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Wilas

Juan Rafael Mora Porras POR FIN SE LE HACE JUSTICIA

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asi o más feo
ANÓNIMO
AUNQUE NO SE SI ES EL LUGAR PARA SER EL POST PERO NO IMPORTA
DICEN QUE LA DESGRACIA DE UN PUEBLO ES OLVIDAR SU PASADO Y A LOS TICOS NO PASA MUY A MENUDO

ALQUE MUCHOS CONSIDERAN EL MEJOR PRESIDENTE DE LA HISTORIA EL TIEMPO LE RINDE TRIBUTO

Segunda Proclama del Presidente Juan Rafael Mora Porras

COMPATRIOTAS:

¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir esa Falange impía que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud. Marchemos a combatir por la libertad de nuestros hermanos.

Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra sus tiranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan, nos desafían audazmente e intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas. Corramos a romper las de nuestros hermanos y a exterminar hasta el último de sus verdugos. No vamos a lidiar por un pedazo de tierra: no por adquirir efímeros poderes; no por alcanzar misérrimas conquistas, ni mucho menos por sacrílegos partidos. No, vamos a luchar por redimir a nuestros hermanos de la más inicua tiranía: vamos a ayudarlos en la obra fecunda de su regeneración, vamos a decirles: Hermanos de Nicaragua, levantaos: aniquilad a vuestros opresores. Aquí venimos a pelear a vuestro lado por vuestra libertad, por vuestra patria. Unión, nicaragüenses, unión. Inmolad para siempre vuestros enconos; no más partidos, no más discordias fraticidas. Paz, justicia y libertad para todos. Guerra sólo a los filibusteros.

A la lid pues, costarricenses. Yo marcho al frente del ejército nacional. Yo que me regocijo al ver hoy vuestro noble entusiasmo, que me enorgullezco al llamaros mis hijos, quiero compartir siempre con vosotros el peligro y la gloria. Vuestras madres, esposas, hermanos e hijos os animan. Sus patrióticas virtudes os harán invencibles. Al pelear por la salvación de vuestros hermanos, combatiremos también por ellos, por su honor, por su existencia, por nuestra patria idolatrada y la independencia hispanoamericana.

Todos los leales hijos de Guatemala, El Salvador y Honduras, marchan sobre esa horda de bandidos. Nuestra causa es santa, el triunfo es seguro. Dios nos dará la victoria y con ella la paz, la concordia, la libertad y la unión de la gran familia centroamericana.


Juan R. Mora. –San José, marzo 1° de 1

LIBERTADOR NACIONAL
:felicidad::felicidad::felicidad:
 
Primero que nada, no escriba en mayuscula que es equivalente a gritar :?:

Por otra parte bien lo de Juan Rafael Mora Porras, creo que hoy o ayer estaban comentando eso en la tele...
 
Deporsí por culpa de ese mae se trajo cólera al Valle Central y se murieron decenas de miles de ticos... una cosa por otra?

Pero como sea, historia es historia. Ojalá que los diputados ya se ocupen de asuntos que realmente trascienden como seguridad y educación, en lugar de quemar pólvora a lo tonto con esta cuestión semántica de héroe o libertador nacional.

Ojalá se le diera mayor reconocimiento y apoyo a ticos vivos también.

En un futuro mejor que deleguen este tipo de cosa a la escuela de historia de la UCR y que se dediquen a su trabajo.
 
Algunos historiadores han encontrado actos de corrupción en su gestión.

Eso no lo tomaron en cuenta los diputados.

Es una resolución para lavarse las manos.
 
El último suplicio - ANCORA - La Nación
Juan Rafael Mora obvió los cambios institucionales que hubo luego de su expulsión del poder

IVÁN MOLINA JIMÉNEZ [email protected] 08:15 P.M. 18/06/2010

¿Qué habría pasado si Juan Rafael Mora hubiese logrado recobrar el poder tras desembarcar en Puntarenas el 15 de septiembre de 1860? En 1968, el historiador Carlos Meléndez respondió parcialmente a esta pregunta con la cita de una carta que Mora dirigió al chileno Ignacio Arancibia desde San Salvador el 23 de mayo de 1860. La misiva se publicó en la Gaceta Oficial del 14 de diciembre de 1860.
En dicha carta, Mora afirmó que quienes lo traicionaron y usurparon el poder debían ser castigados “con el último suplicio”. Además, en cuanto a la recuperación de su haber personal, manifestó la intención de cobrar “hasta el último sentavo”, y señaló que los gastos de la guerra serían financiados con los bienes de sus enemigos.
Con base en esa carta, Meléndez cautelosamente respondió a su pregunta inicial con otro interrogante: “¿Corrió don Juan Rafael la misma suerte que había recomendado él para sus verdugos?”.
Llama la atención que, excepto Meléndez, la mayoría de los historiadores costarricenses optase por no considerar esa carta, que permite comprender mejor la lucha política que culminó con el fusilamiento de Mora en Puntarenas el 30 de septiembre de 1860.
Oposición. De acuerdo con la historiadora Carmen María Fallas, la guerra contra las fuerzas encabezadas por William Walker (1856-1857), que dominaban Nicaragua, profundizó las divisiones entre los cafetaleros y la oposición a Mora, quien ocupaba la Presidencia del país desde 1849.
En un primer momento, la lucha contra los filibusteros unió a buena parte de la sociedad costarricense en torno a Mora, quien comprendió la amenaza que Walker representaba para Costa Rica.
Sin embargo, una vez pasada la guerra, el capital político y simbólico acumulado por el presidente empezó a erosionarse con rapidez debido a diversos conflictos.
Uno de los momentos culminantes de este proceso fue la expulsión perpetua de Costa Rica del obispo Anselmo Llorente y Lafuente, en diciembre de 1858. Este religioso había desempeñado un papel fundamental en ayudar al gobierno a movilizar a la población para la guerra de 1856-1857.
El descontento fue agravado por los efectos de la crisis económica y demográfica –la peste de cólera– que acompañaron la lucha contra Walker, por los procesos de privatización de la tierra promovidos por el gobierno de Mora, y por las denuncias de corrupción contra el presidente.
Por si fuera poco, la Constitución de 1848 –vigente durante los años en los que Mora estuvo en el poder– restringió fuertemente los derechos políticos al establecer requisitos económicos para poder votar. De esta manera se excluyó de las urnas a buena parte de los varones adultos pertenecientes a los sectores más pobres, que fueron particularmente afectados por la crisis económica de la segunda mitad de la década de 1850.
En las circunstancias analizadas, Mora fue electo por tercera vez consecutiva en abril de 1859, con el apoyo de 87 de 94 electores de segundo grado (92,5%). Esto parece ser un indicador claro del carácter cada vez más autoritario del régimen, antes que de su popularidad, como se verá más adelante.
Sin posibilidad de utilizar la vía electoral para desplazar a Mora del poder, sus opositores se aliaron con algunos altos oficiales para derrocarlo el 14 de agosto de 1859. El presidente y sus allegados fueron entonces expulsados del país.
Polarización. Uno de los rasgos más destacados de la caída de Mora fue su carácter incruento. A esto cabe añadir que sus enemigos no se valieron de la ocasión para asesinarlo. Evidentemente, en esto influyó el prestigio de Mora fuera de Costa Rica y, en particular, sus contactos con políticos y militares del resto de Centroamérica.
Sin embargo, el factor decisivo quizá haya sido una tradición política, configurada luego de 1821, según la cual, en Costa Rica, a los adversarios políticos se los castigaba con el embargo de sus bienes, con el confinamiento en un paraje distante o con la expulsión del país; pero no con la muerte.
En contraste con algunos de sus predecesores –en especial Braulio Carrillo– que aceptaron la pérdida del poder, Mora se propuso recobrarlo inmediatamente. Tal proceder polarizó la lucha política en un grado hasta entonces sin precedente en la historia de Costa Rica.
Es probable que, a partir de ese momento, quienes lo derrocaron empezaron a preguntarse qué pasaría con sus vidas y sus haciendas si la tentativa de Juan Rafael Mora tuviese éxito.
Según Meléndez, la primera vez que Mora les contestó fue en diciembre de 1859. Al responder a una iniciativa de sus enemigos para llegar a un arreglo, Mora indicó que la única solución posible era que se lo restituyera en el poder en las condiciones existentes el día anterior al golpe de Estado.
Mora se mostró dispuesto a decretar una amnistía, pero con excepciones; además, nadie quedaría exento de asumir las responsabilidades pecuniarias correspondientes.
En una proclama de enero de 1860, recopilada por el historiador Rafael Obregón Loría, Mora fue incluso más explícito. Llamó a las armas a los costarricenses “porque ha llegado el día de la expiación para los malvados que se sublevaron el 14 de agosto [de 1859] y para los que se obstinen en ayudarles de hoy en adelante [']. Habrá perdón general para todos, menos para los traidores Salazar, Rodríguez, Pacheco y Zarret [']. Serán castigados aquéllos que continúen prestando sus servicios a los facciosos de hoy en adelante; ellos responderán con la vida e intereses [']. Escuchad mi voz de clemencia si no queréis que más tarde caiga sobre vuestras cabezas la espada de la justicia”.
Durante la fase inicial de la guerra contra los filibusteros, Mora demostró cuán implacable podía ser; por tanto, es verosímil que sus adversarios se tomasen muy en serio las amenazas contra sus vidas y sus bienes.
La carta dirigida a Arancibia demuestra que, lejos de reconsiderar su posición, Mora acentuó aún más la línea dura contra sus adversarios: su intento por recuperar el poder sería una lucha a muerte.
Democratización. Al plantear la confrontación en esos términos, Mora parece haber sobrevalorado el apoyo que tenía en Costa Rica y parece haber pasado por alto un cambio institucional fundamental realizado por el nuevo régimen: a fines de diciembre de 1859 se había aprobado una nueva constitución, que prácticamente estableció el sufragio universal masculino.
La información disponible no permite precisar cuánto se amplió el régimen de ciudadanía, pero datos indirectos –recopilados por la historiadora Clotilde Obregón– revelan que 94 electores de segundo grado participaron en los comicios en los que Mora fue electo por tercera vez; en cambio, 435 electores sufragaron en los comicios que José María Montealegre ganó en abril de 1860.
De más interés aún es saber que, en esa elección, Montealegre obtuvo el 83,9% de los votos de los electores, mientras que el grupo que simpatizaba con Mora logró apenas el 12% de los sufragios.
Como ha sugerido el historiador Hugo Vargas, con el cambio institucional indicado, el nuevo régimen creó una situación en la cual el retorno de Mora al poder supondría un retroceso automático en los derechos políticos de la ciudadanía porque la Constitución de 1848 volvería a estar vigente.
Un asunto que debe investigarse más a fondo es cuánto influyó ese cambio institucional en restar apoyo a Juan Rafael Mora.
Lo que sí es claro es que, durante la crisis política de 1859-1860, se llevó a cabo una transformación institucional de extraordinaria importancia para la futura democratización de Costa Rica.

 
Juanito Mora: Rescatando nuestra identidad El próximo 30 de setiembre se cumplen 150

El próximo 30 de setiembre se cumplen 150 años (el sesquicentenario), de uno de los crímenes políticos más impactantes de la historia nacional: el asesinato del ilustre costarricense, don Juan Rafael Mora Porras, popularmente conocido como don Juanito Mora, cuya trayectoria de vida al servicio del país y el impacto de su legado, al punto de perder la vida por fusilamiento, apenas empieza a dimensionarse, tanto tiempo después.

Desafortunadamente, somos un pueblo al que, intencionadamente, se nos ha robado, escondido, tergiversado, invisibilizado, negado, trascendentales episodios de nuestra historia. Así ha sucedido con la etapa anterior al 15 de setiembre de 1821, pero más marcadamente luego de esta fecha, que es cuando se decreta la independencia nacional de España, en la entonces Capitanía General de Guatemala, precisamente en un día como hoy, hace ya 189 años.

Uno de esos episodios “ocultos” que más fuertemente debemos analizar, auscultar, estudiar, resignificar y dimensionar, tiene que ver con lo que en la escuela y en el colegio se nos dice de la “Campaña Nacional”, 1856-1857, cuando el país tuvo que enfrentarse a los “filibusteros” encabezados por el gringo William Walker, destacándose la participación del “tamborcillo” alajuelense, el soldado Juan Santamaría, Héroe Nacional. Sencillito, sencillito. Así fuimos “educados” sobre la comprensión y el significado de esta parte de la historia costarricense. En esencia, eso era todo lo que se nos decía.

Sin embargo, a la par de la figura gigante de nuestro Héroe Nacional, hubo otras también trascendentales para que nuestro país, a tan solo 35 años de la independencia de España, no fuera engullido, absorbido, nuevamente colonizado; por las primeras manifestaciones de carácter expansionista (e imperialista después), de los sectores dominantes de la naciente potencia estadounidense surgida en 1776 y que tenía tan solo 80 años de su existencia para ese gran momento nacional (1856).

Una de esas figuras gigantes, a la que se ha tratado con gran injusticia, es la de don Juan Rafael Mora Porras, quien era el Presidente de Costa Rica al momento de enfrentar la invasión “filibustera”, de los “forajidos”, de los “aventureros”, de los “desalmados” gringos encabezados por Mr. Walker.

La historia oficial con la que se nos formó, se nos “educó” al respecto, nos metió la creencia de que por nuestra querida Patria, lo que llegó fue una banda de maleantes, una pandilla de malhechores, quienes sin Dios ni ley pretendían robar las tierras de nuestros campesinos de entonces. Nada más tergiversado y manipulado a lo largo de los años.

Cuando don Juanito Mora alertó a los y a las costarricenses de entonces, cuando les llamó a las armas, es porque estaba dimensionando los graves peligros para la joven Costa Rica de que fuera, por segunda vez, colonizada; y, en este caso, por el que luego sería uno de los imperios más sangrientos y genocidas de la historia de la Humanidad: el estadounidense.

La epopeya tica de ese entonces, esa Gran Guerra Patria, encabezada por don Juanito, tuvo un significado político más profundo que la propia independencia de España (la que nos llegó por correo, “regalada”, y que hoy conmemoramos); pero que palidece, se minimiza, se demerita, ante el impacto que representó para nuestra propia nacionalidad y nuestra propia identidad, la acción cívica del pueblo costarricense encabezado por ese insigne costarricense.

Afortunadamente, parece que empezamos a corregir, como Patria, tan grave error en contra de la figura de don Juanito Mora. Cuatro libros que plantean su papel en la historia nacional (cuya lectura recomendamos), serán analizados en las aulas costarricenses, gracias a una sabia decisión del Consejo Superior de Educación, a partir del curso lectivo del 2011.

Los y las jóvenes estudiantes deberán leer “Clarín Patriótico”, de Juan Rafael Quesada Camacho; “Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los filibusteros”, de Armando Rodríguez Porras; “Los soldados de la campaña nacional”, de Raúl Arias Sánchez; y, “El lado oculto del Presidente Mora”, de Armando Vargas Araya.

¿Polémicos entre sí? A lo mejor. Pero por algo se empieza. A 150 años de su ejecución por fusilamiento, don Juanito Mora ¡vive!

Por Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP

Cuando alguno pretenda tu gloria manchar,
verás a tu pueblo, valiente y viril


 
No estoy de acuerdo

Para que otro heroe? Solo porque si esta en los libros lo hace mas importante que el juancho?

Indistintamente que Santamaria haya existido o no, la gestion de Juanito fue valiosa en la campana del 56, pero segun tengo entendido durante su gestion ademas de corrupcion, aplicaba estrategias represivas para sus opositores, destierro, carcel, entre otras... en general no era como el presidente a seguir... Menos un heroe...

Repito, participacion valiosa pero NO para heroe.

Este portillo otorga a cada asamblea la oportunidad de nombrar a un hereo nacional por sus x o y actos valiosos para la soberania del pais...

No estoy de acuerdo.

1 es suficiente.
 
Para que otro heroe? Solo porque si esta en los libros lo hace mas importante que el juancho?

Indistintamente que Santamaria haya existido o no, la gestion de Juanito fue valiosa en la campana del 56, pero segun tengo entendido durante su gestion ademas de corrupcion, aplicaba estrategias represivas para sus opositores, destierro, carcel, entre otras... en general no era como el presidente a seguir... Menos un heroe...

Repito, participacion valiosa pero NO para heroe.

Este portillo otorga a cada asamblea la oportunidad de nombrar a un hereo nacional por sus x o y actos valiosos para la soberania del pais...

No estoy de acuerdo.

1 es suficiente.
En parte tiene razon,pero los heroes no existen,se supone que un heroe tiene un codigo moral bien definido,se mueven en un mundo en blanco y negro,pero eso en la vida real no es posible.
Mae y tambien en esa epoca no habia mucho orden,talvez algunos de los opositores eran golpistas.
 
Los y las jóvenes estudiantes deberán leer “Clarín Patriótico”, de Juan Rafael Quesada Camacho; “Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los filibusteros”, de Armando Rodríguez Porras; “Los soldados de la campaña nacional”, de Raúl Arias Sánchez; y, “El lado oculto del Presidente Mora”, de Armando Vargas Araya.

¿Polémicos entre sí? A lo mejor. Pero por algo se empieza. A 150 años de su ejecución por fusilamiento, don Juanito Mora ¡vive!

Por Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP

Cuando alguno pretenda tu gloria manchar,
verás a tu pueblo, valiente y viril



Albino Vargas metiendo cuchara... sólo eso faltaba :guacala:
 
#1 en FACTURA ELECTRÓNICA
Increíble...ante la falta de un heroe en tiquicia...nació Juan Santamaría....

y ahora..ante tantas personas que ni creen que existió e inclusive ante tantas personas que dicen que era nica....ahora tenemos que inventarnos otro, uno autóctono...plop!
 
Increíble...ante la falta de un heroe en tiquicia...nació Juan Santamaría....

y ahora..ante tantas personas que ni creen que existió e inclusive ante tantas personas que dicen que era nica....ahora tenemos que inventarnos otro, uno autóctono...plop!

Hubo un tema en el foro de política sobre la veracidad y el contexto histórico de Juan Santamaría, muy bueno por cierto.
 
Increíble...ante la falta de un heroe en tiquicia...nació Juan Santamaría....

y ahora..ante tantas personas que ni creen que existió e inclusive ante tantas personas que dicen que era nica....ahora tenemos que inventarnos otro, uno autóctono...plop!

exacto solo que este debería ser el héroe desde el principio y no el paisa inventado.
 
Ahorita quieren declarar héreos nacionales a Pepe Figueres y Calderón Guardia.
 

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