Esa mañana, cuando se miró al espejo, pudo sentir el vacío en su alma, sus ojos oscuros reflejaban la soledad en la cual estaba inmersa, hacía un mes que la monotonía regía su vida, sentada desnuda frente a ese gran espejo, podía ver su esencia física, un cuerpo bien definido, con horas y horas de trabajo, pero sus ojos no reflejaban ilusión alguna, los pómulos de sus ojos reflejaban horas de angustia, llanto y desesperación, que tan fácil una llamada podía cambiarle la vida a alguien, pues Lucia sabia la respuesta, un mes atrás había sufrido la consecuencias, haciendo que las mismas repercutieran en su rostro, oyó vibrar a su celular en la cómoda, volvió su mirada lentamente hacia él, y vio el numero de su madre.
-¿Cómo amaneciste querida?-
-Bien madre, si bien ambas sabían que esto no era cierto, habían optado hacia días por mentirse mutuamente, Lucia sabía que su madre no colgaría hasta que escuchara que se encontraba bien.
-¿ya desayunó?-
-Pasare de camino al trabajo, má-
-¿Iras hoy a la misa?, yo se que ustedes no eran creyentes, pero es importante para su madre, has hablado con ella?-
-Sí madre, hable con ella hace dos días, que vino a recoger unas cosas que quería que ella tuviera, te dejo que se me hace tarde.-
-Adiós tu padre te manda saludos!-
Levanto su vista nuevamente al espejo, y noto que sus ojos brillaban por las lágrimas reprimidas, se alisto de manera mecánica, con un vestido negro, que si bien hacia alarde de su figura, era lo suficiente sobrio para la noche, tenía que aprovechar para irse vestida pues sabía que no le daría tiempo de cambiarse. Su día trascurrió de rápidamente, dentro de su depresión daba gracias que la carga de trabajo no le permitía, darse la atribución de pensar mucho, por lo que que se asombro cuando vio que ya había salido, sabía que no iba ser fácil, hacia un mes que no veía a nadie, hacia un mes que vivía sola, respiro hondo saco su maquillaje he intento arreglase un poco, sabía que dentro de poco no serviría de mucho, pero había que guardar las apariencias.
Se encontraba de frente a la iglesia, su madre y su mejor amiga la esperaban en la entrada, sentía que lo que quedaba de su alma, se le quería salir del cuerpo, camino lentamente hacia ellas, las saludo de manera seca y perdida y empezó a caminar hacia las bancas, no escuchaba nada, no sentía nada, solo una brisa fría que le recorría el cuerpo, sintió que las fuerzas la abandonaban y las luces se apagaban.
Despertó en un hospital, su vestido había desaparecido, una bata verde ocupaba su lugar, volvió su cabeza y encontró a su madre quien al percatarse de su despertar corrió a abrazarla
-¿Qué paso madre?-
-Tranquila, estas bien, te desmayaste, estas en el hospital, te dije que tenias que comer.-
-No tengo hambre, dijo con cierta resignación.-
El médico entro con unos exámenes en la mano, la cara de su madre se arrugo por la angustia, -dígame que tiene doctor- repuso con una vos seca.
-realice varios exámenes, en general Lucia está bien, esta algo deshidratada y tiene cierto grado de depresión, comprensible según me han dicho, pero no fue solo por eso que te desmayo, Lucia estas embarazada – el mundo paro, habría escuchado bien- estoy qué?- tienes 4 semanas de embarazo, felicidades
Lucia solo lloro, no lo podía creer!, lloraba pero de alegría, no sabría que hubiera sido de ella, sin esa noticia, no se preocupo por que iba ser madre soltera, ni porque era joven, ni como haría para criarlo, lloro porque sabía iba a tener una parte de él para el resto de su vida.
