Es mejor que "cura y hombre" o cura y niño (no soy homofóbico, sólo que me parece un poco antinatura). Lo que le pasó a ese hombre es similar a cuando alguna chica se dedicó a la carrera de modelaje y de tanto aguantar hambre (porque le exigen ser casi anoréxica) un día se da un atracón de comida. Es lo más natural del mundo estar expuesto a ese tipo de tentaciones. Somos humanos y esa es nuestra naturaleza, como seres sensuales, dependemos de nuestros sentidos para la supervivencia. Lo único malo es que haya decidido caer en tentación con la mujer del prójimo. Pero el problema es la satanización del sexo por parte de la iglesia y la imposición de metas humanamente inalcansables a aquellos que desean servira a Dios (esto sólo ha llevado a que se cometan errores de este tipo, de los cuales ni ellos mismos son culpables en el fondo, porque son actitudes tan naturales como el ir al baño, el sentir hambre o sueño); es una de las grandes contradicciones en que ha caído la iglesia, porque si Dios, la sabiduría suprema, lo dispuso así ¿Quién es el hombre para contrariar las disposiciones del supremo creador? La Biblia lo confirma; la naturaleza lo confirma; la ciencia lo confirma: Adán y Eva y las hormonas son la prueba. Si Dios hubiese querido que el hombre estuviese sólo no habría creado a la mujer, ni habría creado los principios femeninos y masculinos entre las plantas y los animales. Todos los profetas tuvieron esposas empezando por Adan, Noe, Abraham, Jacob, Isaac, Moisés, Mohammad y es posible que Jesús también la haya tenido. Pues tanto los profetas como los hombres de Dios son ejemplo y guía para el resto de la comunidad y teniendo en cuenta que la familia es el núcleo de la sociedad y el matrimonio es la vía para su construcción, ellos deberían ser los primeros en dar el ejemplo (en el antiguo testamento, ni siquiera entre los Nazireos que son consagrados a Dios desde su nacimiento se habla de abstinencia sexual). Lamentablemente la iglesia primigenia se vió permeada por muchas costumbres de los cultos paganos griegos y romanos como las vestales en las que se exigía la castidad del consagrado, costumbres que no tienen nada que ver con lo enseñado por las escrituras primitivas. La principal castidad es la de un alma pura sin mala intención, ojos que no ven con morbosidad o maldad y que saben apreciar y santificar algo tan maravilloso y natural que nos ha dado Dios como es la sexualidad.