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Wilas

Microrrelatos foreros

Lo más importante -dijo Pablo- es el molido, no debe quedar ni muy grueso, ni muy fino, ese es el secreto a la hora de preparar un buen café.

Al alguacil Harrison, le seguía pareciendo extraño el último deseo de aquel hombre, no lograba entender como alguien a minutos de ser ejecutado en la silla eléctrica, podía querer una simple taza de café y no una gran cena, como era común entre aquellos hombres condenados a muerte. La respuesta de Pablo había sido sencilla –No es cualquier taza de café, he de prepararla con mis propias manos-.

Harrison, contemplaba con tristeza los movimientos y ademanes que realizaba Pablo, lograba identificar en ellos signos de miedo y desolación, sabía que en tan solo media hora ya no quedaría nada de él, su cuerpo estaría inerte y sin movimiento, su piel cambiaria de un tono blanco a un color rojizo, del cual emanaría todo clase de olores nauseabundos, desde el ahumado de la carne quemada, hasta el imperdible olor a cabello rostizado. Sabía que aquel método de acabar con la vida de los presos no era el adecuado, le parecía demasiado cruel y enfermizo, el dolor incesante al que eran expuestos y el tener una fecha establecida para su muerte, terminaba por corroer y enloquecer cualquier mente. Pero él no se encontraba en la posición de cambiar esta situación, al contrario, tan solo era el verdugo.

Mientras preparaba aquella taza de café, Pablo ya no era dueño de sí, sus movimientos involuntarios crecían minuto a minuto, su mano temblaba cada vez con mayor fuerza, sus rodillas se movían tal boya de mar, pero esto no lo notaba, sus pensamientos no se encontraban en aquella triste y melancólica celda, sino que se situaban 20 años antes, en la época donde conoció a Isaura, la época donde fue infinitamente feliz y que al mismo tiempo lo tenía a la orilla de su muerte, de su fin.

Fue en el mercado del pueblo donde se encontraron por primera vez, Pablo, tendía en el suelo junto con su madre, el mantel que utilizarían para colocar las artesanías de barro que iban a vender cada domingo en aquel lugar. Isaura, pasaba justamente delante de ellos, iba montada en una gran volanta negra, vestía un hermoso vestido blanco de encajes color esmeralda, zapatillas de cuero que contrastaba fuertemente con su sombrilla color marrón. Mientras Pablo terminaba de colocar aquel mantel, su atención fue apoderaba por un delicioso e incomparable olor a perfume de café, al levantar su mirada se encontró con los ojos de Isaura, fue tan solo un segundo, un instante, un destello, pero ambos sabían que sus vidas habían cambiado, ya no volverían ser los de antes.

En la celda, el alguacil Harrison seguía contemplando a Pablo, sabía que era un buen hombre, cuyo único pecado en este vida fue el de haberse enamorado. Lo conocía desde hacía ya 20 años, tiempo en que fue trasladado a su pabellón y que fue puesto bajo su vigilancia, al hacer su registro y leer por lo que se le acusaba, no logro entender como aquel hombre que inspiraba tranquilidad y bondad, había sido capaz de cometer esa atrocidad, esa barbarie digna de cualquier demonio.


Era domingo de nuevo, hacia 8 días que la vio pasar por primera vez frente a su puesto, su único deseo era volverla a mirar, volver a respirar ese maravilloso perfume de café. Sabía que hacia mal, su madre se lo había contado todo. Isaura, hija de familia pobre, había sido prometida desde niña a un caudaloso mercader de telas, que le aventajaba el doble de su edad, había sido casada tan solo hacia un año, tiempo en el que había experimentado toda clase de humillaciones, maltratos y aberraciones por parte de Fidel, su esposo. Al escuchar esta historia y los detalles nefastos que le daba su madre sobre aquella pobre y desgraciada mujer, Pablo sintió deseos de ayudarle, de librarla de aquel sufrimiento, pero no sabía cómo, se sintió impotente, frustrado.

-Ya es hora- Dijo el alguacil Harrison. Los demás guardas que esperaban fuera de la celda ingresaron y se colocaron alrededor de Pablo, uno de ellos tomo a Pablo por los brazos y lo esposo de pies y manos.

-¡Aguarden un segundo!- Exclamo de nuevo Harrison. -Dejadlo que acabe de beber su tasa de café, aun no la ha terminado.

-No deseo beberla, solo quería recordar su olor, su perfume a café- Dijo Pablo con la voz quebradiza, llena de un dolor indescriptible, fría y seca. De sus ojos emanaban lágrimas que se asemejaban más a lamentaciones, lamentos por los errores cometidos, por los años perdidos y por un amor que nunca fue, pero lo fue todo al mismo tiempo.

-¡Haced ingresar al bastardo!- Exclamo el hermano mayor de Fidel. La habitación estaba llena, no solamente de personas que asistían a presenciar aquella ejecución, sino también por los vagos pensamientos de Pablo, fue sentado y asegurado a la silla por medio de diversas fajas, en su cabeza y pierna fueron conectados dos electrodos que le trasmitirían altos voltajes a través de su cuerpo, esto haría que su temperatura corporal aumentase hasta los 59 grados y que sus órganos internos dejasen de funcionar. Pablo, deseaba con todo su corazón no pasar por aquel gran dolor, pero lo merecía, era culpable y sabia que debía pagar.

Su anhelo fue cumplido, era ya casi medio día cuando la vio pasar de nuevo sobre la callecilla que conducía frente a su puesto, espero con todas sus ansias la mirada perdida de aquella mujer, pero no recibió respuesta, en vez de ello logro distinguir en el rostro de aquella bella dama la marca de un golpe, aun morado e hinchado, debía de ser un golpe reciente. No logro contenerse, se coloco delante de la volanta y detuvo su paso. Con su mano izquierda toma las riendas, mientras que con su mano derecha sujetaba y tiraba al suelo al maldito de Fidel, al caer este, se llevo un gran golpe en su costado derecho que le provoco un gran dolor y fue este mismo dolor el que lo hizo ponerse de pie inmediatamente y tomar posición de alerta. Pablo, avanzo rápidamente hacia él, lo tomo por el cuello y le propino un certero golpe en la mandíbula que lo hizo trastabillar, volvió a la carga y esta vez le propino un golpe en el estomago que hizo retroceder a Fidel un par de metros.

Pablo, volvió su mirada hacia Isaura, quien no entendía bien que era lo que pasaba, pero en su interior se sentía complacida al ver la golpiza que le daban a su agresor, satisfecha y agradecida le ofreció una sonrisa al bueno de Pablo, este se sintió amado como nunca antes lo había sido.

Hacia unos segundos que Fidel había logrado recuperar el aliento, se había enderezado de nuevo y sostenía un arma en su mano derecha, las investigaciones posteriores determinarían que se trataba de una Smith & Wesson, se acerco lo suficiente para no fallar, pero Pablo presintió la detonación y por escasos milímetros evito que la bala se alojara en su sien derecha. Fue ese el instante en que su ser se lleno de ira, tomo su cuchillo y se lanzo estrepitosamente hacia el cuerpo de Fidel, ambos cayeron al suelo, golpes iban y venían, sangre brotaba por doquier, el cuchillo no distinguía entre piel y órganos, entre vísceras y huesos, el olor a muerte se hacía ya presente, por último, una detonación.

Isaura, bajo rápidamente del carruaje y trato de acercarse lo más cerca posible a aquellos dos combatientes, muchos hombres que se encontraban alrededor ya se habían colocado delante de ella, todos querían conocer quién era la victima que se encontraba tendido en el suelo, cuyas entrañas se encontraban esparcidos por doquier, al acercarse lo suficiente, Isaura vio de pie junto al desmembrado cuerpo de su esposo a aquel que había amado por tan solo un instante, en su rostro se dibujaba una gran sonrisa, la había liberado y esto le hacía sumamente feliz.
 
Como siempre muy buenos los relatos. No hay que dejar morir el tema, viene siendo de los pocos temas de valor en el foro.

Lo importante -dijo Pablo- es que todavía tenemos el paquete.
El paquete me vale una mierda mae, nos tienen rodeados no ve!!- dijo Chepe.
Mae sea tonto pa hablar! son apenas dos contra nosotros dos que conocemos la montana mejor que nadie. Además, si llegamos sin ese paquete es igual a que nos maten aquí mismo, y si jalamos, digale adiós a su mama y a la wila porque se las vuelan en dos toques, jurelo. - replicó Pablo
Estoy seguro que fue el negro el que nos sapio mae, solo el sabia aparte del patrón que íbamos por ese trillo hoy.- dijo Chepe

Pablo sabía que Chepe tenia razón, el negro los había sapiado con los de la banda del Cartin, sabía también que las dos personas que les habían disparado hace poco no eran personas comunes, los habían alcanzado demasiado rápido. Comenzaba a entender que para salir de esta situación, solo uno de ellos saldría del todo, por suerte para Pablo, Chepe no era tan diestro en las artes de las artimañas, de hecho, no era diestro para nada.

Mae, la vara esta así, tenemos que separarnos para distraerlos y luego nos vemos por la piedra del mono para ir por el rio hasta aquel otro trillo que le enseñé aquel día, ese nadie lo conoce mae estoy seguro. A la cuenta de tres usted jala por la izquierda y yo lo cubro, luego salgo yo por el otro lado. -dijo Pablo

Chepe se quedo viendo a Pablo, pensaba y pensaba. Pablo sintió un poco de temor de que Chepe viera mas allá de la mentira pero permanecía inmutable.

Mae que? soy o me le parezco? se va a mover? -dijo Pablo

Chepe lo pensó un poco mas.

Mae esta seguro de que eso va a funcionar? -dijo Chepe
Di mae, si ud tiene una idea mejor le sugiero que la diga ya, estos maes están a punto de venirsenos encima, soque mae, soque. -dijo Pablo
Me cago en todo mae, como me fui a meter en esta mierda, hagamosle entonces.* -dijo Chepe
Tiene la pistola lista? - dijo Pablo, sus ojos brillaban.
Si si mae, ud cuente y cubrame nada mas.* - replicó Chepe
Ok, uno.. dos... tres...*

En ese momento, Chepe empezó a correr, pero Pablo no lo cubrió, logro correr unos 30 metros entre el charral hasta que lo alcanzaron tres balas.
En el mismo instante Pablo corría en dirección contraria, a lo mas profundo de la montaña. Mientras corría por los caminos escondidos en la noche, con el paquete en la mano, recordaba cuando el y Jose, su hermano menor pasaban horas montiando en este mismo lugar, recordaba como le enseñaba a reconocer cada árbol, cada piedra y especialmente a como cazar los animales de la montaña. que era la parte divertida. Recordaba también el olor de la carne de chancho de monte cuando su madre se las preparaba en el fogón con tortillas palmeadas por la noche, eso sí era vida, cazar y comer. Tenía años de no saber de Jose, solo sabía que le mandaba plata a mamá cada fin de mes sin ni siquiera un mensaje.
Despertó de sus pensamientos cuando escuchó los pasos que lo perseguían tan solo a unos cuantos metros. Empezó a correr mas rápido pero no conseguía perder a su perseguidor, sus piernas ya no daban. Intento seguir un poco más.

El primer disparo le dio en una pierna, que lo hizo caer al suelo perdiendo la consciencia por unos segundos, cuando intento levantarse ya era tarde, el cañón de la pistola se dirigía a su frente. En la oscuridad de la noche vio al extraño con el paquete en la mano. Antes de que su vista pudiera determinar la figura sobre él , Pablo ya sabía de quien se trataba.

Lo siento hermano, no tengo de otra. Cómo se le va a ocurrir que después de entregar el paquete lo iban a dejar vivo? En que estaba pensando? Mejor yo y no ellos.... Prometo que cuidaré a mamá - dijo Jose en una voz llena de* dolor y frustración.

Y finalmente el cazador se vuelve presa - dijo Pablo* sonriendo mientras cerraba sus ojos por última vez.

Tanto el lenguaje como la narración me gustaron mucho! :)
 
Lo más importante -dijo Pablo- es el molido, no debe quedar ni muy grueso, ni muy fino, ese es el secreto a la hora de preparar un buen café.

Al alguacil Harrison, le seguía pareciendo extraño el último deseo de aquel hombre, no lograba entender como alguien a minutos de ser ejecutado en la silla eléctrica, podía querer una simple taza de café y no una gran cena, como era común entre aquellos hombres condenados a muerte. La respuesta de Pablo había sido sencilla –No es cualquier taza de café, he de prepararla con mis propias manos-.

Harrison, contemplaba con tristeza los movimientos y ademanes que realizaba Pablo, lograba identificar en ellos signos de miedo y desolación, sabía que en tan solo media hora ya no quedaría nada de él, su cuerpo estaría inerte y sin movimiento, su piel cambiaria de un tono blanco a un color rojizo, del cual emanaría todo clase de olores nauseabundos, desde el ahumado de la carne quemada, hasta el imperdible olor a cabello rostizado. Sabía que aquel método de acabar con la vida de los presos no era el adecuado, le parecía demasiado cruel y enfermizo, el dolor incesante al que eran expuestos y el tener una fecha establecida para su muerte, terminaba por corroer y enloquecer cualquier mente. Pero él no se encontraba en la posición de cambiar esta situación, al contrario, tan solo era el verdugo.

Mientras preparaba aquella taza de café, Pablo ya no era dueño de sí, sus movimientos involuntarios crecían minuto a minuto, su mano temblaba cada vez con mayor fuerza, sus rodillas se movían tal boya de mar, pero esto no lo notaba, sus pensamientos no se encontraban en aquella triste y melancólica celda, sino que se situaban 20 años antes, en la época donde conoció a Isaura, la época donde fue infinitamente feliz y que al mismo tiempo lo tenía a la orilla de su muerte, de su fin.

Fue en el mercado del pueblo donde se encontraron por primera vez, Pablo, tendía en el suelo junto con su madre, el mantel que utilizarían para colocar las artesanías de barro que iban a vender cada domingo en aquel lugar. Isaura, pasaba justamente delante de ellos, iba montada en una gran volanta negra, vestía un hermoso vestido blanco de encajes color esmeralda, zapatillas de cuero que contrastaba fuertemente con su sombrilla color marrón. Mientras Pablo terminaba de colocar aquel mantel, su atención fue apoderaba por un delicioso e incomparable olor a perfume de café, al levantar su mirada se encontró con los ojos de Isaura, fue tan solo un segundo, un instante, un destello, pero ambos sabían que sus vidas habían cambiado, ya no volverían ser los de antes.

En la celda, el alguacil Harrison seguía contemplando a Pablo, sabía que era un buen hombre, cuyo único pecado en este vida fue el de haberse enamorado. Lo conocía desde hacía ya 20 años, tiempo en que fue trasladado a su pabellón y que fue puesto bajo su vigilancia, al hacer su registro y leer por lo que se le acusaba, no logro entender como aquel hombre que inspiraba tranquilidad y bondad, había sido capaz de cometer esa atrocidad, esa barbarie digna de cualquier demonio.


Era domingo de nuevo, hacia 8 días que la vio pasar por primera vez frente a su puesto, su único deseo era volverla a mirar, volver a respirar ese maravilloso perfume de café. Sabía que hacia mal, su madre se lo había contado todo. Isaura, hija de familia pobre, había sido prometida desde niña a un caudaloso mercader de telas, que le aventajaba el doble de su edad, había sido casada tan solo hacia un año, tiempo en el que había experimentado toda clase de humillaciones, maltratos y aberraciones por parte de Fidel, su esposo. Al escuchar esta historia y los detalles nefastos que le daba su madre sobre aquella pobre y desgraciada mujer, Pablo sintió deseos de ayudarle, de librarla de aquel sufrimiento, pero no sabía cómo, se sintió impotente, frustrado.

-Ya es hora- Dijo el alguacil Harrison. Los demás guardas que esperaban fuera de la celda ingresaron y se colocaron alrededor de Pablo, uno de ellos tomo a Pablo por los brazos y lo esposo de pies y manos.

-¡Aguarden un segundo!- Exclamo de nuevo Harrison. -Dejadlo que acabe de beber su tasa de café, aun no la ha terminado.

-No deseo beberla, solo quería recordar su olor, su perfume a café- Dijo Pablo con la voz quebradiza, llena de un dolor indescriptible, fría y seca. De sus ojos emanaban lágrimas que se asemejaban más a lamentaciones, lamentos por los errores cometidos, por los años perdidos y por un amor que nunca fue, pero lo fue todo al mismo tiempo.

-¡Haced ingresar al bastardo!- Exclamo el hermano mayor de Fidel. La habitación estaba llena, no solamente de personas que asistían a presenciar aquella ejecución, sino también por los vagos pensamientos de Pablo, fue sentado y asegurado a la silla por medio de diversas fajas, en su cabeza y pierna fueron conectados dos electrodos que le trasmitirían altos voltajes a través de su cuerpo, esto haría que su temperatura corporal aumentase hasta los 59 grados y que sus órganos internos dejasen de funcionar. Pablo, deseaba con todo su corazón no pasar por aquel gran dolor, pero lo merecía, era culpable y sabia que debía pagar.

Su anhelo fue cumplido, era ya casi medio día cuando la vio pasar de nuevo sobre la callecilla que conducía frente a su puesto, espero con todas sus ansias la mirada perdida de aquella mujer, pero no recibió respuesta, en vez de ello logro distinguir en el rostro de aquella bella dama la marca de un golpe, aun morado e hinchado, debía de ser un golpe reciente. No logro contenerse, se coloco delante de la volanta y detuvo su paso. Con su mano izquierda toma las riendas, mientras que con su mano derecha sujetaba y tiraba al suelo al maldito de Fidel, al caer este, se llevo un gran golpe en su costado derecho que le provoco un gran dolor y fue este mismo dolor el que lo hizo ponerse de pie inmediatamente y tomar posición de alerta. Pablo, avanzo rápidamente hacia él, lo tomo por el cuello y le propino un certero golpe en la mandíbula que lo hizo trastabillar, volvió a la carga y esta vez le propino un golpe en el estomago que hizo retroceder a Fidel un par de metros.

Pablo, volvió su mirada hacia Isaura, quien no entendía bien que era lo que pasaba, pero en su interior se sentía complacida al ver la golpiza que le daban a su agresor, satisfecha y agradecida le ofreció una sonrisa al bueno de Pablo, este se sintió amado como nunca antes lo había sido.

Hacia unos segundos que Fidel había logrado recuperar el aliento, se había enderezado de nuevo y sostenía un arma en su mano derecha, las investigaciones posteriores determinarían que se trataba de una Smith & Wesson, se acerco lo suficiente para no fallar, pero Pablo presintió la detonación y por escasos milímetros evito que la bala se alojara en su sien derecha. Fue ese el instante en que su ser se lleno de ira, tomo su cuchillo y se lanzo estrepitosamente hacia el cuerpo de Fidel, ambos cayeron al suelo, golpes iban y venían, sangre brotaba por doquier, el cuchillo no distinguía entre piel y órganos, entre vísceras y huesos, el olor a muerte se hacía ya presente, por último, una detonación.

Isaura, bajo rápidamente del carruaje y trato de acercarse lo más cerca posible a aquellos dos combatientes, muchos hombres que se encontraban alrededor ya se habían colocado delante de ella, todos querían conocer quién era la victima que se encontraba tendido en el suelo, cuyas entrañas se encontraban esparcidos por doquier, al acercarse lo suficiente, Isaura vio de pie junto al desmembrado cuerpo de su esposo a aquel que había amado por tan solo un instante, en su rostro se dibujaba una gran sonrisa, la había liberado y esto le hacía sumamente feliz.
Demasiado bueno... Me encanto

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Como siempre muy buenos los relatos. No hay que dejar morir el tema, viene siendo de los pocos temas de valor en el foro.



Tanto el lenguaje como la narración me gustaron mucho! :)
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Suave, suave falta mi relato... aqui esta

Lo mas importante -dijo Pablo- es dejar de ser tan tonta eres mi hija esos libros desechalos, busca otra cosa que hacer... Ella se hecho a llorar y se fue para su cuarto. Esta vez no le dio un puñetazo como siempre lo hacia cuando la veia con un libro... Su cara siempre la tenia marcada.

Pablo era el carnicero del pueblo un hombre violento y perezoso.

En la noche Pablo se sentia un poco mareado y cayo al piso, cuando se levanto estaba frente a la mesa de cortar carne. Tomo su afilado cuchillo y empezó, cuando quiso terminar se dio cuenta que no podia ya que...

Este es el castigo que debe llevar
Al tercer dia de muerto empezó a llorar
Cuando la carne humana comenzó a despedazar

La sangre corre sobre la mesa
Este es el castigo por su pereza

Cada corte es un lamento
Este es su tormento

De tanto cortar sus manos se abrieron
Ampollas y sangre salieron
Hasta que los huesos aparecieron

Nunca quiso amar
Ahora con tanta sangre se va ahogar
Porque en el infierno se va a quedar

Ella una amante de la lectura sin dudar
Cuando a su padre fue a enterrar
De ello nunca se va acordar
Porque a los libros nunca dejó de mirar

Cuando Pablo se mareo y cayo nunca desperto, alguien aprovecho para asfixiarlo con un cordón que sostenía las paginas de un viejo libro...
 
Muy buenos todos los relatos! Gracias por compartirlos.

Al parecer la mayoría prefiere que sigamos con las frases, quién quiere proponer la siguiente?
 
Lo más importante - dijo Pablo - es que ella está bien, las llamas se propagan rápido en una casa tan vieja, todavía no entiendo cómo logró salir.

Andrea, de apenas 9 años se encontraba sentada en la ambulancia, cubierta con una manta y tenía colocada la mascarilla de oxígeno sobre su nariz y boca. Pero había algo más en ella, algo que le provocaba a Pablo un escalofrío que nunca había sentido, algo no estaba bien.

La vieja casona, consumida hasta las bases por el fuego, era la tumba de Marta, la mamá de Andrea, una mujer severa y estricta que siempre corregía a la niña, la molestaba para que fuera diferente, no tan... rara.

Años después, con su padre postrado en la cama del hospital, Andrea decidió contarle todo lo que sucedió la noche del incendio: "es un placer ver las cosas arder, verlas consumidas por el fuego que no se detiene ante nada, el calor y el olor es lo que más me gusta".

El frágil corazón de Pablo no podía soportar la confesión de su hija, ahora sabía que ella era a quien buscaba la policía por decenas de incendios en todo el pueblo. "Pero todas esas personas, muertas unas, sin hogar otras, cómo pudiste Andrea?"

-Todo está hecho para arder, como mamá!
 
Lo más importante - dijo Pablo - es que ella está bien, las llamas se propagan rápido en una casa tan vieja, todavía no entiendo cómo logró salir.

Andrea, de apenas 9 años se encontraba sentada en la ambulancia, cubierta con una manta y tenía colocada la mascarilla de oxígeno sobre su nariz y boca. Pero había algo más en ella, algo que le provocaba a Pablo un escalofrío que nunca había sentido, algo no estaba bien.

La vieja casona, consumida hasta las bases por el fuego, era la tumba de Marta, la mamá de Andrea, una mujer severa y estricta que siempre corregía a la niña, la molestaba para que fuera diferente, no tan... rara.

Años después, con su padre postrado en la cama del hospital, Andrea decidió contarle todo lo que sucedió la noche del incendio: "es un placer ver las cosas arder, verlas consumidas por el fuego que no se detiene ante nada, el calor y el olor es lo que más me gusta".

El frágil corazón de Pablo no podía soportar la confesión de su hija, ahora sabía que ella era a quien buscaba la policía por decenas de incendios en todo el pueblo. "Pero todas esas personas, muertas unas, sin hogar otras, cómo pudiste Andrea?"

-Todo está hecho para arder, como mamá!

Muy bueno mae! Espero nunca ser vecino de ninguna Andrea jejeje.
 
Jajaja. Muchas gracias mi tata!

A veces me pasa que leo algo que he escrito y me pregunto: qué putas pasa conmigo?

Jajaja
 
Como siempre muy buenos los relatos. No hay que dejar morir el tema, viene siendo de los pocos temas de valor en el foro.



Tanto el lenguaje como la narración me gustaron mucho! :)
Muchísimas gracias :) me esforcé un poco más en este relato.

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Pregunto de nuevo: quién quiere proponer la siguiente frase?
 
#1 en FACTURA ELECTRÓNICA
Mae no sé, no me acuerdo! Creo que de los escritores habituales ya todos han propuesto alguna frase (me disculpan si me equivoco).

Mandese usted Melkilec, para no perder el ritmo.
 
- Pablo, débil en su agonía y con el corazón partido, hace un esfuerzo y le dice a su hija que se acerque para decirle algo al oído. Andrea se acerca y su padre con la respiración agitada le dice "Siempre supe que ibas a ser loca como la jueputa de tu mamá, camotaza!!"

- Andrea lloraba a moco tendido y veía la mirada de decepción de su padre. Pero Andrea aún tiene un secreto más que confesar...
 
- Pablo, débil en su agonía y con el corazón partido, hace un esfuerzo y le dice a su hija que se acerque para decirle algo al oído. Andrea se acerca y su padre con la respiración agitada le dice "Siempre supe que ibas a ser loca como la jueputa de tu mamá, camotaza!!"

- Andrea lloraba a moco tendido y veía la mirada de decepción de su padre. Pero Andrea aún tiene un secreto más que confesar...


Qué?
 
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