que informa a la materia resulta totalmente falsa, pues, resultaría que nada menos que una imagen daría forma a la materia, lo cual es del todo absurdo, como lo es todo el concepto de materia-forma, que en realidad su sentido nos resulta inaprehensible.

El corolario, que se sigue de la doctrina del alma como forma del cuerpo, interpretada de forma estricta, constituye una objeción, para cualquier especie de inmortalidad, ya que, ambos componentes son inseparables, el alma es la forma o actualidad de un cuerpo vivo, no se trata de que el alma se superponga o agregue al cuerpo, sino que el cuerpo, como tal cuerpo viviente, lo es porque tiene alma. El hombre posee sensación, aistesis, que es un contacto inmediato con las cosas individuales, después viene la imaginación, que por medio de la memoria proporciona una generalización; en tercer lugar, la facultad superior, el nous o entendimiento.

Aristóteles rechaza la doctrina de las ideas innatas y de la reminiscencia platónica y todo esto lo substituye por el concepto de tabula rasa; el nous es pasivo, pero, además, existe un entendimiento activo o agente, de este nous dice Aristóteles, en De Anima, III,5: es tal que se hace de todas las cosas y es tal que las hace todas, al modo de un cierto hábito, como luz; pues en cierto sentido luz hace ser colores en acto a los que son colores en potencia, este entendimiento es separable, impasible y sin mezcla.

Ya que es por esencia una actividad, solamente una vez separado es lo que es verdaderamente, y sólo, es decir, inmortal y eterno. El Estagirita se interesa poco por la supervivencia del alma humana, contrariamente a Platón, para quien la supervivencia del alma humana era primordial.

Ahora bien, a tenor de lo dicho anteriormente, en lo concerniente al alma, según él parece un género diferente de alma, siendo ésta la única capaz de existencia separada, ya que, no pertenece al cuerpo, le viene a éste desde fuera. Pero todas las otras partes del alma, son incapaces de existencia separada, con lo que queda claro, que para Aristóteles, no puede haber ninguna supervivencia de la personalidad individual, ningún sitio para la escatología órfica o platónica de premios y castigos, ni ningún ciclo de reencarnaciones, todo esto queda claro basándonos en la doctrina de la materia y la forma.

Para Aristóteles, algo es natural cuando tiene en si mismo el principio de su cambio, siendo, por tanto, las cosas naturales, verdaderas; pero cambian, llegan a ser y dejan de ser, y en esta medida no son plenamente entes, hay otro tipo de entes que no cambian, como son los objetos matemáticos, pero tienen el inconveniente de no ser cosas; existirían en la mente, pero no fuera de ella, separados, si en cuanto a inmóviles son más entes, al no existir como cosas son menos entes.

Para que un ente reúna las dos condiciones, tendría que ser inmóvil, pero separado, una cosa. Este ente, si existiera, se bastaría a si mismo, y sería el ente supremo, el que merecería en plenitud llamarse ente. A este ente Aristóteles lo llama Dios, Teós, y la ciencia que tratase de él sería una ciencia teológica, teologiké episteme.
Dios es en Aristóteles el conjunto de condiciones metafísicas que hacen que un ente lo sea plenamente y Dios tendrá una vida teorética, por eso Dios es pensamiento del pensamiento, noésis noéseos.

Entelequia no es equivalente a acto, mientras acto indica la simple actualidad, entelequia significa lo que ha llegado a su fin, télos, y, por tanto, supone una actualización, Dios, que es acto puro, no tiene potencia ni movimiento; es, pues, actual pero no actualizado, es acto, pero, en rigor no- entelequia.

Tomás de Aquino, interpretando a Aristóteles, de tal forma que lo cambiará todo y dirá que si existe una supervivencia de un alma individual después de la muerte. Pero para Aristóteles no hay ninguna facultad del alma que pueda ejercerse sin el cuerpo, y ser separada de él, declara, si la intelección es una especie de imaginación, o si no puede existir sin la imaginación, entonces la intelección no existirá sin el cuerpo.

El intelecto es la parte del alma a través de la cual el hombre conoce, comprende, pero el intelecto se activa con la imaginación, teniendo las imágenes, que son las impresiones sensibles, que ascender hasta llegar a la opinión, dóxa, a la ciencia, epistémé, y a la intelección, nous.

La opinión y la ciencia son funciones que se activan con la imaginación, necesitan imágenes, pero la intelección es una forma de actividad intelectual superior, porque es capaz de aprehender los principios y es inmaterial e independiente del cuerpo, mientras que la capacidad sensible no existe sin el cuerpo, el intelecto está “separado”.

Según declara el mismo Aristóteles: Las Ideas están en el intelecto, pero no en acto sino en potencia, para que lo inteligible, la forma pura, se separe de la materia, el objeto sensible y se convierta en acto es necesario, un agente capaz de producir todas las cosas, de actualizar lo que está en potencia, este intelecto, la existencia de este agente, sugiere la existencia de dos intelectos, el intelecto pasivo y el intelecto activo o agente, aplicando a este intelecto los atributos de: está separado, impasible, sin mezcla, inmortal y eterno, considerando al intelecto activo como un principio inherente al alma humana, pero transcendente a su actividad consciente.

El pensamiento activo, acerca del cual baste decir que no tenemos evidencia alguna, el intelecto agente, parece ser la parte inmortal del alma, la parte separable y eterna, pues las demás partes del alma son incapaces de existencia fuera del cuerpo.

Sólo la razón, nous, entra de afuera y es divina, pero entonces la doctrina del alma como forma, morfé, eidos, del cuerpo tendrá que ser reelaborada y modificada, pues el alma es la vida, unidad total cuerpo-alma, además, ese nous, es la razón cósmica.

No se trata de ninguna razón individual, si existiese el nous, sería algo extraño a nosotros, no tendría nuestros recuerdos, no tendría memoria de nosotros mismos, por ello el ser humano como sujeto pensante individual no continuaría existiendo, solamente existiría la mente cósmica.

La obra De Anima nos presenta una orientación aristotélica en el sentido de ciencia antropológico-fisiológica, que a mi entender se aleja de una interpretación espiritualista por parte de Aristóteles, presentando una ruptura con la visión platonizante, que en su opinión tardía postula la no-supervivencia del alma tras la muerte del cuerpo, en el sentido de alma individual, un alma tal que para Aristóteles resulta imposible que el ser humano continúe existiendo después de la muerte porque lo que sobrevive a la muerte es el intelecto agente, que es impasible.

Por lo cual carece de nuestros recuerdos y sin nuestros recuerdos aunque ese intelecto agente continúe existiendo en rigor nosotros dejaremos de existir como seres individuales dotados de una memoria y de una identidad personal, De Anima, es un libro contradictorio, en que se mezcla una visión platonizante con otra estrictamente fisiológica.

Aristóteles no está investigando el anima cristiana, sino, vivir, sentir y conocer tomados todos ellos como procesos biológicos, se está haciendo la pregunta: ¿qué es exactamente la vida?

El Aristóteles auténtico, el que al final queda es en cierta medida monista y materialista y es el que dice: Digamos que tienen razón quienes pensaron que el alma ni existe a parte del cuerpo, ni existe lo mismo que el cuerpo; porque no es realmente el cuerpo; sin embargo, es algo del cuerpo; porque el alma, pues, es el primer acto de un cuerpo físico capaz de vida.

Ciertamente, la tesis de Aristóteles implica el rechazo de las ideas materialistas primitivas de que el alma es un objeto material, pero, igualmente cierto es que ello entraña un rechazo total del concepto platónico del alma como una substancia incorpórea, es decir, espiritual, como opuesta a una substancia material.

Al final Aristóteles tiende hacia un cierto materialismo, en definitiva una visión materialista del hombre, en tanto que, como ser humano individual no sobrevive a la muerte del cuerpo debido a que su memoria muere con éste.

Como resulta, desde, mi punto de vista, evidente, que hablar del concepto de alma, no son más que meras digresiones, que hablan acerca de algo supuesto, es un a priori, en ningún momento el Estagirita pretende demostrar empíricamente, todo aquello de lo que está hablando, entre otras cosas, porque toda demostración empírica, resulta que es imposible en su época, en la que lo único realmente importante es la teoría, lo empírico no interesa.

Pasemos ahora a conocer la doctrina católica de la existencia del alma espiritual, para ello nos basaremos en lo dicho por Tomás de Aquino 1225 D.E.C. Roccasecca, Nápoles a 1274 D.E.C. Fosanova, la filosofía tomista acerca del alma difiere de la tradicional en la Escolástica, de origen platónico-agustiniano.

Y todo hay que decirlo su teoría acerca del alma no es exactamente la misma que se encuentra en De Anima de Aristóteles, Tomás de Aquino, al adaptar la filosofía griega de Aristóteles al pensamiento cristiano de la Escolástica, se preocupó por tapar las diferencias entre su propia psicología y la del Aristóteles histórico, a dieciséis siglos de distancia, a pesar de ello, las diferencias existen y una lectura atenta del De Anima y de la filosofía de Tomás de Aquino sobre el alma, demuestra con absoluta evidencia tales diferencias, y el sentido general de su sistema difiere hondamente de El Estagirita.

Tomás de Aquino pretende demostrar la incorporalidad e inmaterialidad del alma, y luego su substancialidad, así el alma humana o mente aunque no-corporal, tiene que ser autosubsistente, interpreta el alma como forma substancial del cuerpo humano, primer principio de vida, la mente, pues, tiene una actividad propia en la que el cuerpo no participa para nada, sólo el pensamiento se ejerce sin órgano corporal; acerca de esto ya manifesté anteriormente que le fueron atribuidas al alma todas aquellas funciones, que posteriormente la ciencia se ha encargado de demostrar que eran funciones realizadas por el cerebro.

De tal modo que la doctrina de Tomás de Aquino, está absolutamente equivocada, claro que el cuerpo participa en el pensamiento, lo hace a través del cerebro; continúa diciendo que, el alma humana, como fuente de nuestra inteligencia, no puede descomponerse, porque es autosubsistente, no perece con el cuerpo, contradiciendo a Platón, que dice, yo no puedo sentir sin mi cuerpo, mi cuerpo tiene que ser una parte de mí, así, la mente con la que entiendo, tiene que ser también parte de mí, unida de algún modo a mi cuerpo.

El tomismo, dice, que el alma es el que hace que el cuerpo sea cuerpo, es decir, cuerpo viviente, eso es absolutamente incompatible con la ciencia moderna, la cual cree, que la vida surge como la unión de elementos químicos inertes, materiales, que ensamblados de determinado modo, producen un ser viviente, a partir de elementos químicos inertes.

El Concilio de Viena 1311 D.E.C.-1312 D.E.C. definió que el alma racional es por si y esencialmente la forma del cuerpo humano. Tomás de Aquino, postula que lo cierto es que el intelecto agente es algo que está en el alma, y que se multiplica tantas veces cuantas son las almas humanas, con esto parece decir, que solamente existe un intelecto agente y que este se repite a si mismo en cada alma.

Tantas como almas humanas existan, pero mi opinión personal, no es otra que el intelecto agente en realidad es el nous. Las digresiones platonizantes de Aristóteles, son las que arrastran a hacer que el Aquitatense intente reconciliar una doctrina fundamentalmente aristotélica del alma como forma del cuerpo, con el dogma cristiano sobre la inmortalidad personal.

Pero el aristotelismo genuino no deja ningún lugar para toda la doctrina de la inmortalidad. Pero Tomás de Aquino dirá lo siguiente: La inteligencia activa no es ni Dios ni la misma para todos los hombres, sino que es la más alta y más racional parte del alma humana individual, la cual no tiene ningún órgano; pero este argumento contradice completamente a Aristóteles, para quien solamente la inteligencia pasiva es individual, no siéndolo la inteligencia activa o agente, que desde mi punto de vista queda identificada con el nous, y el nous no es algo individual.
 
Mae porfa resuma!!!

Uno es un pargo pero q no tanto como para leerse todo eso

Le propongo q haga un resumen y ponga el link donde esta el articulo completo
 
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