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Un actor tenia un problema: padecía de la enfermedad de Alzheimer por lo que olvidaba con frecuencia sus líneas. Después de mucho tiempo de buscar trabajo, en una pequeña compañía teatral deciden darle una oportunidad. El director le explica su parte en la obra:
- Mira- le dice- ésta es la parte más importante y estremecedora de la obra. Tendrás que tomar una rosa con dos dedos unicamente, el índice y el medio, la acercarás a tu nariz, olerás profundamente y dirás "Ahhh, el dulce aroma de mi amante".
El actor con gran preocupación, durante días enteros practica sus línea de diálogo. Finalmente el día del debut llega. La cortina se levanta, a medias de la representación, el actor sube al escenario y con gran pasión lleva a cabo su trabajo:
- "Ahh, el dulce aroma de mi amante..."
En ese momento el teatro estalla en risas y carcajadas, para obvio encabronamiento del director.
- ¡Eres un idiota! -le reclama al final de la presentación - ¡Me has arruinado!
- ¿Pero por qué? -contesta el otro desconcertado- ¿Acaso se me olvidaron mis lineas?
- No imbécil, ... ¡se te olvidó la rosa!
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Saludos
www.nosoloamigos.webnode.es
Un actor tenia un problema: padecía de la enfermedad de Alzheimer por lo que olvidaba con frecuencia sus líneas. Después de mucho tiempo de buscar trabajo, en una pequeña compañía teatral deciden darle una oportunidad. El director le explica su parte en la obra:
- Mira- le dice- ésta es la parte más importante y estremecedora de la obra. Tendrás que tomar una rosa con dos dedos unicamente, el índice y el medio, la acercarás a tu nariz, olerás profundamente y dirás "Ahhh, el dulce aroma de mi amante".
El actor con gran preocupación, durante días enteros practica sus línea de diálogo. Finalmente el día del debut llega. La cortina se levanta, a medias de la representación, el actor sube al escenario y con gran pasión lleva a cabo su trabajo:
- "Ahh, el dulce aroma de mi amante..."
En ese momento el teatro estalla en risas y carcajadas, para obvio encabronamiento del director.
- ¡Eres un idiota! -le reclama al final de la presentación - ¡Me has arruinado!
- ¿Pero por qué? -contesta el otro desconcertado- ¿Acaso se me olvidaron mis lineas?
- No imbécil, ... ¡se te olvidó la rosa!
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