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Wilas

Una verdadera esperanza parte 1

¿Dónde están los muertos?

Cuando nos toca llorar la pérdida de seres amados, quizá pensemos: “¿Qué ha pasado con ellos? ¿Están sufriendo? ¿Nos cuidan de algún modo? ¿Podemos ayudarlos? ¿Los volveremos a ver?”. Las religiones del mundo ofrecen distintas respuestas. Algunas enseñan que los buenos van al cielo, y los malos a un lugar de tormento. Otras dicen que pasamos al reino de los espíritus para estar con nuestros antepasados. Y hay religiones que afirman que entramos en el mundo de los muertos para ser juzgados y después nos reencarnamos, es decir, volvemos a nacer en otro cuerpo

Esas creencias comparten una idea básica: que una parte de nosotros sigue viviendo cuando el cuerpo muere. Casi todas las religiones, tanto del pasado como del presente, afirman que, de una u otra forma, continuamos viviendo para siempre y conservamos la capacidad de ver, oír y pensar. Pero ¿cómo puede ser eso posible? Los sentidos, lo mismo que el pensamiento, dependen del cerebro, el cual deja de funcionar cuando fallecemos. Nuestros recuerdos, sentimientos y sensaciones no se mantienen vivos por sí solos de algún modo misterioso. Es imposible que lo hagan, pues dejan de existir cuando el cerebro se destruye



La Biblia, explica en qué estado se encuentran los difuntos. Allí se enseña con toda claridad este hecho: cuando una persona muere, deja de existir. La muerte es lo contrario de la vida, de modo que los muertos no ven ni oyen ni piensan. Ni una sola parte de nosotros sigue viviendo cuando muere el cuerpo. En efecto, no poseemos un alma o espíritu inmortal


Después de afirmar que los vivos saben que morirán, Salomón escribió que “los muertos [...] no tienen conciencia de nada en absoluto”. Entonces amplió esa verdad fundamental al decir que no pueden amar ni odiar y que “no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el [sepulcro]” (Eclesiastés 9:5, 6, 10). De igual modo, Salmo 146:4 dice que cuando alguien muere, “perecen sus pensamientos”; en efecto, se acaban por completo

Satanás también usa a algunas religiones para enseñar que los difuntos se convierten en espíritus a los que los vivos deben respetar y honrar. Según esta creencia, esos espíritus pueden ser amigos poderosos o enemigos terribles. Creyendo esta mentira, muchas personas los temen, los honran y les rinden culto. La Biblia, en cambio, enseña que los muertos están durmiendo y que solo debemos adorar al Dios verdadero, Jehová, quien nos ha creado y nos ha dado todo (Revelación 4:11).

Cuando conocemos la verdad sobre los muertos, ya no nos engañan las mentiras religiosas. Además, entendemos mejor otras enseñanzas de la Biblia, como por ejemplo, la promesa de vivir eternamente en el Paraíso. Esta esperanza se vuelve muy real para nosotros cuando aprendemos que los difuntos no van a vivir como espíritus a otra parte.

Hace muchos siglos, el fiel Job hizo esta pregunta: “Si un hombre [...] muere, ¿puede volver a vivir?” (Job 14:14). En otras palabras, ¿es posible devolver la vida a quienes duermen en la muerte? La respuesta que da la Biblia es muy consoladora. Lo veremos en la Parte 2

 
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Verdadera esperanza para los seres queridos que han muerto

¿Por qué podemos estar seguros de que habrá una resurrección?
¿Cuánto interés tiene Jehová en resucitar a los muertos?
¿Quiénes resucitarán?

IMAGINESE que está huyendo de un feroz enemigo mucho más fuerte y veloz que usted. Sabe que, si lo atrapa, no le tendrá compasión, pues ya lo ha visto matar a varios amigos suyos. Sin importar cuánto corra, se le acerca más y más. Parece que no tiene escapatoria. Sin embargo, de repente acude alguien a rescatarlo. Es mucho más poderoso que su enemigo y le ofrece su ayuda. ¡Qué alivio!

En cierta forma, a usted ya lo está persiguiendo un enemigo como ese. De hecho, nos persigue a todos. Como la Biblia muestra que la muerte es un enemigo. Ninguno de nosotros puede escapar de ella ni vencerla, y casi todos hemos visto cómo le ha quitado la vida a alguien que amamos. Pero Jehová es mucho más poderoso que la muerte. Él es nuestro amoroso Rescatador. En efecto, ya ha demostrado que puede derrotarla, y además promete acabar con ella de una vez por todas. La Biblia dice: “Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada” (1 Corintios 15:26). ¡Qué buena noticia!

Pensemos por un momento en el dolor que causan los golpes de este enemigo. Así comprenderemos algo que nos hará felices: Jehová promete que quienes han muerto vivirán de nuevo (Isaías 26:19). Él hará que vuelvan a la vida; en eso consiste la esperanza de la resurrección

¿Se le ha muerto un familiar o un amigo muy querido? Parece imposible aguantar el dolor, la tristeza y la desesperación de no poder hacer nada. Es entonces cuando más necesitamos el consuelo de la Palabra de Dios (2 Corintios 1:3, 4). La Biblia nos permite conocer lo que sienten Jehová y Jesús con respecto a la muerte. Nos muestra el dolor que sintió Jesús al perder a un ser querido, y sabemos que él reflejaba a la perfección la personalidad de su Padre (Juan 14:9). Cuando iba a Jerusalén, solía visitar a Lázaro y sus hermanas, María y Marta, que vivían en la cercana ciudad de Betania. Los unía una amistad tan estrecha que la Biblia dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro” (Juan 11:5).


¿Cómo se sintió Jesús al perder a su amigo? El relato muestra que fue a visitar a los parientes y amistades de Lázaro, quienes lloraban su muerte. Al verlos, se sintió muy conmovido. “Gimió en el espíritu y se perturbó” y luego “cedió a las lágrimas” (Juan 11:33, 35). ¿Por qué se afligió tanto? ¿Acaso no tenía ninguna esperanza? Todo lo contrario. De hecho, Jesús sabía que algo maravilloso estaba a punto de ocurrir (Juan 11:3, 4). Pero aun así, sintió el dolor y la pena que produce la muerte.
[SUP]6[/SUP] En cierta forma, el que Jesús sintiera tanto dolor nos da ánimo. Nos enseña que tanto él como su Padre odian la muerte. Además, Jehová tiene el poder necesario para combatir a este enemigo y derrotarlo. Veamos el milagro que hizo Jesús con el poder que recibió de Dios.



[h=3]“¡LÁZARO, SAL!”[/h]Lázaro estaba sepultado en una cueva, y Jesús pidió que quitaran la piedra que cerraba la entrada. Marta puso reparos y le dijo que, como llevaba muerto cuatro días, ya estaría descomponiéndose (Juan 11:39). Desde un punto de vista puramente humano, no había ninguna esperanza.
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Cuando hicieron rodar la piedra, Jesús clamó con voz fuerte: “¡Lázaro, sal!”. ¿Qué ocurrió entonces? “El hombre que había estado muerto salió.” (Juan 11:43, 44.) ¿Se imagina lo contentos que se pusieron todos? Tanto sus hermanas como sus parientes, amigos y vecinos sabían muy bien que Lázaro había fallecido; pero ahora volvían a tener a su lado a aquel hombre al que tanto querían. Debió parecerles demasiado bueno para ser cierto. Sin duda, muchos lo abrazaron con gran alegría. ¡Qué victoria sobre la muerte!
La resurrección de Lázaro fue motivo de gran alegría (Juan 11:38-44)

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Jesús no dijo que él hubiera realizado este milagro por sí solo. Justo antes de llamar a Lázaro, hizo una oración en la que identificó a Jehová como Aquel que hace posible la resurrección (Juan 11:41, 42). De hecho, esa no fue la única vez que Jehová empleó su poder de esta manera. La resurrección de Lázaro es tan solo una de las nueve que se relatan en la Palabra de Dios.* Es todo un placer leer y estudiar estos pasajes. Nos enseñan que Dios no muestra favoritismo, pues devolvió la vida a jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, israelitas y extranjeros por igual. ¡Y qué alegría tan grande observamos en estos relatos! Por ejemplo, cuando Jesús hizo que una niña volviera a vivir, sus padres se quedaron “fuera de sí con gran éxtasis” (Marcos 5:42). Desde luego, Jehová les había dado un motivo de alegría que nunca olvidarían.

Claro, las personas a las que Jesús resucitó volvieron a morir con el tiempo. ¿Significa eso que no sirvió de nada el que las hubiera resucitado? Todo lo contrario. Estos relatos bíblicos confirman importantes verdades y nos dan esperanza.
[h=3]¿QUÉ NOS ENSEÑAN LOS RELATOS DE RESURRECCIONES?[/h]
Elías resucitó al hijo de una viuda (1 Reyes 17:17-24)

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[/SUP]La Biblia enseña que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto”, es decir, ni están vivos en algún lugar ni se dan cuenta de nada. El relato sobre Lázaro lo confirma. Cuando él volvió a la vida, ¿emocionó a la gente contándole cómo era el cielo? ¿La asustó con horribles historias sobre un infierno ardiente? No. La Biblia no dice nada de eso. En los cuatro días que estuvo muerto, Lázaro no había tenido “conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5). Sencillamente, había estado durmiendo en la muerte (Juan 11:11).

Lo que sucedió con Lázaro también nos enseña que la resurrección no es ninguna leyenda, sino una realidad. Jesús levantó a Lázaro ante los ojos de toda una multitud. Ni siquiera los líderes religiosos se atrevieron a negar el milagro, y eso que odiaban a Jesús. Más bien, dijeron: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales?” (Juan 11:47). Muchas personas fueron a ver al resucitado y terminaron creyendo en Jesús. Vieron que Lázaro era una prueba viva de que Jesús era el enviado de Dios. Tan clara era esa demostración que algunos de los insensibles líderes religiosos judíos se pusieron a buscar la forma de matar a Jesús y a Lázaro (Juan 11:53; 12:9-11).

El apóstol Pedro resucitó a una cristiana llamada Dorcas (Hechos 9:36-42)


¿Es ingenuo creer en la resurrección? No, pues Jesús prometió que llegará el día en que “todos los que están en las tumbas conmemorativas” resucitarán (Juan 5:28). Puesto que Jehová es el Creador de la vida en todas sus formas, ¿es tan difícil pensar que pueda volver a crearla? Por supuesto, mucho depende de la memoria que tenga Jehová. ¿Puede él recordar a nuestros seres queridos? Piense en esto: ¡Dios pone nombre a cada una de los incontables billones de estrellas que hay en el universo! (Isaías 40:26.) De modo que Jehová es capaz de recordar todos los detalles de nuestros seres amados que han fallecido, y además está dispuesto a devolverles la vida.

Ahora bien, ¿cuánto interés tiene Jehová en resucitar a los muertos? La Biblia enseña que está deseando hacerlo. Un fiel siervo de Dios llamado Job preguntó: “Si un hombre [...] muere, ¿puede volver a vivir?”. Job hablaba de que esperaría en la tumba hasta que llegara el momento en que Dios se acordara de él. Por eso le dijo a Jehová: “Tú llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo” (Job 14:13-15).

Piense en ello: Jehová anhela devolver la vida a los muertos. ¿Verdad que nos anima saber que Jehová tiene un deseo tan intenso de hacerlo? Pero ¿cómo será esta resurrección futura? ¿Quiénes resucitarán, y dónde?
[h=3]“TODOS LOS QUE ESTÁN EN LAS TUMBAS CONMEMORATIVAS”[/h]Cuando leemos en la Biblia los relatos sobre las resurrecciones del pasado, aprendemos mucho sobre la que ocurrirá en el futuro. Las personas que volvieron a vivir aquí en la Tierra se reunieron con sus seres queridos. Pues bien, la resurrección futura será parecida, pero mucho mejor. Jehova tiene el propósito de convertir toda la Tierra en un paraíso. Por lo tanto, los muertos no volverán a la vida en un mundo lleno de guerras, delitos y enfermedades. Más bien, tendrán la oportunidad de ser felices y vivir en paz en la Tierra por toda la eternidad.

¿Quiénes resucitarán? Jesús dijo que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29). De igual modo, Revelación (o Apocalipsis) 20:13 dice: “El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos”. “El Hades” es la sepultura a la que va toda la humanidad. Esta tumba colectiva quedará vacía cuando vuelvan a vivir los miles de millones de personas que descansan en ella. El apóstol Pablo dijo: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15). ¿Qué significan estas palabras?

En el grupo de los “justos” se encuentran muchos personajes bíblicos que vivieron antes de que Jesús viniera a la Tierra, como Noé, Abrahán, Sara, Moisés, Rut, Ester y muchos otros. En el capítulo 11 de Hebreos se habla de algunos de estos hombres y mujeres de fe. Pero entre los “justos” también están los siervos de Jehová que mueren en nuestros días. La esperanza de la resurrección puede librarnos de un temor muy común: el miedo a morir (Hebreos 2:15).

En el Paraíso, las personas que han muerto volverán a la vida y se reunirán con sus seres queridos


Miles de millones de personas ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocer a Jehová, de modo que no le sirvieron ni hicieron su voluntad. ¿Qué sucederá con ellas? Estos “injustos” no quedarán en el olvido. El Dios verdadero también los resucitará y les dará tiempo para que lo conozcan y le sirvan. En el transcurso de mil años, los muertos volverán a la vida y tendrán la oportunidad de unirse a los seres humanos fieles que sirvan a Jehová en la Tierra. Será un período maravilloso, al que la Biblia llama el Día del Juicio.

¿Quiere decir esto que resucitarán todos los seres humanos que han vivido? No. La Biblia dice que algunos están en “el Gehena” (Lucas 12:5). El Gehena debe su nombre a un vertedero que había fuera de la antigua ciudad de Jerusalén, en el que se quemaban cadáveres y basura. ¿Qué muertos arrojaban allí los judíos? Solo aquellos a los que consideraban indignos de ser enterrados y resucitados. Por tanto, el Gehena es un símbolo de destrucción eterna. Jesús tomará parte en juzgar a los muertos, pero el Juez Supremo es Jehová (Hechos 10:42). Y Dios no resucitará nunca a las personas que sabe que son malvadas y no quieren cambiar.
[h=3]LA RESURRECCIÓN CELESTIAL[/h] La Biblia también enseña que hay otro tipo de resurrección. Se trata de la resurrección como ser espiritual para vivir en el cielo. La Palabra de Dios solo relata un ejemplo de alguien que tuvo esa clase de resurrección: Jesucristo.

Jesús fue ejecutado siendo un ser humano; sin embargo, Jehová no dejó a su fiel Hijo en la tumba (Salmo 16:10; Hechos 13:34, 35). Lo resucitó, pero no como hombre. El apóstol Pedro explica que Cristo fue “muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu” (1 Pedro 3:18). ¡Qué gran milagro! Jesús vivía otra vez como poderoso ser espiritual (1 Corintios 15:3-6). Había sido el primero en recibir esta gloriosa resurrección (Juan 3:13). Pero no sería el último.

Sabiendo que pronto regresaría al cielo, Jesús dijo a sus discípulos fieles que iba allí a “preparar un lugar” para ellos (Juan 14:2). A los que irían al cielo los llamó “rebaño pequeño” (Lucas 12:32). ¿Cuántos componen este grupo relativamente pequeño de cristianos fieles? En Revelación 14:1 leemos estas palabras del apóstol Juan: “Vi, y, ¡miren!, el Cordero [Jesucristo] de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre”.

A estos 144.000 cristianos —entre quienes están los apóstoles fieles de Jesús—, Dios los resucita para que vivan en el cielo. ¿Cuándo ocurre esta resurrección? El apóstol Pablo escribió que sería durante un período de tiempo conocido como la presencia de Cristo (1 Corintios 15:23). Ahora estamos viviendo en ese período, En nuestros días quedan ya pocos de los 144.000. Cuando mueran, resucitarán al instante para vivir en el cielo (1 Corintios 15:51-55). Sin embargo, la esperanza para la inmensa mayoría de la humanidad es resucitar en el futuro en una Tierra convertida en un paraíso.


Usted puede estar totalmente seguro de que Jehová derrotará a la muerte, nuestra enemiga, y acabará con ella para siempre (Isaías 25:8). Pero quizá se pregunte: “¿Qué harán en el cielo quienes resuciten allí?”. Pues bien, formarán parte de un maravilloso Reino celestial.




 
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