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Wilas

Microrrelatos foreros

Vamos a dejarlo un poco más cerrado esta vez, propongo la frase: "Pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca".

Les parece?
 
Pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, era su costumbre, para alguien de su edad las costumbres son una especie de monolíticas columnas que sostienen lo que queda de un mundo dejado atrás por la incesante marcha del tiempo, el infinito mar del tiempo termina por ahogarlo todo, esa era una simple realidad. Sentarse allí y leer era algo que le definía a el y a sus compañeros los cuales por cierto aun no aparecían, tan habituales eran a aquel sitio que era como si formaran parte de el, no era para menos los empleados y especialmente la nueva los miraban allí en aquella mesa a veces leyendo y la mayoría de las veces conversando en el tono sosegado de quienes saben lo inútil de alzar la voz, los dejaban tranquilos porque en aquella parte, la mas apartada del recinto no incomodaban a nadie, era esa parte la menos iluminada pero no por eso parecía molestar a aquellos viejos que en apariencia no tenían los problemas de visión que suelen tener las personas de su edad.
Aquella biblioteca era un edificio bastante viejo y ya había pasado por el proceso de superar el calificativo de viejo por el de antiguo y de ahí hasta el actual de histórico lo que en el papel al menos le daba posibilidades de restauración y mantenimiento en algún momento, tenia ventanas altas y era bajo la luz de una de estas mientras el sol estuviese en la posición apropiada que los viejos se reunían para aquellas largas tertulias cuyos temas centrales eran por completo desconocidos para quienes los veían allí hablando. Recordaba el viejo que en una ocasión el viejo numero 2 (así habremos de llamarlo) le dijo que aquella estructura tenia algo de gótico, aunque la verdad aquello parecía muy lejano de las iglesias europeas del siglo XIII que todos alguna vez habían visto.
Quizá fuera debido a aquellas ventanas altas dijo en esa ocasión el viejo numero 3; para nada! remato el viejo numero 4 que por cierto era el único de los 4 al que aun no le quedaba bien el apelativo de viejo porque se veía como un hombre apenas entrando a los 50 hecho que era motivo de las mismas burlas por parte de los demás, pero el siempre dijo que así estaba bien, y al final mas allá de las burlas todos lo aceptaban por que entre ellos era comúnmente aceptado que todas o una gran mayoría de las preocupaciones humanas eran completas y absolutas trivialidades y desde luego la preocupación por envejecer no lo era menos.
Recordaba el primer viejo o mejor dicho trataba de recordar cuantos libros había leído y se alegraba al darse cuenta que incluso el no era capaz de recordarlos, este lugar dijo en una de las tantas reuniones que sostuvieron es el mejor para nosotros, las letras los viejos conocimientos los libros apilados por doquier son algo que reconforta, los demás se mostraron deacuerdo con aquella afirmación, quizá porque tenia muy presente lo efímero de todo y sin embargo el conocimiento trasciende años en cantidades de miles , millones o simplemente al punto de ser incontables, si , incluso ellos requerían encontrar algo a que aferrarse. Levanto la vista del libro que leía y se dijo que sus contertulios no llegarían ese día, no había problema no era la primera vez que pasaba, la próxima vez se dijo mientras se sumía en una tranquila contemplación.
Aquello la asusto como era natural y sin embargo no tardo en adaptarse a aquella visión al percatarse que sus miradas resbalaban sobre ella como si de un objeto se tratase, vio la expresión que tenían y vio lo que sus miradas le decían, y entendió que no había nada que temer allí, había entrado a trabajar ahí hacia unas semanas y le parecía irreal el hecho de acostumbrarse a aquello y sin embargo lo había hecho. Mas allá de la visión de cuernos, patas de cabra, pieles expuestas parduzcas y con pelos irregulares , vio esos ojos amarillos y mas que la mirada de odio y desprecio que todos les atribuían vio una infinita fatiga, un cansancio mas allá de lo humanamente posible, y lo que mas le impacto: una infinita tristeza.
 
Pasaba la mayor parte de su tiempo en la Biblioteca, pero no en cualquier biblioteca, era SU biblioteca, la Biblioteca de su Vida.
Cada libro en cada estante evocaba un momento de su existencia , desde una tarde de lluvia sentado en la sala de su casa hasta una noche oscura a la luz de una vela en un rincón perdido del planeta.
Nunca tuvo el menor reparo en escribir en sus espacios en blanco, convertía cada libro en su acompañante personal, así como ellos le contaban historias a él, él también compartía la suya con ellos. Miraba los cientos de libros, las fotografías en las paredes y sus discos de música, los miraba con amor, pero sobretodo con orgullo ya que esta pequeña habitación contaba su historia y la historia de las personas que formaron parte de su vida. Cualquiera que entrará a esa habitación conocería su alma.
Sentado en una esquina trataba de recordar el momento en el que todo inició, y a su mente llegó el recuerdo de un día hace 60 años en el que leyendo un libro que enfrentaba la muerte de su protagonista se preguntó: Que pasará después de mi muerte? Todos mis pensamientos y experiencias donde quedarán? Como sobrevivirán? Podré trascender más allá de mi existencia física? Pensaba en las personas que toman al silencio como confidente, esas personas que sufren y ríen en silencio, su esencia misma estará condenada a desaparecer porque no vivirá en la mente de alguien más...
Pensó en ese momento que así como los artistas plasman su alma en sus obras, él plasmaría su vida en los objetos de más valor para él, sus libros...
 
Buen relato Nina, muchas gracias por compartirlo y revivir el tema.

Espero que lo volvamos a retomar.
 
Es culpa del que propuso la última frase, ya nadie quiere participar jejeje. Vamos a ver que me invento en la mañana!


Muy buen relato .Nina. :)
 
A mí me parece que la frase está bien. Creo que a veces se juntan muchas cosas, yo por cosas de trabajo he estado un poco alejado de todo.

Tal vez Nina le gustaría proponer la siguiente frase, para que la vaya pensando para mañana. Si gusta, no hay presión.
 
Pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, hubiese dado lo fuera con tal de ser capaz de tomar un libro de aquellos, acercar la silla al escritorio, tomar asiento y leer por horas lo que en algún momento fueron sus obras favoritas. Sin embargo, cada vez que trataba de hacerlo, sentía una extraña y terrible sensación al ver que sus dedos atravesaban los libros, no era capaz de trasladar la silla y mucho menos de tomar asiento.

Recordaba poco o nada como eran los demás rincones de la casa, hacia treinta años que no salía de la biblioteca, se había recluido ahí, debido a un incidente que había mantenido con una pareja de jóvenes: Era una noche fría de invierno, cerca del año 1975, se encontraba divagando por la sala principal de la casa, cuando escucho un fuerte golpe que provenía de la puerta trasera, acompañado de unas silenciosas y curiosas risas. Atravesó las paredes lo más rápido que pudo, sin darle importancia a la sensación de frio que experimentaba cada vez que atravesaba algún material. Por fin, cuando hubo llegado donde se hallaban, pudo reconocer a dos siluetas desnudas que se revolcaban una sobre la otra, en lo que alguna vez fue su cama. El hombre que se encontraba arriba, fácilmente sobrepasaba los 35 años, mientras que la persona que se encontraba abajo, era tan solo una niña.

A pesar de haber perdido el sentido del bien o mal desde hacía mucho tiempo, quizás desde antes de morir, sintió un gran enojo al ver lo que estaba sucediendo, grito lo más fuerte que pudo y de su interior salió un alarido seco y tenebroso, que fue capaz de mover las telarañas que se habían acumulado en los rincones más altos de aquel lugar, por un momento se sintió vivo de nuevo y esto le causo cierta felicidad. Los jóvenes, salieron huyendo despavoridos, no fue sino hasta que llegaron a la siguiente cuadra, que se dieron cuenta de que aun estaban desnudos, pálidos como la nieve que les rodeaba y tiritando, no del frio que los envolvía, sino a consecuencia de presenciar aquel grito infernal.
Rápidamente, la noticia corrió por toda la ciudad, las personas habían dejado de acercarse a la casa, nadie se atrevía ahora a molestarlo, y eso le tranquilizaba.


Con el pasar de los años se sentía aun mas vacío, recorría los rincones de la biblioteca y trataba de perseguir recuerdos, algunos de ellos le avergonzaban. Trataba de entender los motivos que le ataban a aquel lugar, que era lo que había hecho para estar en esa situación, pero las imágenes siempre terminaban por desvanecerse. No lograba entender, estaba muerto y eso lo atormentaba.
La soledad ya no era algo agradable, sino algo insoportable de llevar. Extrañaba los tiempos en que por las tardes se acercaba a la vitrina principal y observaba por horas a los niños jugar en su patio, cuando alguno de ellos se lastimaba, sentía envidia de su cuerpo físico. Fue así como recordó una ocasión en que el hijo menor de Henry Harrison, pareció distinguirlo entre la vitrina y le ofreció una pequeña sonrisa. ¿Es eso posible?, se pregunto.

Había tomado una decisión, la única persona capaz de sacarlo de aquel sufrimiento era el pequeño Aarón Harrison. Solo necesitaba encontrar la manera de comunicarse con él. Fue así donde decidió volver a la biblioteca, comenzó a leer titulo tras titulo, con la esperanza de encontrar algún libro que contuviera el método para establecer una comunicación entre vivos y muertos. Su fría mirada se poso sobre el libro que tenía como título “Ritos, conjuros y alquimia” ¡Era el indicado! Trato de tomarlo con su mano derecha, pero sus dedos nuevamente atravesaron la fría cubierta. Recordó entonces que no era más que un fantasma, se sintió lleno de ira y odio como nunca antes lo había estado y descargo su furia en un grito que hizo estremecerse toda la habitación. Rendido ante aquella derrota, volvió a dirigir su fría mirada hacia sus vagos recuerdos.

La noche era clara, la Luna estaba llena y él entendió. Primero escuchó un gran grito ahogado y lastimero. Lo sintió más que escucharlo. Y se dirigió hacia la puerta que lo conducía a la salida de su casa, miro hacia la casa de donde provenía, sabía que no debía ir ahí, sus padres se lo habían prohibido, sus amigos contaban historias terribles sobre aquella casa. Se acercó. Supo, sin saber cómo, lo que ocurriría. Decidió entonces cruzar la calle, el jardín y llego hasta la entrada de aquella casa maldita. Se acerco mas, intentó abrir la puerta, pero esta ya estaba abierta. Ingreso a la casa, trastabillo entre la suciedad y los objetos que estaban regados por doquier, su mirada se poso directamente sobre la escalera que llevaba a la planta superior, paso por paso fue subiendo las gradas, hasta que al fin llego a la habitación más oscura que jamás había visto. Al entrar a la biblioteca el pequeño Aarón no se sintió dueño de sí, una sombra oscura lo miraba desde la esquina derecha, el anciano rostro se volvió hacia él y le susurro:

-Ayúdame, el libro contiene el método.

-Solo quiero irme a mi casa, déjame ir. Dijo arrepentido el pequeño Aarón.

-Haz lo que debes hacer. Respondió el anciano rostro.

Aarón tomo el libro en sus manos, instintivamente tomo una página y comenzó a leer su contenido. Al terminar, se dirigió sollozando a la vitrina de la biblioteca, abrió los ventanales lo suficiente y fue el instante en el que sus pies se despegaron de la baranda y empezó su caída.
El fantasma lo siguió hacia abajo. Fue un instinto, no lo pensó, solo quiso acompañarlo en aquel viaje que alguna vez él mismo había hecho, ahora lo recordaba. Cayeron como si ambos tuvieran cuerpo. El sintió el impacto como hacía mucho no sentía nada. La sacudió como una inmensa descarga eléctrica, dolorosa y deliciosa, agonizante y placentera.

Y de pronto la luz, un resplandor cegador que llenaba todo y a la vez lo vaciaba todo, una fuerza magnética incontrolable que lo atraía como en un remolino, y luego una sucesión de imágenes, hombres que partieron y luego murieron, amigos y seres queridos que ya no estaban.

Cerró el puño con fuerza. Sintió una mano y se aferró a ella. Y luego el grito. Fuerte y visceral. De pronto pudo distinguir una figura a su lado, alguien lloraba de felicidad, alguien lo esperaba, trato de mirar a su alrededor pero la luz era muy fuerte para sus pequeños ojos. Y el llanto, mucho llanto, lloraba con toda su alma sin saber por qué.

-Es un niño, ha nacido un varón, felicidades señora Becker-. Exclamo el médico.
 
Wow Tu Papá que genial el relato!!! Excelente... !!! Tengo una frase pero tengo que revisar si no han puesto algo similar
 
Claro Nina, la esperamos.

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Después de ese relato de mi tata todo lo que intento escribir me parece tan... soso. Vamos a ver si logro alguna idea que me guste.
 
#1 en FACTURA ELECTRÓNICA
Pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, pero no en la actividad que cualquier persona se podría imaginar, la ventana era un portal, un pasadizo que mágicamente lo transportaba a otro lugar, donde había dejado su corazón y la vida entera que se escapaba de entre los dedos como las suaves manos de María. Era esa pequeña ventana que miraba hacia el norte el tenue lazo que lo mantenía aferrado a la esperanza de volver a encontrarla nuevamente, al final de ese suplicio, aunque fuera en otra vida.

Ya era tarde cuando la luz de la vela se extinguió en un sollozo inaudible, dejándolo sumido en una oscuridad que no le pertenecía, que nunca aceptó. Para ese momento el alma de la vela materializada en humo que ascendía hacia los cielos se le confundía con visiones de lo que en algún momento fue su sueño y ahora su pesadilla. ¡Y la escuchó! Tan claro como se puede escuchar un rayo de luz atravesando una hojarasca en un atardecer de verano, la escuchó.

Él sabía, sin lugar a dudas, que escuchar su nombre en voz de María podía significar solamente una cosa, al fin la maldición proferida por la anciana madre de su amada se había cumplido, llevándose consigo no sólo el último respiro de la bella María, sino también el vestigio de lo que quedaba de su cordura.

A veces es visto corriendo desenfrenadamente por las calles de París, gritando el nombre que hacía años pronunciaba sólo en sueños. La mirada perdida en el bello rostro que a cada paso se desdibujaba más en su mente y el corazón hecho trizas, rebanado por las palabras de la anciana que profetizó una vida de miseria, buscando por años a una persona que ya no recuerda, pero que no puede olvidar.
 
Muchas gracias Nina!

Vamos con esa frase a ver cómo nos va!
 

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