safito
VERIFICADO
Roberto Picado Coto
Economista
El problema es que el alcohol y el cigarrillo son adictivos, pero legales
Bueno es preguntarsehasta dónde ha llegado la cultura del guaro en el país. Pero no conviene detener la cadena de irresponsables en los amigos, familiares y el cantinero que sirven el licor. El alcohol y el cigarrillo son sustancias adictivas y ambas producen efectos negativos, no solo a quienes los consumen, sino también a quienes los rodean.
¿Por qué los altos ejecutivos de las empresas que producen estas sustancias no solo ganan salarios elevadísimos, sino que gozan del respeto de la comunidad y de los medios de comunicación? ¿Por qué gozan del mismo respeto los dueños de lujosos supermercados, que tienen reservados grandes y atractivos espacios para la venta de licor? La misma pregunta se puede hacer sobre las agencias de publicidad que se sienten orgullosas y hasta ganan premios por su creatividad para producir anuncios que logran vender muerte en paquetes de 20 y dolor en botellas de 350 ml o de un litro.
Campaña válida. ¿Y el papel de los medios de comunicación? Desde que los noticiarios de televisión empezaron con fuerza su campaña contra los choferes borrachos, entrevistándolos, dando sus nombres, mostrando sus rostros idiotizados y sus declaraciones incoherentes, me queda un sinsabor. Apoyo dicha campaña y que dediquen varios minutos del noticiario a ridiculizar a esas personas y a mostrar imágenes de gente herida, carros destrozados e informar sobre las muertes.
Sin embargo, poco después, dentro del mismo noticiario, nos muestran un anuncio de cerveza o de otra bebida alcohólica. O nos anuncian los ya famosos programas de fiestas de fin de año que son en gran parte patrocinados por las empresas productoras de dichas bebidas, y que muestran a gente divirtiéndose en mesas llenas de botellas de licor. Algo parecido sucede con la prensa escrita, cuyas revistas o secciones de espectáculos y entretenimiento tienen un amplio contenido de publicidad de dichos productos.
Sería interesante, por ejemplo, que tras cada cierto número de accidentes de tránsito producidos por choferes ebrios, los periodistas vayan a entrevistar a los gerentes de las empresas cerveceras para preguntarle qué opinan sobre las muertes que su mercadería adictiva produce. Esa es la raíz del problema con el alcohol y el cigarrillo: son adictivos, pero son legales.
Tentación y ambiente. Es iluso pensar que las campañas de chofer designado o que sugieren beber con moderación, o no combinar la bebida y el manejo de vehículos son efectivas. La mayoría de la gente que toma, y va a una fiesta o reunión con amigos, va a tomar aunque sean solo bebedores sociales. La tentación es muy grande y el ambiente de fiesta hace que se nos olvide pensar, y después del primer trago vendrán más. Y, si eso pasa con los bebedores sociales, ¿qué se puede esperar de un enfermo alcohólico? Estas campañas, como la de poner en los paquetes de cigarrillos que “Fumar es dañino para la salud”, me recuerda aquello deque el que peca y reza, empata.
Es evidente que las industrias del alcohol y el tabaco no van a desaparecer. Los argumentos socioeconómicos son fuertes: que los resultados de la ley seca en EE. UU en la década de 1930; que el trabajo de mucha gente depende de esas industrias; que se producirán mafias como las de las drogas ilegales; en fin, la cadena del guaro debe llegar hasta sus últimas consecuencias, sin reparar en pretextos, intereses, amenazas o temores.
Economista
El problema es que el alcohol y el cigarrillo son adictivos, pero legales
Bueno es preguntarsehasta dónde ha llegado la cultura del guaro en el país. Pero no conviene detener la cadena de irresponsables en los amigos, familiares y el cantinero que sirven el licor. El alcohol y el cigarrillo son sustancias adictivas y ambas producen efectos negativos, no solo a quienes los consumen, sino también a quienes los rodean.
¿Por qué los altos ejecutivos de las empresas que producen estas sustancias no solo ganan salarios elevadísimos, sino que gozan del respeto de la comunidad y de los medios de comunicación? ¿Por qué gozan del mismo respeto los dueños de lujosos supermercados, que tienen reservados grandes y atractivos espacios para la venta de licor? La misma pregunta se puede hacer sobre las agencias de publicidad que se sienten orgullosas y hasta ganan premios por su creatividad para producir anuncios que logran vender muerte en paquetes de 20 y dolor en botellas de 350 ml o de un litro.
Campaña válida. ¿Y el papel de los medios de comunicación? Desde que los noticiarios de televisión empezaron con fuerza su campaña contra los choferes borrachos, entrevistándolos, dando sus nombres, mostrando sus rostros idiotizados y sus declaraciones incoherentes, me queda un sinsabor. Apoyo dicha campaña y que dediquen varios minutos del noticiario a ridiculizar a esas personas y a mostrar imágenes de gente herida, carros destrozados e informar sobre las muertes.
Sin embargo, poco después, dentro del mismo noticiario, nos muestran un anuncio de cerveza o de otra bebida alcohólica. O nos anuncian los ya famosos programas de fiestas de fin de año que son en gran parte patrocinados por las empresas productoras de dichas bebidas, y que muestran a gente divirtiéndose en mesas llenas de botellas de licor. Algo parecido sucede con la prensa escrita, cuyas revistas o secciones de espectáculos y entretenimiento tienen un amplio contenido de publicidad de dichos productos.
Sería interesante, por ejemplo, que tras cada cierto número de accidentes de tránsito producidos por choferes ebrios, los periodistas vayan a entrevistar a los gerentes de las empresas cerveceras para preguntarle qué opinan sobre las muertes que su mercadería adictiva produce. Esa es la raíz del problema con el alcohol y el cigarrillo: son adictivos, pero son legales.
Tentación y ambiente. Es iluso pensar que las campañas de chofer designado o que sugieren beber con moderación, o no combinar la bebida y el manejo de vehículos son efectivas. La mayoría de la gente que toma, y va a una fiesta o reunión con amigos, va a tomar aunque sean solo bebedores sociales. La tentación es muy grande y el ambiente de fiesta hace que se nos olvide pensar, y después del primer trago vendrán más. Y, si eso pasa con los bebedores sociales, ¿qué se puede esperar de un enfermo alcohólico? Estas campañas, como la de poner en los paquetes de cigarrillos que “Fumar es dañino para la salud”, me recuerda aquello deque el que peca y reza, empata.
Es evidente que las industrias del alcohol y el tabaco no van a desaparecer. Los argumentos socioeconómicos son fuertes: que los resultados de la ley seca en EE. UU en la década de 1930; que el trabajo de mucha gente depende de esas industrias; que se producirán mafias como las de las drogas ilegales; en fin, la cadena del guaro debe llegar hasta sus últimas consecuencias, sin reparar en pretextos, intereses, amenazas o temores.