Tuve que atender unos asuntos en el valle central y también tenía planeado cenar con una amiga. Como mi esposa estaba de trompa todavía esperé hasta la misma mañana para anunciar: " Y tengo una cena también! " Ella imaginó que era con esa amiga, solo sabe el nombre de ella pero no tengo muchas amigas en San José.
"Entonces se va a quedar! ES A ESO QUE VA!!!!!!" Efectivamente al vivir fuera del Valle Central hubiera tenido que quedarme en un hotel y volver en la mañana pero se trataba de solo eso, una cena, en este momento no estoy para complicaciones, aventuras o enredos. Así se lo dije pero ella con más rabia gritó: "A ESO VA PERO YO NO SE LO PASO!!!!!"
Sin previo aviso tiró con fuerza la taza de café que tenía en la mano, la tiró en mi dirección pero la taza se estrelló contra el piso, el café salpicó las paredes y a ella, como de milagro yo salí indemne. El pequeño, que presenció la escena, agarró un pedacito de la taza y se lo metió a la boca. Se lo quité y mi esposa barrió, en la cerámica había quedado un hueco de respetables dimensiones.
Después siguió:
"AHORA ESTABA HABLANDO CON ELLA, YO OI EL CELULAR SONAR Y VI QUE SE PUSIERON DE ACUERDO PARA VERSE EN LA NOCHE!"
En realidad no había recibido ningún mensaje en la mañana y los últimos mensajes eran de la noche antes. Normalmente borro siempre todos los mensajes apenas los leo para que mi esposa vea que es tiempo perdido revisarme el cel, pero había dejado los últimos 4 o 5 mensajes con esa amiga, donde nos deseábamos buenas noches. Es evidente que ve y oye cosas que no son reales.
Salí de casa como planeado pero en el bus decidí avisar que no iba a poder ir a cenar, y expliqué el motivo. Corría el riesgo de que mi amiga se asustara y dejara de hablarme, lo que sería una lástima, pero preferí ser sincero. Pero entendió la situación y seguimos en contacto.
Terminados mis asuntos pasé por la zona más fea de San José y me metí en un bar a tomar un par de cervezas, después de los días pasados con mi esposa esa compañía de pintas, prostitutas y vendedores de drogas me parecía de lo más pacífica y acogedora, un ambiente relajado y seguro.
Poco antes de volver mi esposa me llamó acusándome de haberla querido humillar al bloquearle la cuenta (falso, hasta lo revisé por si acaso) y cuando llegué a la casa, me encontré toda mi ropa tirada.